INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

Actualizada: 14 de Marzo de 2.007. 

 
 
Generalísimo.

 

Biografías.


Cronología.


Habla el Caudillo.


Retratos.


Fotos 1.


Fotos 2.


Especial 20N-03.


Especial 20N-04.


Especial 20N-05.


Especial 20N-06.


 

Franquismo.

 

Mitos.


Mentiras.


Actos 20N-03.


Actos 20N-04.


Actos 20N-05.


Actos 20N-06.


 


Actualidad.

 

Noticias.


Temas varios.


Artículos.


Calendario.


Opinión.


23-F.


Difusión.

 

Música.


Descargas.



Personalidades.

 

Carmen Polo de Franco


L. Carrero Blanco


José Calvo Sotelo


F. Vizcaíno Casas


 


 Breve resumen de la Historia de España.


Desde la I República hasta el final de la Cruzada de Liberación.

Eduardo Palomar Baró.
Primera República.
Restauración.
Mayoría de edad de Alfonso XIII.
La dictadura.
Segunda República.
Gobierno Provisional.
Bienio azañista.
Bienio cedista.
Frente Popular.
El Alzamiento Nacional.


La revolución de 1868 en España y la fuga de la reina Isabel II dio lugar a un gobierno provisional presidido por el general Francisco Serrano y Domínguez. El nuevo gobierno convocó Cortes Constituyentes que proclamó la Constitución de 1869, que establecía como forma de gobierno una monarquía constitucional.

Se buscó un candidato, encontrando al segundo hijo de Víctor Manuel II (el primer rey de Italia), Amadeo Fernando María de Saboya, que reinó en España con el nombre de Amadeo I.

El 11 de febrero de 1873, el rey Amadeo I abdicaba de la corona ante el Senado y el Congreso. En su mensaje a las Cortes definió a los españoles como ingobernables, regresando a Italia, falleciendo el 18 de enero de 1890 en Turín.

Las Cortes proclamaron la República, la cual duró menos de once meses: del 11 de febrero de 1873 al 3 de enero de 1874. Tuvo cuatro presidentes: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y Emilio Castelar. Esta corta vida fue debida principalmente a las conjuraciones de los monárquicos, la guerra carlista, los conflictos de política exterior y las dificultades coloniales.

El 1 de junio de 1873 presentó la dimisión Figueras, confesando ser incapaz de hacer frente a la situación de caos y anarquía a la que habían arrastrado a España las sublevaciones cantonales, las conspiraciones pro-monárquicas y la indisciplina del Ejército. Las Cortes proclamaron la República federal, grata a Pi y Margall, que fue designado presidente, pero tampoco pudo acabar con los desórdenes, que se multiplicaron. Los federales constituyeron cantones en Málaga, Cádiz, Sevilla y Cartagena. El conflicto carlista se extendía por todo el norte peninsular. Presentó su dimisión el 18 de julio de 1873. Le sustituyó el diputado Nicolás Salmerón, brillante catedrático almeriense que a las pocas semanas de acceder a la presidencia consiguió detener el movimiento cantonista y frenar el avance de los partidarios de Carlos VII. No obstante estos brillantes logros, presentó su renuncia apenas transcurridos tres meses de su elección ante el grave cargo de conciencia que le suscitaba firmar una serie de sentencias de muerte consideradas imprescindibles para restablecer la disciplina y acabar con las deserciones en el seno del Ejército. El 7 de septiembre de 1873 es nombrado Jefe de Estado y de Gobierno Castelar. Obligado por la descomposición social reinante, disolvió las Cortes y gobernó casi dictatorialmente, llegando incluso a actuar en contra de sus propias convicciones con tal de conseguir la paz y el orden que él consideraba primordiales para la reconstrucción nacional. Acometió con gran vigor la tarea de salvar la nación y luchó tenazmente para recuperar el principio de autoridad, siendo acertada su decisión de restablecer el servicio militar obligatorio en aras de restaurar la disciplina castrense. Restableció la disciplina social. No vaciló en aplicar la pena de muerte. Algunos líderes políticos, entre ellos sus antecesores Pi y Salmerón, le acusaron de haber olvidado los principios revolucionarios que alentaron el nacimiento de la República y, sometido a una moción de confianza, perdió la votación y se vio forzado a dimitir. Eran las siete de la mañana del 3 de enero de 1874. Iniciado el proceso para dilucidar si el diputado Eduardo Palanca sustituía a Castelar, llegaron noticias de que el Capitán General de Madrid Manuel Pavía y Rodríguez de Alburquerque, se disponía a tomar el Congreso, apareciendo unos Ayudantes del General Pavía que venían con el mandato de desalojar el Salón De Plenos, orden que fue acogida con protestas por los diputados, aunque estas cesaron inmediatamente al hacer su aparición varios miembros de la Guardia Civil y algunos soldados de Capitanía. La I República anticipaba su final cuando el reloj del hemiciclo marcaba las siete y media.

