INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

Actualizada: 15 de Junio de 2.010. 

 
 
Generalísimo.

 

Biografías.


Cronología.


Habla el Caudillo.


Retratos.


Fotos 1.


Fotos 2.


Especial 20N-03.


Especial 20N-04.


Especial 20N-05.


Especial 20N-06.


Especial 20N-07.


Especial 20N-08.


Franquismo.

 

Mitos.


Mentiras.


Actos 20N-03.


Actos 20N-04.


Actos 20N-05.


Actos 20N-06.


Actos 20N-07.


Actos 20N-08.


Actos 20N-09.



Actualidad.

 

Noticias.


Temas varios.


Artículos.


Calendario.


Opinión.


23-F.


Difusión.

 

Música.


Descargas.



Personalidades.

 

Carmen Polo de Franco


L. Carrero Blanco


José Calvo Sotelo


F. Vizcaíno Casas



  Franco y la Segunda Guerra Mundial


"Operación Félix" para la toma de Gibraltar

Eduardo Palomar Baró.



La Operación Félix era el nombre dado para un plan hispano-alemán propuesto para tomar Gibraltar durante la Segunda Guerra Mundial. Fue programado para el 10 de enero de 1941 pero nunca fue ejecutado. Los detalles del plan fueron discutidos en el encuentro que tuvo lugar en Hendaya, el 23 de octubre de 1940, entre Franco y Hitler.

El Caudillo, en esta entrevista, hizo cuanto pudo para mantener el difícil equilibrio frente a las presiones del Führer, pasando revista al estado de nuestra industria, nuestros transportes, nuestra situación agrícola, nuestro sistema de racionamiento y nuestras dificultades con el comercio y los transportes internacionales. Dando cifras exageradas de nuestras deficiencias, demostró que para poner a España en situación de combatir era necesario dotarla de todo, y hacernos desde Alemania una transferencia de recursos que de ningún modo podía esperarse como no fuese a plazo largísimo.

Franco también expuso el tema de las reivindicaciones españolas en Marruecos, pidiendo sobre esto un compromiso formal y previo para participar inmediatamente en la guerra. Hitler puso muchas objeciones, no comprometiéndose a nada porque ello hubiera destruido su política de aproximación con la Francia de Vichy, y dejó el asunto abierto para “después de la victoria”, pues tenía concertada para el día siguiente una entrevista con el mariscal Pétain en Montoire.

No es difícil imaginar los comentarios de Hitler en la tarde del 24 de octubre de 1940 y en otra estación, la de Montoire, cuando Ribbentrop, antes de la entrevista con el mariscal Pétain, le informa sobre el final de las conversaciones en la frontera.

Montoire fue, en frase del Dr. Paul Schmidt, intérprete germano, otro “monólogo en un tren” y el Führer tampoco logró resultados concretos, pero aunque el veterano mariscal jugó a dos barajas y tranquilizó simultáneamente a los ingleses, tuvo que conceder algo vital en el terreno de los símbolos; en la declaración oficial francesa del día 26 suena por primera vez la palabra que los años y los hechos harían fatídica: “El principio de la colaboración”.

El día 28, con preaviso de sólo tres días a Hitler, Mussolini ordena a su ejército de Albania que ataque a Grecia. Es un disparate estratégico que a la larga favorece a Franco, ya que va a forzar la intervención alemana en los Balcanes; pero de momento Hitler apremia con mayor energía a los españoles para el cierre del Mediterráneo. El testimonio del general Heinz Guderian es importante: “El primer resultado del arbitrario gesto de Mussolini –según me dijo Hitler– fue que Franco decidiese evitar la colaboración con las potencias del Eje, ya que no deseaba comprometerse con personas que actuaban tan imprevisiblemente”.

En mayo de 1943 Hitler confiaba a Karl Dönitz: “El ataque italiano a Grecia disgustó a España”. El ataque, además de inoportuno, acabó en ridículo. Grecia no sólo resistió, sino que avanzó sobre Albania.

