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Franco en las enciclopedias y en los libros de texto.

Por Eduardo Palomar Baró.


Resulta de gran interés y curiosidad  contemplar el tratamiento que dan a Franco,  al Movimiento Nacional y a su largo mandato, las Enciclopedias y los Diccionarios Enciclopédicos publicados antes del fallecimiento del Generalísimo y los que vieron la luz a partir de esa luctuosa efeméride, así como ojear los libros de texto de nuestro ya lejano bachillerato y los que emplean en la actualidad nuestra juventud. Como apuntamos, es verdaderamente sorprendente la enorme disparidad  que existe entre ambas épocas, al escribir ya sea sobre su biografía, sobre el Alzamiento, el régimen y la obra realizada por Francisco Franco, ya se traten de las publicadas en vida del Caudillo o las que aparecieron después de su fallecimiento. Hay que resaltar, sin embargo, que algunas de esas obras salieron al mercado con fecha posterior al triste acontecimiento, pero su composición, como es lógico en esta clase de trabajos, se habían realizado en vida del Generalísimo. El denominador común de las que aparecieron a partir de la llamada transición democrática, son de un descarado revanchismo, aplicando reiterativamente epítetos descalificatorios sobre su persona y sus logros, y en muchas ocasiones falseando, manipulando y tergiversando la realidad histórica. Verdaderamente algunas Enciclopedias y libros de texto no publican la biografía sobre Franco sino contra Franco.

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FRANCO BAHAMONDE, FRANCISCO (1892-       ). Caudillo de España, nacido en El Ferrol, hoy Ferrol del Caudillo. En 1907 ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, que abandonó tres años más tarde con el grado de segundo teniente para realizar dentro del Ejército una carrera fulgurante: capitán a los 20 años, comandante a los 23, teniente coronel a los 30, coronel a los 32, general de brigada a los 33, general de división a los 42, generalísimo a los 44.

Guerra de África. Voluntario en Marruecos –forja de capitanes- como oficial del Cuerpo de Regulares, recién creado por el general Berenguer, recibió el bautismo de fuego el 14 de mayo de 1912 en Yadumen, zona de Melilla. Dos años más tarde, en la de Tetuán, tomó parte en las operaciones contra las cabilas soliviantadas por El Raisuni y, en junio de 1916, luchando contra la cabila de Anghera, zona de Ceuta, recibió un balazo en el vientre. Vuelto a la Península con la Medalla de Sufrimientos por la Patria, la Cruz de María Cristina y la propuesta para la Cruz Laureada de San Fernando, estuvo cuatro años de guarnición en Oviedo. De nuevo ardió la guerra en Marruecos, encendida esta vez por Abd-el-Krim. Acude Franco y al frente de la Primera Bandera del Tercio, recién creado por Millán Astray, participa en varias operaciones: toma de Xauen (abril-mayo 1921), defensa de Melilla (julio 1921), ocupación del Gurugú (agosto 1921) y reconquista de Dar-Drius (enero 1922), donde es condecorado con la Medalla Militar. Sucesor de Valenzuela en la jefatura del Tercio (1923), intervino en la reconquista de la zona de Melilla, liberó Tifaruin, realizó numerosas acciones de limpieza y cerró brillantemente su heroica campaña africana con su activa participación, siempre al frente del Tercio, en el desembarco de Alhucemas (8 setiembre 1925) y liquidación definitiva de la guerra de África, lo que le valió una segunda Medalla Militar y el ascenso al generalato.

Dictadura y República. Encargado por Primo de Rivera, a cuyas órdenes superiores había servido en la última parte de la campaña marroquí, de dirigir los destinos de la Academia General Militar de Zaragoza (1928), realizó una inteligente y eficacísima labor hasta que aquélla fue clausurada por la República, que envió a su director a la Comandancia Militar de Baleares (1931). En 1934, al estallar la revolución socialista de octubre, fue encargado de reprimirla por el ministro de la Guerra, Hidalgo, cuyo sucesor, Gil Robles, le confió el año siguiente la jefatura del Estado Mayor Central, la presidencia del Consejo Superior de Guerra y la reorganización del Ejército, destrozado literalmente durante el bienio azañista. Triunfante el Frente Popular (16 febrero 1936), fue relegado con el destino más alejado posible: la Comandancia Militar de Canarias. Desde aquí, sin embargo, siguió manteniendo contacto con otros jefes interesados como él en impedir el avance del marxismo.

Movimiento Nacional. Al sublevarse contra el gobierno republicano las tropas de África (17 julio 1936), voló en avión a Marruecos y, contando con un plantel de oficiales hechos muchos de ellos a su sombra en la lucha contra el moro, tomó el mando de las mismas y a su frente se trasladó a la Península. Mola en Pamplona, Queipo de Llano en Sevilla, Varela en Cádiz, Carrasco en Córdoba, Cabanellas en Zaragoza, Moscardó en el Alcázar de Toledo, Aranda en Oviedo y Martín Alonso en Galicia, secundan el movimiento con ayuda de las milicias del Requeté, Falange y Renovación Española. Pero era precisa una cabeza rectora. Nadie poseía un prestigio tan incólume como el general Franco, que el 29 de septiembre fue nombrado generalísimo de las fuerzas de tierra, mar y aire por la Junta de Gobierno que funcionaba en Burgos. La guerra, larga y dura, puso una vez más de manifiesto las dotes de estratega del Generalísimo, que victoria tras victoria –toma de Málaga, acoso de Madrid, campaña del Norte, batalla de Alfambra, batalla del Ebro- va asestando golpes fatales al Ejército republicano. Por fin, al cabo de tres años de encarnizada lucha, comunica el 1 de abril de 1939 el parte de Burgos la ansiada noticia: “La guerra ha terminado”.

