DEL BLANCO AL NEGRO EN 25 DÍAS


DESPEDIDA DEL AGENTE EN LA IGLESIA EN LA QUE BAUTIZÓ A SU BEBÉ TRES SEMANAS ANTES

Texto de/J. Moreno. Fotografía de G. Villamil

Compañeros del agente muerto en el control portan su fotografía, el tricornio y una bandera nacional. A la derecha, su padre es abrazado por familiares y amigos.

Lo que cambia la vida, Fernando, en tres semanas. Hace unos días estuvimos aquí bautizando a Rubén y ahora le despedimos a él. A mi marido le hubiera gustado que tú le dijeras esta su última misa», expresaba ayer Almudena, la esposa del guardia civil arrollado el pasado martes en un control en Madrid al joven sacerdote, Fernando del Castillo.

La familia de Francisco Javier Cavia Ramos ha pasado en ese corto espacio de tiempo a cambiar el blanco bautismal de su pequeño de seis meses por el negro fúnebre de su progenitor.

Un mismo altar, y el mismo sacerdote que les dio la alegría el domingo 13 de febrero, que concelebró ayer junto a otros dos religiosos la misa por el agente arrollado por un camión durante un control antiterrorista en la A-1.

Las palabras del cura se oyeron a escasos metros de la pila bautismal donde se encontraban las cenizas de Javier, el tricornio, una bandera nacional y la fotografía de agente de 32 años.

Incrédulo por lo sucedido, Fernando del Castillo, párroco de la iglesia de La Milagrosa, apelaba ante cerca del millar de personas que abarrotaron la iglesia a la esperanza cristiana, y al "misterio de la vida y la muerte". «Que nos quede todo lo bueno de él aunque sea un hecho dramático que ha roto todos nuestros esquemas», dijo en su homilía.

Cabo del Ejército de Tierra en el arma de Ingenieros, Francisco Javier decidió buscar una plaza en la Guardia Civil. Su destino más reciente, Miraflores de la Sierra, en cuyo cuartel se estableció junto su esposa, Almudena, vallisoletana de Las Delicias.

«Llevaban un tiempo buscando tener familia y al final llegó Rubén», decían unos amigos, que destacan la unidad de la familia Cavia Ramos cuya larga descendencia de once hijos se ha quedado huérfana del menor de los cinco varones. Entre ellos, visiblemente afectado, el ex boxeador Alfonso Cavia, 'El Cubi'.

La familia prefirió incinerar los restos del agente en Madrid e instalar la capilla ardiente en la Comandancia de Valladolid.

Y en la despedida de Javier no podía faltar su hermana pequeña, Ana, que viajó desde México donde se encontraba. El martes, cuando celebraba su cumpleaños, la menor de los Cavia descolgó el teléfono al otro lado del Atlántico y recibió la dramática noticia.

Compañeros de Javier, llevan su foto.

Jóvenes y amigos de Las Delicias, guardias civiles con sus mandos, y autoridades como el Delegado del Gobierno, Miguel Alejo, se acercaron a la iglesia de la calle Algeciras para mostrar su solidaridad con la familia.

El agente fallecido acompañaba habitualmente al alférez José Luis Periáñez, el jefe del control y superviviente del atropello, que continúa debatiéndose entre la vida y la muerte en el Hospital madrileño de La Paz. Los dos residían en Miraflores de la Sierra. Precisamente, Javier solía ser el conductor del oficial de Tráfico, y eso contribuyó a que estuviera en el fatídico lugar.

Tras la ceremonia dos de los hermanos agradecieron la solidaridad. Fernando, profesor, dijo emocionado que «el cielo está hoy feliz porque ha llegado Javi».

 

® El Norte de Castilla. 09 de Marzo de 2.005.-

 

 

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