BIOGRAFÍA

Fernando Vizcaíno Casas (Valencia 1926, Madrid 2003), abogado, periodista y escritor, tras una dura lucha con el cáncer, falleció este domingo pasado. 

El hijo del paragüero, escapando a la vida que el destino le tenia deparada detrás de un mostrador, llegó a ser más que un abogado con gran éxito profesional (dijeron que fue el padre del derecho cinematográfico en España), y un periodista de raza (ahí quedan páginas suyas que ya son historia, como la última entrevista a Manolete): Vizcaíno logró el milagro de que le leyeran en un país con una cierta aversión por los libros. Y no solo capturó la fidelidad de su público, sino que mantuvo ésta a pesar de que el hecho de ser un maldito del sistema le mantuviera al margen de los suplementos culturales y otros refugios de pseudointelectuales, cuando no era simplemente vilipendiado por ellos. 

A pesar de la fama de intransigente que la envidia se encargó de propalar, fue un hombre liberal en el mejor sentido de la palabra: pocos podían presumir como el de que su firma apareciese al tiempo en medios tan distintos y distantes como Interviu y El Alcazar. Libertad que no siempre fue correspondida, como demuestran sus salidas de distintos medios de comunicación, de entre las que destaca la ignominiosa conclusión de su colaboración con su periódico de toda la vida, Las Provincias, tras la compra de éste por el grupo vasco Correo. 

Quizá fue su fama de escritor franquista la que unida a su éxito le granjeó el mayor número de enemigos. Sanbenito que rechazaba, pues como bien indicaba solo había hablado explícitamente del Caudillo en una de sus obras, aunque sin unirse a la costumbre de alancear moros muertos, pues si algo reflejó bien en su obra y en su vida fue el respeto que le producían las figuras de Franco y de José Antonio Primo de Rivera (fue miembro de la Plataforma 2003, promotora de la conmemoración de su centenario). Fue precisamente esta gallardía, unida a unas estupendas formas al escribir que ya alumbraban desde que empezara a publicar con 22 años críticas de cine en "Acción", revista del SEU,  lo que lo convirtió en un verdadero fenómeno sociológico que fue estudiado en diversas tesis doctorales, por supuesto, fuera de España. 

Su público constante supuso para el una mejor recompensa que sus muchos premios y reconocimientos (Premio Teatral para Universitarios Hispanoamericanos, con “La senda iluminada”, Premio para Noveles con “Los derrotados”, Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca con “'El baile de los muñecos”, Premio Valencia de Teatro con “El escultor de sus sueños”, Medalla del Círculo de Escritores Cinematográficos, Medalla de oro al Mérito en el Trabajo, Miembro de la Academia de Artes y Ciencias de San Andrés de Roma -1958- y del Consell Valenciá de Cultura). Este mismo éxito fue el que evitó que ganara galardones tan prestigiados como el premio Planeta, ya que como Lara le dijo a él no le hacían falta premios para vender más libros. 

Fernando se ha ido, pero nos queda su obra, demasiado larga para enumerarla y con tantos éxitos jalonándola que resultaría complejo no caer en olvidos imperdonables. Aun así, resultan imprescindibles sus grandes éxitos “Contando los 40” (1971),  "De camisa vieja a chaqueta nueva" (1976), “Y al tercer año resucitó” (1978), “Las autonosuyas" (1981),  "Isabel, camisa vieja" (1987) y "Los rojos ganaron la guerra" (1989), así como sus memorias, “Los pasos contados”, en tres volúmenes (2000-2002). Además de estos, para entender mejor la personalidad de este “hombre del 23-F” (día en que nació) cabe recomendar un par de obras más: “Zona Roja” (1986) donde novela parte de su infancia en la Valencia en guerra y su diario de un año, “Un año menos” (1979) coincidente con la muerte de su padre. 

Siempre llevó la cuenta de los ejemplares que firmaba. El último, dedicado a San Pedro, concluirá este control iniciado en 1949. Descanse en paz.

Por Juan Vicente Oltra.

 

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