Jefatura del Estado. Franco, que había ganado la guerra, se propuso también ganar la paz. Pero no era fácil la empresa. Nombrado jefe del Estado, del Gobierno y de los Ejércitos de España por decreto de 30 de enero de 1938, caudillo y jefe del Estado por acuerdo del Gran Consejo de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. (5 junio 1939), Regente de la Monarquía según la Ley de Sucesión aprobada por referéndum celebrado el 6 de junio de 1947, el jefe del nuevo Estado hubo de enfrentarse con fenomenales problemas: la reconstrucción de un país asolado y empobrecido por la guerra, la resistencia a los halagos y amenazas de Hitler y Mussolini (Hendaya, 1940; Bordighera, 1941) que exigían la colaboración de España con el Eje en la II Guerra Mundial y, finalmente, la lucha contra la animadversión de las Naciones Unidas que en asamblea general (1946) adoptaron la resolución de recomendar a sus miembros que retiraran a sus representantes de España, lo que realizado por algunos Estados se tradujo en nuevas dificultades económicas. Hasta que, vueltas de su acuerdo, aprobaron su ingreso en la ONU nueve años más tarde por 55 votos a favor y 2 abstenciones. Hoy día pertenece España a casi todas las organizaciones mundiales. En 1953 firmó un Concordato con la Santa Sede y un tratado defensivo militar con Estados Unidos. El 1 de abril de 1958 devolvió espontáneamente a Marruecos la zona de protectorado al S del Draa y el 31 de agosto de 1961 repatrió del territorio marroquí las últimas unidades militares. En 1962 ha solicitado el ingreso en el Mercado Común Europeo. En el orden interno la tarea ha sido ingente: estructura de una nueva organización lo bastante tradicional para seguir siendo netamente española y lo suficientemente dúctil para adaptarse a los tiempos nuevos; suavización de las leyes penales mediante la aplicación del régimen de redención de penas por el trabajo; participación de los productores en las tareas empresariales por medio de los sindicatos; poderosa industrialización del país con la ayuda de un imponente complejo hidroeléctrico; repoblación forestal y resurgimiento de la agricultura merced a inteligentes planes de conservación y aprovechamiento; y, por encima de todo, una paz que no ha conocido España, en longitud de tiempo, a todo lo largo de su historia.  