El chiste de más éxito en España fue el cartel ateniense: “Si quieres visitar Italia, alístate en el ejército griego”. El 28 de octubre de 1940, en Florencia, Hitler se había desahogado con Mussolini al referirle sus frustraciones en la entrevista de Hendaya.

 

ARRIBA  



Son los meses de máximo peligro para España en la fase alemana de la guerra. Hitler va a endurecer su decisión, convirtiéndola en seca instrucción operativa para sus divisiones. España debe acentuar, ante ello, sus concesiones verbales y marginales. Serrano Suñer, al dejar Gobernación, perdió el control directo de la prensa, pero mantenía sus contactos personales y los órganos oficiosos se inclinaban cada vez más parcialmente hacia la intervención. El 1 de noviembre llega a Inglaterra la misión dirigida por el teniente coronel Juan Antonio Ansaldo Bejarano, con los capitanes Larios y Avial, que pueden comprobar la tremenda voluntad británica de resistencia.

El Estado Mayor alemán, reunido con Hitler, decide respaldar a Italia tras su mal paso contra Grecia, pero también acelerar la Operación Félix contra Gibraltar. Cincuenta expertos alemanes estudian en Madrid los detalles de la operación y de la posible invasión alemana a Portugal a través de España, para lo que necesitan el acuerdo de España, que nunca obtuvieron.

Intenta Franco mantener en forma a su ejército con unas intensas maniobras militares en las vaguadas de Colmenar Viejo.

Los aviones torpederos de la escuadra británica de Alejandría, “Swordfish” y “Fulmar” que despegan del portaaviones “HMS Illustrious” hunden material y dejan averiados tres acorazados: “Vittorio”, “Cavour” y “Duilio” de la base naval italiana   de Tarento, ubicada en la zona costera de Abulia en el istmo de la Península Salentina, el 11 de noviembre de 1940. Esa fecha es la que llevaba la versión formal del protocolo de Hendaya, firmada por Serrano Suñer, en la que España se reservaba la decisión sobre la entrada en la guerra y la fecha de esa entrada.

 

ARRIBA  



El 12 de noviembre de 1940, Hitler firma la Instrucción nº 18 para la ejecución de la Operación Félix, sobre la toma de Gibraltar. 

Chefsache

Cuartel General del Führer

12 de noviembre de 1940

Máximo Secreto

El Führer y Comandante Supremo de la Wehrmacht WFSt/Abt. L (I) Nº. 33 356/40 g. K. Chefs

Para Oficiales Solamente

Instrucción Nº. 18

Las medidas tomadas por los Altos Mandos para la preparación de la conducción de la guerra en el futuro inmediato, deben realizarse de acuerdo con los siguientes principios básicos:

1. Relaciones con Francia

El objetivo de mi política hacia Francia es el de cooperar con ese país de la manera más efectiva para prosecución de la guerra contra Inglaterra. Por los momentos Francia tendrá el rol de “potencia no beligerante” que deberá tolerar las medidas militares alemanas en su territorio, especialmente en las colonias africanas, y dar apoyo, en la medida que sea posible, aún utilizando sus propios medios de defensa. La más preocupante tarea de los franceses es la protección ofensiva y defensiva de sus posesiones africanas (África Occidental y Ecuatorial) en contra de Inglaterra y el movimiento de De Gaulle. A partir de esta situación la participación de Francia en la guerra contra Inglaterra se irá desarrollando en toda su fuerza.

A excepción de los trabajos en curso de la Comisión de Armisticio, las discusiones con Francia que se ligan a mi reunión con el Mariscal Pétain serán conducidas inicialmente de manera exclusiva por el Ministro del Exterior con la cooperación del Alto Mando de la Wehrmacht.

A la conclusión de esas discusiones seguirán Instrucciones más detalladas.

2. España y Portugal

Se han iniciado las medidas políticas para inducir a España a ingresar prontamente en la guerra. El objetivo de la intervención alemana en la Península Ibérica (Operación Félix) será el sacar a los ingleses del Mediterráneo Occidental.