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FRANCO BAHAMONDE, FRANCISCO. Jefe del Estado español, Generalísimo de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, artífice máximo de la victoria en la guerra de Liberación española (1936-1939). Segundo de los cinco hijos habidos en matrimonio por don Nicolás Franco Salgado-Araujo, contador de Navío de la Armada, y doña Pilar Bahamonde Pardo, de muy niño sintió la atracción del mar, y después de cursar las primeras letras en el Colegio del Sagrado Corazón, ingresó en el Colegio de Marina dirigido por el capitán de corbeta don Saturnino Suances, donde preparó las asignaturas del Bachillerato y otras exigidas para el ingreso en la Academia de la Armada, que no pudo efectuar por haber sido suspendidos hasta nueva orden por el Gobierno, los exámenes que daban acceso a dicha Academia. Para satisfacer el llamamiento vocacional de la Milicia, al cerrársele el camino del mar, trasladó sus exámenes a la Academia de Infantería de Toledo, en la que ingresó el 29 de agosto de 1907 y de la que salió el 13 de julio de 1910 con el grado de segundo teniente. Inició su carrera militar en el regimiento de Zamora núm. 8, de guarnición en El Ferrol, su ciudad natal, y sintiéndose llamado a arduas empresas de armas, solicitó y obtuvo el traslado a África, desembarcando en Melilla en el mes de febrero de 1912. Se incorporó al regimiento a que iba destinado, el de Infantería de África número 68; pero al organizar el general don Dámaso Berenguer las fuerzas de Polícía indígena, que más tarde habían de denominarse “Regulares”, fue uno de los primeros en inscribirse como voluntario para formar parte de la oficialidad de estas tropas. Recibió el bautismo de fuego el día 14 de mayo en la conquista del aduar Haddú-Allal-u-Kaddur, en Yadumen. Extinguida la guerra en la zona de Melilla se encendió en junio del mismo año 1914, en la de Tetuán, siendo El Raisuni el jefe soliviantador de las cabilas rebeldes, y en la operación de Igarduy ganó su primer ascenso por méritos de guerra, que le hizo primer teniente. Continuando la lucha contra El Raisuni, a propuesta del Alto Mando, ascendió a capitán a los veinte años. En junio de 1916, realizando una operación en la cabila de Anghera, cayó con el vientre atravesado por un balazo, al ocupar Biutz al frente de sus soldados, herida de la que se repuso pronto. Los méritos contraídos durante los tres últimos años de campaña en África le valieron una propuesta de ascenso que no prosperó en un principio debido a su edad, pues en las altas esferas oficiales se resistían a nombrar comandante a un oficial de veintitrés años. En compensación le fueron otorgadas la Medalla de sufrimientos por la Patria  y la Cruz de María Cristina; pero habiendo sido elevada al Rey una instancia en solicitud de mejora de recompensa, se le concedió el ascenso el 19 de julio de 1916 y asimismo se le abrió juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando. Ya comandante, pidió de nuevo mando de fuerzas en Marruecos, mas por no haber vacante hubo de aceptar destino forzoso en el regimiento del Príncipe, de guarnición en Oviedo, donde permaneció cuatro años. Al crearse en 1920 la “Legión Extranjera”, su organizador, el general Millán Astray, entonces teniente coronel, le designó para ser su colaborador, ofreciéndole el puesto de lugarteniente, que aceptó con entusiasmo. Desde abril de 1921 hasta junio de 1922, en que fue ascendido a teniente coronel, sustituyó en el mando del “Tercio” al teniente coronel Valenzuela, y, en 1921, contribuyó a la reconquista de toda la zona de Melilla. Al hacerse cargo del mando de la “Legión”, patentizó su heroísmo al liberar la posición de Tifaruin y al dirigir convoyes y reconocimientos. En octubre de 1923 pasó a la Península para contraer matrimonio con la hoy su dignísima esposa doña Carmen Polo y Martínez Valdés, de ilustre familia asturiana. Reintegrado a su mando en Marruecos, en enero de 1924 fue ascendido a coronel, siéndole concedida también la segunda Medalla Militar. Con este empleo formó parte de la Comisión de Estudios  que se reunió para planear el desembarco en la bahía de Alhucemas. Su actividad en Marruecos tuvo como colofón el desembarco en Alhucemas, que, bajo el mando de los generales Primo de Rivera y Sanjurjo, se verificó el día 8 de septiembre de 1925, siéndole confiado el mando de la columna de vanguardia, la cual se distinguió especialmente en la toma del monte Malmusis. General de Brigada a los 33 años de edad (1925), se le designó para organizar y dirigir la recién fundada (20 febrero 1927) Academia General Militar de Zaragoza, desde donde pasó, en 1933 a la Comandancia Militar de Baleares. Al año siguiente (27 marzo 1934) ascendió a General de División, siendo nombrado Jefe Superior del Ejército de África, y después Jefe del Estado Mayor Central. Desde tan alto puesto de mando, se esforzó por contener el movimiento revolucionario, cada vez más pujante; pero, al fin, pudo más la política y, destituido (fines de 1935), fue relegado a la distante Comandancia Militar de Canarias. Alzado el ejército de Marruecos contra la dominación roja en España, el general Franco se trasladó a Tetuán (19 julio 1936), tomó el mando del Ejército de África y emprendió la magna Cruzada de Reconquista de la Patria, con el apoyo de la exaltación patriótica de la mayor parte de la nación no maleada por teorías disolventes. Sus triunfos, que anularon la influencia soviética e implantaron el Nacionalsindicalismo, fueron coronados por la victoria final (1º de abril de 1939), que un mes más tarde fue celebrada solemnemente en Madrid, y en aquella ocasión se le impusieron las insignias de la Gran Cruz Laureada de San Fernando. En 1940, fue nombrado “Rector magnificus honoris causa” de la Universidad de Manila, alta y excepcional distinción otorgada por primera vez  en sus tres largos siglos de existencia por la Real y Pontifica Universidad de Santo Tomás, previa aquiescencia de la Santa Sede y de S.E. el presidente de la Mancomunidad de Filipinas, don Manuel L. Quezón. Además de las condecoraciones ya citadas se halla en posesión, entre otras, de la cruz de la Orden Militar de San Hermenegildo, de la Encomienda de la Legión de Honor francesa, del gran collar portugués de la Torre y la Espada, de la peruana Gran Cruz del Sol y de la Gran Cruz de Oro de la Orden del Águila Alemana. En 1953, Su Santidad Pío XII le concedió la Suprema Orden Ecuestre de la Milicia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la más alta condecoración de la Santa Sede. Entre sus trabajos como escritor ocupa lugar preferente Diario de una Bandera (1922), libro de profundas enseñanzas castrenses y de profecías ya cumplidas. Nació en El Ferrol (hoy, en su honor, Ferrol del Caudillo) el 4 de diciembre de 1892.  

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El Movimiento Nacional. En los últimos años, los sentimientos religiosos de gran número de españoles habían sido heridos; las fuerzas armadas, frecuentemente humilladas y la economía nacional llevada a un estado lastimoso por la lucha de clases. En este ambiente de dolor y desesperación había surgido la voz de José Antonio Primo de Rivera, hablando de una España mejor, inspirada en altos ideales y que recogiera el sentido tradicional de España, devolviéndole su fisonomía bajo formas nuevas. Fue el inspirador y creador de la Falange. El 18 de julio de 1936, los españoles comenzaron una nueva guerra de independencia, esta vez contra ideas y sentimientos extraños, que habían hecho presa en muchos españoles. El Ejército español, cumpliendo una vez más con su deber, y mostrando su espíritu de sacrificio, salvó a España de la revolución roja, y en esta obra tan gloriosa como dura, se vio asistido por la juventud española que, vistiendo camisa azul o tocada con boina roja, regó con su sangre el suelo de la  Patria. El Generalísimo Franco, al frente de las fuerzas marroquíes, cruzó el estrecho de Gibraltar y comenzó la lucha en la Península, donde otros generales la sostenían frente a los rojos. La gesta primera está llena de hechos heroicos, de todos conocidos y admirados. El Alcázar de Toledo y el Monasterio de Santa María de la Cabeza, son inolvidables en el mundo y recuerdan los más gloriosos días de nuestra inmortal historia. El día 1 de abril de 1939, el Generalísimo Franco anunció al mundo por la radio, en el último parte oficial: La guerra, ha terminado. La España Nacional labora actualmente por su reconstrucción, bajo la inspiración del Caudillo, Generalísimo Franco. España es un nuevo Estado que al internacionalismo en todos sus aspectos opone un fervoroso nacionalismo; a la lucha de clases, opone una armonía social basada en la hermandad y jerarquía entre todos los españoles, y al laicismo, opone un sentido católico y tradicional.  

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El Movimiento Nacional. En la primavera del año 1936 era en extremo crítica la situación de España. Hallábase en el Poder el llamado Frente Popular, constituido por la alianza de todas las fuerzas izquierdistas, unidas en el deseo de imponer definitiva y absolutamente su criterio al país. Los españoles estaban profundamente divididos, y una serie de huelgas, diarios conflictos y asesinatos políticos hacían cada vez más imposible toda convivencia. Los católicos no querían figurar en un régimen, que, separando la Iglesia del Estado, había visto con indiferencia la quema de iglesias y conventos, y, proclamando el laicismo en la enseñanza, impedía la acción tutelar de la religión en la formación de los futuros hombres. La inestabilidad económica era consecuencia de la inseguridad de la propiedad privada, y, por otra parte, grupos armados tenían intranquilo y atemorizado el ambiente del país. En estas circunstancias, el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, lanza su consigna de rescatar la patria en peligro de muerte. Con el Poder y sus hombres representativos no quiere nada. Al margen de toda componenda electoral propugna una actuación política nueva: el estilo ardiente, directo y combativo, como procedimiento de rescatar la nación, y para ello señala la definitiva misión del ejército. 

El asesinato de Calvo Sotelo, el 13 de julio de 1936, precipita los acontecimientos. El gran ministro de Hacienda del general Primo de Rivera es detenido en su domicilio por unos individuos con uniforme de las fuerzas de Orden público, y más tarde aparece abandonado en el cementerio, con el cuerpo acribillado a balazos. La seguridad personal no existe. El presidente del Consejo de Ministros declara en el Congreso de los Diputados que el Gobierno es beligerante contra el fascismo, y ante estas circunstancias, el ejército de Marruecos da el grito de rebeldía contra aquella situación que, de prolongarse más, puede llevar al abismo y al caos. 

El 17 de julio se inicia el Movimiento Nacional, que muy pronto adquiere vasta extensión entre las guarniciones peninsulares; pero el Gobierno republicano decide acabar definitivamente con el ejército, y después de armar a elementos indeseables, originando con ello una serie de saqueos y matanzas, empieza una guerra formal, sostenida con los fondos monetarios de los Bancos y establecimientos de crédito, de los que se incauta. El esfuerzo de Castilla, Galicia y Navarra a favor de las ideas españolas de orden y tradición es inmenso, y muy pronto son populares y queridas las figuras del general Mola y sus navarros; de Queipo de Llano, pacificador de Andalucía, y de tantos otros que, a lo largo de la campaña, demostraron su heroísmo y fortaleza. Nombrado generalísimo el Caudillo Francisco Franco, toma la guerra carácter de verdadera reconquista peninsular, y sus victorias resonantes (liberación del Alcázar, toma de Bilbao, reconquista de Teruel, gran batalla del Ebro, etc.) preparan el parte de guerra del día 1 de abril de 1939, en el que se hace saber a los españoles y al mundo el final victorioso de la cruzada. 

Desde entonces, la progresiva recuperación económica, social y esencial de España es un hecho palmario, a pesar de las inmensas dificultades que creó en el exterior la segunda contienda bélica mundial. Durante ella, y en la postguerra, la neutralidad y dignidad de la patria han sido tuteladas con acierto soberano, en tanto que la inquietud internacional va perfilando su actitud defensiva frente al peligro asiático del comunismo, cuyo primer debelador ha sido el generalísimo Franco, que, aunque apoyado en F.E.T. y de las J.O.N.S., expresión política del Movimiento Nacional, ha creado las Cortes Españolas, inspiradas en la tradición, y el Consejo de Regencia del Reino. Estas creaciones son base institucional de nuestra democracia orgánica.  

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FRANCO Bahamonde, Francisco. (1892-1975). Militar y estadista español. Participó en la guerra de Marruecos, alcanzando el generalato en 1925. En 1927 fue nombrado director de la Academia General Militar de Zaragoza. En 1934 sofocó la revolución de octubre de Asturias, y en 1935 ocupó el cargo de jefe del Alto Estado Mayor. Durante la guerra civil fue nombrado por la junta de Burgos Jefe del Gobierno y del Estado y generalísimo de los ejércitos, alcanzando la victoria el 1 de abril de 1939. Durante la II Guerra Mundial simpatizó con las potencias del Eje, por lo que España fue excluida de las Naciones Unidas (1946-55), retirándose los embajadores extranjeros. Todo ello implicó que Franco desarrollara una política autoritaria, asumiendo en su persona la totalidad de poderes y gobernando el país bajo un constante estado de excepción. En 1966 hizo aprobar a las Cortes la Ley Orgánica por la que se preveía la separación de los cargos de Jefe de Estado y de Gobierno, y en 1969 presentó al príncipe Juan Carlos como su sucesor. En 1973 renunció a las funciones de jefe de Gobierno, que asumió Carrero Blanco. El 30 de octubre de 1975 cedió las funciones del jefe del Estado al príncipe Juan Carlos a causa de la grave enfermedad que ocasionó su muerte el 20 de noviembre de 1975.  