Para este propósito:

a) Gibraltar debe ser tomado y el Estrecho de Gibraltar cerrado.

b) Se debe evitar que los ingleses pongan el pie en otro punto de la Península Ibérica o de las islas atlánticas.

Para la preparación y ejecución de la operación se pretende lo siguiente:

Sección I:

a) Grupos de reconocimiento (oficiales en ropas de civil) completarán el requisito de preparación de la ejecución de la operación contra Gibraltar y para la captura de los campos aéreos. En lo concerniente al camuflaje y la cooperación con los españoles ellos estarán regidos por las medidas de seguridad del Departamento de Inteligencia Exterior.

b) Unidades especiales del Departamento de Inteligencia Exterior en cooperación encubierta con los españoles, tomarán medidas para la protección del área de Gibraltar contra los intentos ingleses para extender el área de vigilancia o descubrir prematuramente y entorpecer los preparativos.

c) Las unidades designadas para las acciones se alistarán lejos de la frontera franco-española y sin darle a las tropas explicaciones prematuras sobre la operación. La alerta preliminar para el comienzo de las operaciones serán emitidas 3 semanas antes que las tropas crucen la frontera franco-española. (Pero solamente después de terminados los preparativos respecto a las islas atlánticas).

En vista de la limitada capacidad de los ferrocarriles españoles, el Ejército designará mayormente unidades motorizadas para la operación de manera que los ferrocarriles sólo sean usados para suministros.

Sección II:

a) Dirigidos por observaciones en las cercanías de Algeciras, unidades de la Luftwaffe conducirán ataques aéreos desde suelo francés contra las unidades de la flota inglesa fondeadas en la Bahía de Gibraltar y después del ataque aterrizarán en aeropuertos españoles.

b) Poco después las unidades asignadas para actuar desde España cruzarán la frontera franco-española por tierra o por aire.

Sección III:

a) El ataque para la captura de Gibraltar será ejecutado por tropas alemanas.

b) Las tropas se organizarán para marchar hacia Portugal en caso de que los ingleses traten de poner el pie en ese país. Las tropas designadas para esto marcharán hacia España inmediatamente después de las fuerzas asignadas para Gibraltar.

Sección IV:

Si fuera necesario, se tendrá el apoyo de los españoles del lado del Marruecos Español para cerrar el estrecho después de la captura de Gibraltar.

Se aplicará lo siguiente relacionado con el poderío de las unidades comprometidas en la Operación Félix:

Heeres:

Las unidades designadas para Gibraltar deben ser lo suficientemente fuertes para tomar el Peñón aún sin la ayuda española. Conjuntamente, un grupo menor debe estar disponible para apoyar a los españoles en el supuesto caso de que los ingleses intenten desembarcar en otro lugar de la costa española.

Para la posible marcha hacia Portugal, se tendrán listas principalmente unidades móviles.

Luftwaffe:

Para el ataque aéreo del puerto de Gibraltar se asignarán fuerzas suficientes para garantizar un éxito rotundo.

Para las subsiguientes operaciones contra objetivos navales y para el apoyo a las unidades terrestres se transferirán a España unidades de bombardeo en picada.

Se asignarán suficientes unidades de Artillería Antiaérea para las fuerzas terrestres incluso para ser utilizadas contra blancos terrestres.

Kriegsmarine:

Se proveerán U-boots para combatir a la escuadra inglesa de Gibraltar, en especial para atacar la evacuación de la isla que se espera ocurrirá después del ataque aéreo.

Para apoyar a los españoles en la clausura del Estrecho de Gibraltar, se preparará la transferencia de baterías costeras con la cooperación con la Kriegsmarine.

No se prevé la cooperación de Italia.

Las islas atlánticas (particularmente las Canarias y las islas Cabo Verde) a raíz de las operaciones en Gibraltar ganarán importancia para la conducción de nuestras operaciones navales y también para los ingleses. El Comandante en Jefe de la Kriegsmarine y el Comandante en jefe de la Luftwaffe estudiarán como puede apoyarse la defensa española de las Canarias y cómo pueden ocuparse las islas de Cabo Verde.

De la misma forma requiero que se examine la cuestión de la ocupación de Madeira y de las Azores así como las ventajas y desventajas que tendrían para la conducción de la guerra naval y aérea.

Se me harán llegar esos exámenes a la mayor brevedad posible.

Firmado: Adolf Hitler

Pero Gibraltar no es el único objetivo ya que el fin general de la operación es “englobar toda la Península en el teatro de operaciones de los países del Eje y expulsar a la flota inglesa del Mediterráneo occidental”. El primer paso era la toma de Gibraltar; el segundo, invadir Portugal a través de España, si Inglaterra viola la neutralidad portuguesa; tercero, trasladar al norte de África dos divisiones (una de ellas acorazada) para asegurar esa zona. El mando nominal de la operación se reconocerá al jefe del Estado español. Si los españoles aceptan, podrán participar en el asalto a la Roca, pero su misión será asegurar el Campo de Gibraltar hasta la llegada de las tropas alemanas. La fecha para la entrada terrestre y aérea en España se fija en el 10 de enero de 1941.

La entrada en España se hará por Irún. El asalto masivo al Peñón comenzará unos 25 días tras el cruce de la frontera española. Se debe considerar a España como país aliado y aparentar que son los españoles quienes defienden las dos orillas del Estrecho una vez realizada la operación. Se entregará a España artillería para la defensa de Canarias. Los generales en jefe de Tierra, Mar y Aire enviarán al Cuartel General del Führer sus informes sobre preparación de estas operaciones el 16 de diciembre de 1940.

Es evidente su menosprecio por la cooperación española que parece dar por supuesta; no prevé que España pueda oponerse. Según el almirante Wilhelm Canaris el Führer confirmó ese menosprecio con esta expresión: “Con Franco o sin Franco tomaré Gibraltar”.

 

ARRIBA  



Unos días antes de esta Instrucción, von Ribbentrop invita formalmente a Serrano Suñer para un encuentro tripartito –ya que también está convidado Galeazzo Ciano– con Hitler en su Nido de Águilas de Berchtesgaden. Para halagar al ministro español, un lujoso coche-salón del tren “Heinrich”, le espera en la estación de Hendaya. El 14 de diciembre de 1940, Serrano Suñer inicia su segundo viaje a Alemania. Antes de partir asiste a una importante reunión del Alto Estado Mayor en El Pardo con Franco y con los tres ministros militares, Varela, del Ejército, Vigón, del Aire y el almirante Salvador Moreno, de Marina. El almirante presentó un informe de gran importancia. El ministro se limitó a transcribir casi exactamente el informe que le había entregado el 8 de noviembre de 1940 el jefe de operaciones del Estado Mayor de la Armada, capitán de fragata Luis Carrero Blanco.

En el informe de Carrero se apunta que las fuerzas alemanas se disponen a cerrar la tenaza sobre Suez, que Alemania ha desistido o al menos aplazado la operación de desembarco en Inglaterra, y que tiene decidido el cierre del Mediterráneo por Gibraltar y por Suez. La ocupación de Gibraltar requiere cooperación de España, que, al producirse, provocaría el corte de las comunicaciones atlánticas de España con pérdida de las aportaciones de combustibles y cereales que son imprescindibles para la vida de la nación. Mientras los ingleses estén en Alejandría, la única vía para el aprovisionamiento de España será la pirenaica, totalmente insuficiente: “Parece claro que por una razón de imposibilidad material España no intervenga en la guerra en tanto que el canal de Suez esté en poder de los ingleses”. En cambio, si el canal de Suez cae en poder del Eje, sería preciso inutilizar la base de Gibraltar, lo que exigiría la entrada de España en la guerra.