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FRANCO Bahamonde (Francisco). Militar y estadista español (El Ferrol, 1892-Madrid, 1975). Su intervención en la guerra de Marruecos le valió, a los 33 años, el ascenso a general, entonces el más joven de Europa. Al ser restaurada la Academia General Militar de Zaragoza, Primo de Rivera le designó para dirigirla (1927). Clausurada ésta por la República (1931), Franco quedó en situación de disponible, pasando después a la Comandancia Militar de Baleares. En 1934 fue llamado por el ministro de la Guerra, Diego Hidalgo, para sofocar los movimientos revolucionarios de Asturias y, al año siguiente, el nuevo ministro, Gil-Robles, lo nombró jefe del Estado Mayor Central. Tras el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, fue trasladado a Canarias, desde donde se sumó a los iniciadores del alzamiento contra el Gobierno de la República (18 de julio de 1936). Pasó el Estrecho al frente del Ejército de África y se unió a las fuerzas sublevadas de la península. Después de una serie de triunfos militares, fue nombrado por la Junta de Defensa Nacional, de Burgos, jefe del Estado y generalísimo de los Ejércitos y alcanzó la victoria el 1 de abril de 1939, en parte contando con el apoyo de Hitler y Mussolini. Al término de la guerra civil, Franco asumía en su persona todos los poderes (supremo jefe del Gobierno y del Estado, y generalísimo de los Ejércitos). Su dominio personalista y autoritario caracterizó el largo período siguiente de la historia de España, configurando, ya desde sus primeros decretos, el carácter social y católico del régimen, sin dar opción alguna a los partidos y coartando todo tipo de libertades públicas. Evitó la entrada activa en la Segunda Guerra Mundial, pero simpatizó con las potencias del Eje, por lo que España quedó excluida del concierto de las Naciones Unidas (1946-1955). En marzo de 1947 un referéndum nacional le ratificó en la jefatura vitalicia del Estado y, en 1966, fue aprobada su propuesta de Ley Orgánica del Estado, en la que se preveía la separación de los cargos de jefe del Estado y del Gobierno. La institucionalización del régimen prosigue con el nombramiento del príncipe Juan Carlos como su sucesor a título de rey (julio de 1969). Sin embargo, después de renunciar a la jefatura del Gobierno a favor de Carrero Blanco (junio 1973), la muerte de éste en atentado (diciembre 1973) aceleró la disgregación del régimen, agudizada a partir de su enfermedad (julio 1974), durante la cual cedió temporalmente la jefatura del Estado al príncipe Juan Carlos. El 30 de octubre de 1975, a causa de la grave enfermedad que le produciría la muerte (20 noviembre), asumió de nuevo interinamente las funciones de jefe del Estado el entonces príncipe Juan Carlos, quien días después sería proclamado rey de España.  

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En ésta Enciclopedia publicada bajo la modalidad de fascículos por el diario “El Mundo”, después de dar una serie de datos sobre el nacimiento de Franco, sus campañas en África, su enlace matrimonial con doña Carmen Polo, expone que con el advenimiento de la segunda República y tras el triunfo de las derechas (CEDA), durante el bienio negro fue encargado de reprimir la huelga [lo que fue la Revolución socialista de Asturias de octubre de 1934, preludio de la guerra civil, lo califican de “huelga”]. Una vez finalizada la guerra civil “inició la reconstrucción del país, bajo un régimen fuertemente autoritario”. Relata la creación de las Cortes Corporativas (1942), el Fuero de los Españoles (1945) y la Ley del Referéndum Nacional (1945), así como los acuerdos con EE UU y el Vaticano. La aprobación de la Ley Orgánica del Estado (1966) y el nombramiento del príncipe Juan Carlos como su sucesor a título de rey en 1969. El asesinato del presidente del Gobierno, Carrero Blanco por ETA, lo fija en el mes de noviembre de 1973 [cuando en realidad el vil atentado se produjo el jueves 20 de diciembre de 1973]. A raíz de la primera enfermedad de Franco en julio de 1974, se puede leer que “la debilidad de su poder en esta última etapa acrecentó el rigor de la represión, que culminó con el fusilamiento (septiembre 1975) de cinco militantes de la oposición armada [o sea que los tres miembros del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico) y dos de ETA (Euskadi ta Askatasuna) culpables de varios asesinatos de policías y de militares, los califica de “oposición”]. La biografía de Franco según esa Enciclopedia termina así: 

“tras una agonía prolongada infructuosamente, fallecía el 20 de noviembre”.  

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  Ciències Socials de Jaume Reula i Biescas. Editorial Brúixola. Barcelona, 1998. 

[Libro en catalán, lengua obligatoria en la enseñanza en Cataluña]


Este libro de texto, escrito en catalán, dentro del programa de inmersión lingüística patrocinada e impuesta por Jordi Pujol y sus nacionalistas, corresponde al Segundo Ciclo de la Educación Secundaria Obligatoria. Procederemos a su traducción al español, con permiso del “molt honorable”.

La guerra civil española. La guerra civil fue el acontecimiento más traumático de nuestra historia contemporánea. Los enormes padecimientos que provocó, aún perduran en la memoria de muchos ciudadanos. [En el pie de una foto de Calvo Sotelo, pone: El político conservador José Calvo Sotelo fue asesinado el 13 de julio de 1936 por unos policías republicanos como represalia por la muerte del teniente José Castillo a manos de unos falangistas. Este hecho se convirtió en el pretexto para el alzamiento militar].