Luego Carrero se extiende en consideraciones sobre la situación después de la caída de Suez; que interesan menos ahora, porque la operación del Eje sobre Suez estaba ya muy comprometida cuando Serrano Suñer viajaba a Alemania, por el desastre naval italiano de Tarento y por las cada vez peores perspectivas que ofrecía la actuación militar de Italia en Grecia y en el norte de África. La condición sine qua non que había incluido Carrero en su informe de 8 de noviembre (y Moreno en el del 11) para que España interviniese en la guerra –es decir el dominio previo por el Eje del canal de Suez– se perdía en el mundo de los futuribles. Lo importante del informe Carrero-Moreno fue la tajante negativa a que España interviniese en el conflicto antes de que se cumpliera esa condición. A Serrano Suñer le impresionó el informe de la Marina, aceptado por Franco.

ARRIBA  



Llegó Serrano Suñer a la estación de Berchtesgaden el 18 de noviembre de 1940. No llevaba más mandato que el que se le había confiado en la reunión militar de El Pardo: “España no podía ni debía tomar parte en la guerra”.

Almorzó al día siguiente con Ciano y Ribbentrop; por la tarde le recibió Hitler, junto al ministro de Exteriores alemán en el Berghof.

Hitler no quiere que se repitan las frustraciones de Hendaya. Durante cuatro horas opresivas trata de imponerse sin apelación. En su primer alegato, de una hora ininterrumpida, comenta el error de Italia en Grecia. Estima esencial el cierre del Mediterráneo por uno y otro extremo. Amenaza sin ambages: de sus 230 divisiones pueden actuar inmediatamente: 186 sobre los Pirineos. Exagera ese número pero Serrano Suñer no puede saberlo. Concreta bruscamente: “He decidido tomar Gibraltar”.

Serrano Suñer se defiende, diciendo que llega sin mandato alguno, con carácter estrictamente personal. Ha observado una elevación de moral entre los partidarios de Inglaterra, por el retraso alemán en el ataque a las islas. Considera como esencial y previo el cierre del canal de Suez. La caída de Gibraltar cerraría el camino para el trigo de América, cuya necesidad España cifra en tonelajes mucho más elevados que en la conferencia de Hendaya; responde a la velada amenaza de Hitler con la evocación napoleónica: “El pueblo español se opondría a cualquier invasión”. Invoca a la opinión pública española, hostil a la entrada en guerra. Exige garantías escritas sobre las reivindicaciones de España y se extiende al expresar su amargura por la redacción final del protocolo de Hendaya.

Hitler, que ha intervenido varias veces, no puede más y estalla. “Los caballeros españoles tendrán que creer en mi palabra y no insistir en una declaración escrita precisa”. Continúa abruptamente la entrevista con la magnánima concesión de “algún mes más” para la entrada de España en guerra. Después Hitler recibe a Ciano y le advierte su firme decisión de avanzar por España, tomar Gibraltar y ocupar el norte de África. Ribbentrop vuelve a reunirse con Serrano Suñer, y sin esperar su aquiescencia, le advierte que España debe entrar en la guerra, a favor o en contra de Alemania, hacia Navidad.

Serrano Suñer, sin ceder en lo esencial, replica que comunicará la exigencia a Franco y concreta algo más que de costumbre, las buenas palabras sobre la reanudación de los suministros a los submarinos alemanes desde las costas españolas. A esta conversación asistió el embajador español en Berlín, general Eugenio Espinosa de los Monteros, informado por los alemanes, sin que Serrano Suñer le hubiera invitado. Espinosa de los Monteros envió luego un informe a Franco en que se reflejan las malas relaciones que mantenía con el ministro, pero también la firmeza de Serrano Suñer en su conversación con Ribbentrop.

ARRIBA  



El día 20 de noviembre emprende Serrano el camino de vuelta a España. Es evidente que Serrano Suñer logró regresar de su segundo viaje a Alemania sin agravar lo que Franco había defendido en la entrevista de Hendaya y sin comprometer a España para su entrada en la guerra. Esta es también la opinión del máximo especialista en las relaciones entre España y Alemania en este período, D.S. Detwiler. Pero Serrano Suñer, que volvía sin haber firmado compromiso alguno, era también portador de un ultimátum de Hitler a Franco.

Está en Madrid el 22 de noviembre; inmediatamente acude a una reunión en el palacio de El Pardo con Franco y los ministros militares. Seguramente había advertido, antes de volver, lo fundamental de su entrevista alemana, porque esa misma mañana del día 22 el general Dávila, jefe entonces del Alto Estado Mayor, había convocado una reunión previa con los jefes de operaciones en el Estado Mayor del Ejército (Cuesta), Marina (Carrero) y Aire (Lacalle).

ARRIBA  



En el consejo celebrado por Franco en El Pardo, se decidió mantener a todo trance la neutralidad, no provocar a Alemania con ostensibles preparativos de defensa y confiar en la Providencia; como insiste el historiador Luis Suárez Fernández, Franco era creyente de toda la vida y cuando recomendaba “ponerse a rezar” lo hacía de veras, como volvería a suceder ante el peligro de invasión aliada en noviembre de 1942. El 28 y 29 de noviembre de 1940 el embajador Von Stohrer telegrafiaba a Berlín: “El ministro de Exteriores acaba de decirme que el Generalísimo está de acuerdo en comenzar los preparativos propuestos, pero no podía determinar la fecha exacta de la declaración de guerra”. Franco, con perfecta información del desastre italiano, se mantiene en la exigencia de dominar el canal de Suez y trata de ganar tiempo solicitando el envío de nuevas comisiones técnicas alemanas.

ARRIBA  



Entonces Hitler decide pasar a la acción, aun sin contar con España. El 5 de diciembre fija el arranque definitivo de la Operación Félix para el 10 de enero de 1941. En relación con el envío de expertos solicitado por Franco, el almirante Wilhelm Canaris llega el 7 de diciembre de 1940 por la tarde a Madrid y a las diecinueve treinta Franco le recibe en El Pardo en presencia de Juan Vigón.

Canaris comunica la fecha señalada por Hitler para la entrada de las divisiones alemanas en España; el 10 de enero siguiente. Franco le contesta que es imposible la entrada de España en la guerra en esa fecha, porque España perdería inmediatamente Guinea y poco después las Canarias, amén de la ocupación inmediata por los aliados (en los que ya incluye a los Estados Unidos) de las islas portuguesas del Atlántico. Los preparativos de España han progresado pero no de forma suficiente. Hay un déficit de un millón de toneladas de cereales. El transporte es deficiente. La situación de muchas provincias se haría insostenible. España no puede comprometerse a fijar fecha alguna del futuro para su intervención. Por los comentarios del propio Franco y de los marinos que gozaban de la confianza de Franco, hay constancia que Canaris transmitió el ultimátum de Hitler, pero comprendió perfectamente la posición de Franco.

Cinco años después, poco antes de su ejecución, el mariscal Wilhelm Keitel, que estuvo en contacto telegráfico con Canaris durante esta misión del almirante, escribió: “Ahora dudo de que fuera Canaris la persona adecuada para esta misión, pero parece haber disimulado muy bien durante años; supongo que no se esforzó en serio para convencer a España, sino que previno en contra nuestra a sus amigos de ese país”.

El informe de Canaris sobre la actitud negativa de Franco se transmitió inmediatamente a Hitler. La situación, había cambiado dramáticamente en el Mediterráneo oriental. El 7 de diciembre, día de la entrevista de Canaris y Franco, se había comunicado la noticia sobre la catástrofe de las tropas italianas en su posición avanzada de Egipto, Marsa Matruk, ante las divisiones británicas del general Sir Archibald Wavell. Allí se encontraba la reducida Western Desert Force al mando del general Sir Richard O’Connor, con dos divisiones y un batallón reforzado por carros de combate, es decir, unos 38.000 hombres, la mayor parte de ellos indios. El 6 de diciembre estas tropas, muy inferiores en número a los italianos, pasaron al ataque. Mientras que la Flota de Alejandría bombardeaba la carretera costera y Sidi Barrani,  Richard O’Connor introducía una cuña en el frente adversario. El Primer Ejército italiano de Mario Berti, fue completamente aniquilado. Tres de sus divisiones dejaron de existir, y las otras seis se refugiaron en Sollum, Bardia y Tobruk, en donde se vieron obligadas a capitular. Cuando el mariscal Rodolfo Graziani quiso establecer una nueva línea de defensa de la frontera occidental de la Cirenaica, sólo contaba para ello con siete mil hombres, pues trece mil se encontraban ahora tras las alambradas de los campos de prisioneros ingleses.