El alzamiento militar. Después de las elecciones de febrero de 1936, un grupo de militares coordinados por los generales Emilio Mola y José Sanjurjo planearon una conspiración. El objetivo era derrocar el gobierno del Frente Popular. El alzamiento se inició en el Marruecos español el día 17 de julio y se extendió a las guarniciones de la península durante los dos días siguientes. Los nacionales (con el soporte de los carlistas, la Falange y a menudo de la Guardia Civil) consiguieron controlar Sevilla, Álava, Navarra, Castilla la Vieja, Galicia y la mitad occidental de Aragón. Sin embargo, fracasaron allí donde los obreros estaban bien organizados y en donde las fuerzas de seguridad, o una parte de los oficiales, permanecían fieles a la República: Asturias (con la excepción de Oviedo), Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Madrid, Barcelona, Menorca, País Valenciano, Castilla la Nueva, Andalucía oriental y Badajoz. [Después de relatar muy someramente “las operaciones bélicas” (sin comentario alguno a las gestas del Alcázar de Toledo, cuartel de Simancas, Santuario de Santa María de la Cabeza, etc.), pasa a comentar, con la batalla del Ebro, la caída de Barcelona y de Cataluña, y el final de la guerra el 1 de abril de 1939]. Prosigue: La guerra civil provocó más de medio millón de muertos y cuatrocientos mil refugiados. Los vencidos sufrieron una represión implacable. Muchos de los que se exiliaron no volvieron jamás a España.

El franquismo. El gobierno republicano, una vez derrotado, fue sustituido por un nuevo régimen dictatorial que gobernó España durante treinta y seis años: el franquismo. El general Franco controló todo el poder, como jefe de Estado, presidente del gobierno, poseedor del poder legislativo, comandante supremo del ejército y máximo dirigente del único partido político permitido, el Movimiento Nacional. El dictador jamás aprobó ninguna medida de perdón o de reconciliación con los derrotados, y siempre pensó que la represión era la mejor respuesta a los que se atreviesen a reivindicar la democracia perdida. Las naciones occidentales, y también muchos ciudadanos españoles, consideraron siempre que el franquismo no tenía legitimidad moral para gobernar. [En el pie de una foto de Franco, se lee: Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), autoproclamado Caudillo de España].

Los años de aislamiento. Cinco meses después de acabar la Guerra Civil Española estalló la Segunda Guerra Mundial. Franco manifestó su simpatía a las potencias fascistas y hasta a raíz de la entrevista con Hitler (octubre de 1940), parecía que España intervendría al lado del Eje. En la operación Barbarroja contra la URSS participaron 20.000 voluntarios españoles, pero Franco mantuvo finalmente la neutralidad, consciente de que el país estaba arruinado por los tres años de guerra. Sin embargo, esta neutralidad no evitó que al acabar la guerra mundial, España quedase aislada internacionalmente. El régimen de Franco, en el contexto en que la democracia había derrotado al fascismo, parecía destinado a desaparecer. España quedó al margen de la ONU, la cual además aprobó una resolución de condena al régimen dictatorial español (diciembre de 1946). Los años de aislamiento (1945-1951) aumentaron el padecimiento de la población. En 1939, la economía había quedado muy deteriorada, y muchos de los profesionales más cualificados habían huido o habían sido encarcelados. En 1945, además, desaparecía la posibilidad de recibir ayuda del exterior. La política económica del gobierno, basada en la autarquía y en el control público de los sectores más importantes, resultó un fracaso, tanto para la industria como para la agricultura. Las cosechas no permitían garantizar el abastecimiento, y se tuvo que racionar los alimentos. Aquellas personas que no podían pagar los altísimos precios del mercado negro (el estraperlo) pasaron gana y miseria. Al comienzo de los años cincuenta, el régimen franquista consiguió romper el aislamiento internacional a que estaba sometido, gracias al acercamiento a la Santa Sede, de un lado, y a los Estados Unidos, de otro. [...] Los norteamericanos buscaban aliados en su pugna con la URSS, y encontraron en Franco un anticomunista convencido. [...] Poco a poco, las naciones occidentales reabrieron las embajadas en Madrid, cerradas desde 1947. En 1955, España fue admitida como miembro de la ONU. En 1959, la visita del presidente Eisenhower al Estado español acabó de fortalecer las buenas relaciones entre Washington y Madrid. 

[Como ejercicios propuestos a los alumnos figuran dos muy significativos: 

1). Franco estableció un régimen autoritario y personalista. Demuestra esta afirmación con el máximo número de argumentos posibles. 

2). Averigua que significa el término “legitimidad”. ¿Crees que un régimen político impuesto mediante la violencia e incapaz de respetar los derechos de los ciudadanos puede ser considerado legítimo?].

Los años del desarrollo. [...] Durante los años sesenta se produjo un gran desarrollo. El capital llegó atraído por un mercado favorable y una mano de obra abundante y barata. [...] Una vez superados los años de la autarquía, los ciudadanos comenzaron a disfrutar de las ventajas del progreso. Aumentó el nivel educativo y cultural, y se instauraron nuevos modelos de conducta. Pasar las vacaciones en la costa, por ejemplo, dejó de ser un símbolo de refinamiento aristocrático. En las playas, los españoles se relacionaron con turistas que llegaban en masas de los países democráticos del norte de Europa, y poco a poco comenzaron a sentirse identificados con sus costumbres y sus ideas. A comienzo de los años setenta, en España se vivía una situación paradójica. De un lado, la sociedad se había hecho más moderna y europea, más tolerante y abierta. Por otro lado, el régimen continuaba aferrado al espíritu autoritario de 1939.