Estos hechos desviaron inmediatamente la atención de Hitler hacia el Mediterráneo oriental y le forzaron a cancelar, un mes antes de su ejecución, la operación Félix. El diario del Alto Mando de la Wehrmacht (OKW) de 10 de diciembre confirmaba: “Habido el telegrama del almirante Canaris (10 de diciembre) el Führer decide que no se realice la operación Félix pues ya no existen los requisitos políticos necesarios”. Así, Hitler, a quien Serrano Suñer acababa de recordar la resistencia española contra Napoleón, no quiso acometer su empresa de Gibraltar contra la oposición de España. El mariscal Wilhelm Keitel confirmaría en Nüremberg: “Hitler anunció que abandonaba la idea; no le gustaba verse obligado a transportar sus tropas a la fuerza, contra la cólera de Franco”. La nueva Instrucción de Hitler no se dirige contra Gibraltar sino a los Balcanes.

ARRIBA  



Aún así Hitler se resistía a abandonar su proyecto de Gibraltar. A pesar de las reticencias y de la tenaz resistencia de Franco, Hitler continúa pensando en la Operación Félix contra Gibraltar, y tal como hemos dicho, con o sin la participación española, atravesando o no el territorio español. De esto se entera el almirante Wilhelm Canaris en enero de 1941.

Así, a principios de año, el embajador de Alemania en Madrid, Von Stohrer informa que ha insistido cerca de Franco, según le fue encargado, pero que aquél se ha lanzado a una larga explicación sobre las dificultades económicas de su país, y que pide, una vez más, algún tiempo.

El día 21 de enero de 1941, Ribbentrop hace saber a Stohrer que no ha de aceptar una respuesta negativa, que debe volver a ver a Franco y leerle palabra por palabra un mensaje redactado en términos severos, que recuerde al Caudillo su deuda con Hitler y Mussolini, desde la guerra civil, y expresa el “profundo descontento del Führer ante la actitud equívoca y vacilante de España”, con la advertencia de que a menos de una “resolución inmediata de entrada en guerra al lado de las potencias del Eje”, se podría entrever “el fin rápido del régimen franquista”. Stohrer queda estupefacto y pide a Ribbentrop que se formule este mensaje en términos menos ofensivos. Ribbentrop rehúsa dejarse ablandar y obliga a su embajador a transmitir el mensaje tal como lo recibió.

Después de haber escuchado este ultimátum, el 23 de enero de 1941, Franco reacciona con una cólera y un arrebato raros en él. El procedimiento de intimidación que pone estúpidamente en juego el honor de Franco y el de su país hiere en lo más vivo al Caudillo. Éste manifiesta al embajador: “España entraría en una guerra, pero mi responsabilidad consiste en cuidar de que no lo haga en las desastrosas condiciones económicas del momento”. Informado de esta reacción de Franco, Ribbentrop manda a Stohrer visite nuevamente al Caudillo y le comunique que únicamente la entrada “inmediata” de España en la guerra puede ser de gran utilidad al Eje. Si acepta fijar una fecha próxima, Alemania le entregará 100.000 toneladas de trigo almacenadas en Portugal. Pero Franco, muy hábilmente, rehúsa recibir inmediatamente a Stohrer, haciéndole esperar tres días, hasta el 27 de enero. Esta nueva entrevista resulta tan inútil como las precedentes. El informe de Stohrer sobre este nuevo fracaso le vale al embajador una severa reprimenda por parte de Ribbentrop.

ARRIBA  



Hitler no había abandonado aún la idea de lograr que España entrase en guerra a su lado. Cuando el Führer se entrevistó, 19 y 20 de enero de 1941, con Mussolini en “Berghof”, le pidió que hiciese todo lo posible para persuadir a Franco, ya que los alemanes habían hecho, por su parte, cuanto estaba a su alcance. El Duce aceptó esta misión.

Ante los resultados de las entrevistas Stohrer-Franco entre el 20 y 27 de enero, Hitler escribe el 6 de febrero de 1941 una carta furiosa a Franco. Tras haberle reprochado al Caudillo “no haber ayudado a Alemania y a Italia en una batalla decisiva para la salvación de España” (sic), el Führer lamenta que Franco se niegue a actuar, ya que la toma de Gibraltar “hubiese modificado de un solo golpe toda la situación mediterránea”. En una frase que puede parecer profética, Hitler escribe “que nunca se le perdonará al Caudillo deber su victoria en la guerra civil a la ayuda alemana e italiana” y añade –cosa que el tiempo ha demostrado que era falsa– que el “régimen franquista se mantendrá sólo si el Eje resulta vencedor”.

Franco no responde a Hitler hasta el 26 de febrero de 1941, después de haberse entrevistado con Mussolini, el 12 de febrero, en Bordighera, y con el mariscal Pétain, el 13 de febrero, en Montpellier. Le escribe de manera reposada manifestándole que, según la visión española, todo ataque a Gibraltar debe coincidir con un ataque contra el canal de Suez, pues el uno sin el otro equivale a dar una estocada en el agua. El Caudillo se lamenta, además, de la escasa ayuda económica aportada a su país por Alemania, y, después, absteniéndose una vez más de comprometerse, concluye diciendo: “Yo… declaro estar total y resueltamente a vuestro lado, unidos en un destino común”.

Cuatro días antes, el 22 de febrero de 1941, Ribbentrop le había escrito al embajador Von Stohrer diciéndole que era evidente que el Caudillo no tenía la menor intención de hacer entrar a España en la guerra y que era “ya completamente inútil tratar de convencer a los españoles”.

ARRIBA  



En el invierno de 1940-1941, mientras la Alemania hitleriana se encuentra en la cumbre de su poder, Franco y Pétain se alían secretamente para resistírsele –lo que ya es bastante extraordinario–, pero, además, de esta manera obligan a Hitler a:

1º. Renunciar a sus proyectos en el Mediterráneo, acontecimiento de importancia capital que, dos años más tarde, permitirá el desembarco angloamericano en el África del Norte francesa, giro estratégico en la II Guerra Mundial.

2º. Trasladar el campo de su acción guerrera hacia los Balcanes y la URSS. El 13 de diciembre de 1940 ha firmado la Instrucción nº 20 “Operación Marita”, para crear un frente balcánico y acudir en ayuda de los italianos, que se encuentran en dificultades, y, el 18 de diciembre de 1940, la famosa Instrucción nº 21, “Operación Barbarroja”, de ataque contra la URSS.

La complicidad franco-española procedió con la máxima eficacia. Tras la negativa de Franco, las excusas de Pétain. Ello significó el abandono de la “Operación Félix”.

Si es verdad que la política de Pétain y la de Franco se oponían en África del Norte, no es menos cierto que existía determinado paralelismo entre la situación de los dos Jefes de Estado, decididos a defender la neutralidad de sus países frente a la presión formidable de la Alemania hitleriana y condenados a multiplicar en apariencia las muestras de amistad, por parte de Franco, y de deferencia, por parte de Pétain. Sin embargo, el primero poseía una libertad de acción que le faltaba al segundo, jefe de un país ocupado por el vencedor. El peligro común selló sólidamente el frente de oposición Pétain-Franco.

ARRIBA



INICIO



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.010. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com