La lucha para la democracia. [...] Durante los últimos años del franquismo, la falta de legitimidad democrática del régimen fue sistemáticamente denunciada en ámbitos tan diversos como la Universidad, el movimiento obrero (que se organizó alrededor del sindicato Comisiones Obreras, nacido en 1962) o sectores de la misma Iglesia. Las manifestaciones de protesta y las huelgas menudeaban. A veces, la oposición se manifestaba de forma radical y violenta. La organización terrorista ETA (Euskadi ta Askatasuna), nacida en 1959 para reivindicar la independencia del País Vasco, inició una campaña de atentados sangrientos. El régimen respondió con la represión policial y judicial, y con la convocatoria de manifestaciones masivas de apoyo al dictador. A pesar de las protestas, Franco estaba dispuesto a hacer que su régimen perdurase después de morir él. En 1969, las cortes franquistas designaron como sucesor de Franco al príncipe Juan Carlos de Borbón, nieto de Alfonso XIII, que se había educado en España y que el viejo general esperaba que se mantuviese fiel a los principios del régimen. En junio de 1973, Franco se desvinculó por primera vez del cargo de jefe de gobierno, que traspasó a su hombre de confianza, el almirante Carrero Blanco. Pero Carrero Blanco fue asesinado por ETA el 20 de diciembre de 1973. Entonces se abrió un paréntesis de incertidumbre, agravado por el deterioro físico de Franco, que murió el 20 de noviembre de 1975. Juan Carlos asumió el control del Estado, en un principio dentro de las normas del sistema franquista. Sin embargo, se acercaban tiempos de cambios políticos profundos.

Los últimos meses de la vida de Franco fueron muy agitados. Los efectos de la crisis del petróleo, los atentados, las movilizaciones antifranquistas constantes, las ejecuciones de terroristas y la invasión marroquí del Sahara español, crearon una situación de gran inquietud política. [En el pie de foto del entierro del Caudillo, pone: Francisco Franco, protagonista de la dictadura más larga de la historia contemporánea de España, fue enterrado en el Valle de los Caídos el 23 de noviembre de 1975].

Cataluña bajo el franquismo.

Años de represión. En 1939, los catalanes perdieron las libertades democráticas. No pudieron votar y además les fue prohibido expresarse, reunirse y asociarse libremente. La Generalitat fue anulada y en su lugar se implantó una autoridad política centralista, representada en Cataluña por los gobernadores civiles. Además, el Principado sufrió una persecución de la lengua y de la cultura propia. Franco, tal como había hecho Felipe V, pero con unos medios mucho más poderosos a su alcance, intentó borrar los hechos diferenciales de Cataluña. La manera de conseguirlo fue la siguiente: 

Condenar al exilio o a la prisión a los intelectuales que no eran franquistas. 

Prohibir el uso público de la lengua catalana, tanto hablada como escrita, en las instituciones, en los medios de comunicación y en la enseñanza. 

Crear una cultura de masas favorable al régimen. El control de la información en los medios de comunicación, como también en el uso de la censura, extendieron los valores del gobierno franquista y arrinconaron cualquier manifestación de catalanismo. 

Sin embargo, muchos catalanes se enfrentaron activamente a la represión. Entre 1944 y 1949, coincidiendo con la derrota del nazismo, la oposición política al franquismo se fortaleció e incluso algunos grupos aislados llevaron a cabo acciones armadas. En 1944, el Valle de Arán fue ocupado por los “maquis”, una guerrilla de ex combatientes republicanos que se infiltraron desde Francia para provocar una insurrección popular antifranquista. En el ámbito cultural había la voluntad de mantener viva la lengua y los símbolos propios. Rápidamente se organizaron clases de catalán en domicilios particulares y publicaciones clandestinas, y también celebraciones que, por su cariz religioso, eran consentidas por el régimen, como la entronización de la Virgen de Montserrat (1947), que atrajo millares de peregrinos a la montaña, convirtiéndose en un acto de afirmación catalana. La época en que hubo más personas comprometidas en la lucha contra el franquismo (dentro del movimiento obrero, el nacionalismo o en grupos de estudiantes) fue en los años sesenta y setenta. [...] Los miembros más destacados del movimiento nacionalista, como Jordi Pujol, surgieron de la pequeña burguesía catalana y católica, y se distinguieron por su apoyo a todo tipo de iniciativas culturales (revistas y libros en catalán, organismos de promoción cultural, centros pedagógicos, la Nueva Canción [Nova Cançó], etc.). También se protagonizaron acciones de gran eco propagandístico, como el boicot contra “La Vanguardia” (en 1959, después de que el director, Luis Martínez de Galinsoga, insultase públicamente a los catalanes), las declaraciones antifranquistas del abad de Montserrat, Aureli Escarré (1963), o la campaña que bajo el lema “Volem bisbes catalans” [“Queremos obispos catalanes”] (1966), se inició cuando Marcelo González fue nombrado arzobispo de Barcelona.

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  Conclusión.

Prohibido loar a Franco en los libros de texto “democráticos”.


Aunque resulta harto difícil sorprenderse en estos tiempos de libertades y democracia, -o mejor dicho, de oclocracia (del griego oclocratia, gobierno de la muchedumbre o de la plebe)- la noticia recogida por los medios de comunicación a finales del mes de marzo de 2001, es como dejar “pasmao” –que diría el intelectual numerador de galápagos y profundo latinista, Alfonso Guerra-, al sufrido españolito de a pie. El encabezamiento de la noticia decía así: 

“Suiza: 4.000 hijos de españoles leen textos que loan a Franco”. 

Y a continuación: 

El libro de dos centros del MEC (Ministerio de Educación y Cultura) destaca su “audacia”, “fino instinto” y “arrojo”. ¡Habrase visto tamaño dislate! ¡Parece increíble que a estas alturas de la película se presente al “terrible dictador” como “audaz”, “brillante militar”, “valeroso” y de un “certero instinto”!. 

Como eso no se podía consentir, un grupo de emigrantes españoles hizo llegar al Ministerio de Educación una denuncia contra este “espantoso” libro de texto con que estudiaban sus hijos, en el que se ensalzaba, nada más y nada menos, la figura de Franco, a la vez que se mostraban escandalizados porque sus descendientes habían tenido que escuchar cosas como estas en el aula, a través del manual de la editorial Santillana. Según la nota, “afortunadamente el Ministerio de Educación ordenó inmediatamente la retirada de este ofensivo manual. No podía ser de otro modo, aunque cabía preguntarse por las razones que llevaron al citado Ministerio, en el año 1984, a autorizar oficialmente este libro como texto escolar”.

El portavoz de Izquierda Unida, Felipe Alcaraz, calificó esta hagiografía como “lectura perversa”, ya que el retrato que se hacía de Franco como “brillante militar, creativo estratega y pacificador de España”, cuando nada más se dedicó a “amparar el secuestro de las libertades, los derechos y la democracia en España”. (Esta denuncia realizada por uno de los herederos del Partido Comunista, no deja de ser chusca).

A los pocos días de salir publicada esta noticia, el director general de Santillana Educativas, negaba dicha comunicación, afirmando que el texto educativo estaba descatalogado desde hacía varios años, y que además no decía ni por asomo lo que la información periodística pretendía presentar,

“ya que la figura de Franco, no se resalta, ni mucho menos, sino que se presenta como la de un dictador que impidió en España durante años el ejercicio de las libertades”. 

Una vez leídas las dos “versiones” se llega a la clara conclusión de que gozamos de una magnífica transparencia informativa, tal como corresponde a una auténtica y verdadera democracia. Con la retirada del tendencioso y desestabilizador texto, se logró la tan deseada libertad de expresión, evitando la denostada censura protagonizada por la oprobiosa. A partir de esa democrática medida, se tendrá que hacer desaparecer también todos los libros, diarios y revistas que han osado hablar bien de Franco. Para empezar habrá que aniquilar las manifestaciones que hiciera en su día el Ministro de Guerra de la República, Diego Hidalgo Durán: 

“Conocí al general Franco en Madrid, en el mes de febrero de 1934. Lo traté por primera vez en mi viaje a Baleares y en aquellos cuatro días pude convencerme de que su fama era justa. Entregado totalmente a su carrera, posee en alto grado todas las virtudes militares y sus actividades y capacidad de trabajo, su clara inteligencia, su comprensión y cultura están siempre puestas al servicio de las armas”. 

A la hoguera habrá que enviar el escrito sobre el juicio que hizo el socialista Indalecio Prieto Tuero

“No he de decir ni media palabra en menoscabo de la figura del ilustre militar. [...] Para mí, el general Franco llega a la fórmula del valor, es un hombre sereno en la lucha. Tengo que rendir homenaje a la verdad”. 

Al fuego eterno con las declaraciones del que fuera presidente de EE UU, Eisenhower

“Admiraba a Franco como general, pero ahora le admiro también como estadista”. 

Al averno con el “piropo” que le lanzó el mariscal francés Henri Philippe Pétain: 

“Franco, la espada más limpia de Occidente”. Y por último, también tendrá que ser retirado de la circulación, lo proclamado por el Rey Don Juan Carlos de Borbón, el 22/XI/1975: “El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado. Su recuerdo constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad que asumo al servicio de la Patria. Es de pueblos grandes y nobles saber recordar a quienes dedicaron su vida al servicio de un ideal. España nunca podrá olvidar a quien como soldado y estadista ha consagrado toda su existencia a su servicio”.


Prohibido hablar de El Alcázar de Toledo en los libros de texto “democráticos”.


En el magnífico libro “El Alcázar de Toledo: final de una polémica” de Alfonso Bullón de Mendoza y Luis E. Togores. (Actas Editorial. Madrid, 1997), Fernando Esquivias Franco, esposo de la hija del general Moscardó, doña Marichu Moscardó (epd), escribe en el prólogo lo siguiente:

[...] Uno de los casos más notorios de manipulación, de mentira sistemática, de reiteración de falsedades, lo constituye la historia de lo acontecido en la Guerra Civil Española durante el asedio del Alcázar de Toledo, tal vez el acontecimiento más universalmente conocido de los que se sucedieron en esos tres trágicos años. Fue sin duda inconmensurable la difusión que tuvo la gesta que dentro de sus muros protagonizaron sus defensores, acrecentada aún más, si cabe, por el episodio heroico de la negativa del jefe de la defensa, el entonces coronel Moscardó, a rendir la fortaleza aún a riesgo de la vida de uno de sus hijos, el cual fue asesinado por quienes en vano asediaron el Alcázar durante dos largos meses del verano de 1936. [...] Es harto curioso a la par que indignante ver cómo en los libros escolares de Historia en los que se forma la juventud española no aparece, salvo en contadísimas excepciones, ninguna cita, ninguna alusión al Alcázar de Toledo”.  

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