Fue encargado del poder ejecutivo al Duque de la Torre, dirigiendo el nuevo Gobierno un manifiesto al país, justificando el golpe de Estado, y se reorganizó a base de separar el poder ejecutivo, que confió al Duque de la Torre, del cargo de primer ministro, que encomendó al general Juan Zavala y de la Puente. Este gobierno tuvo que enfrentarse con tres graves problemas: el cantonalismo de Cartagena, que logró dominar el general López Domínguez, el 13 de enero de 1874; la última guerra carlista que adquiría proporciones considerables, ya que Carlos VII dominaba gran parte del norte de España e incluso llegó a amenazar Madrid; la guerra separatista que ardía en Cuba desde el año 1868. Entre tanto, el partido alfonsino dirigido por Cánovas del Castillo engrosaba sus filas. Anticipándose a Cánovas, que propugnaba una acción constitucional antes que un pronunciamiento, el general Arsenio Martínez Campos Antón proclamó en Sagunto rey de España a Alfonso XII, el 29 de diciembre de 1874.

 

ARRIBA  



La nación, con ganas de paz y de orden, acogió con júbilo a Alfonso XII, que desembarcó en Barcelona el 9 de enero de 1875. Este mismo año tocó a su fin la guerra carlista. El rey confió el Gobierno a Cánovas del Castillo. El 28 de noviembre de 1885 moría prematuramente Alfonso XII.

Se encargó de la Regencia la reina viuda doña María Cristina, encinta del que luego sería Alfonso XIII. Cánovas y Sagasta llevaron a cabo un acuerdo conocido como el Pacto del Pardo, con el que se pretendía articular la gobernabilidad del país durante la irregular situación creada durante la Regencia.

Continuó el turno de alternancia política con Cánovas. El 27 de noviembre de 1885, Sagasta forma el primer gobierno de la Regencia, el llamado “ministerio largo” que dura hasta 1890. Durante este gobierno tiene que afrontar el pronunciamiento republicano del general Villacampa el 19 de septiembre de 1886, consiguiendo entre otras cosas la Ley de Sufragio Universal, la Ley de Asociaciones y la implantación del Jurado. El 3 de junio de 1890 cae el gobierno Sagasta sucediéndole Cánovas hasta diciembre de 1891. En este nuevo mandato tiene que hacer frente a la guerra con Marruecos, así como una nueva insurrección cubana. El 23 de marzo de 1895 es sustituido nuevamente por Cánovas, pero su asesinato, cometido el 8 de agosto de 1897 por el anarquista italiano Michele Angiolillo Lombardi en la estación termal de Santa Águeda de Mondragón (Guipúzcoa), le devolvió al poder. Durante el cuarto gobierno de Sagasta, iniciado el 4 de octubre de 1897, España concede la autonomía a Cuba el 29 de noviembre de 1897 mediante una Constitución que les daba plenas facultades de gobierno con la excepción de política internacional y de defensa militar. Ante el temor de que prosperase la autonomía cubana, Estados Unidos declara la guerra a España el 25 de abril de 1898, utilizando como coartada la voladura del acorazado Maine en aguas territoriales cubanas, el 15 de febrero de 1898. De aquí arranca un proceso pesimista que desemboca en un movimiento social regeneracionista denominado “Generación del 98” que culpará de todos los males de la nación al sistema “viciado” de turno de partidos, que representaban Cánovas del Castillo y Práxedes Mateo Sagasta.

ARRIBA



El 17 de mayo de 1902 es declarado mayor de edad Alfonso XIII. La relativa estabilidad de los partidos turnantes durante la Regencia cedió paso, durante el reinado de Alfonso XIII, a una anárquica y a veces fulgurante sucesión de gabinetes que impidió una labor eficaz tanto en el terreno político como en el económico y legislativo: Sagasta (1902), Francisco Silvela (1902), Raimundo Fernández Villaverde (1902-1905), Antonio Maura y Montaner (1902-1904; 1907-1909; 1918; 1919; 1921-1922), Marcelo Azcárraga (1904-1905), Eugenio Montero Ríos (1905), José López Domínguez (1905), Segismundo Moret (1905-1906; 1909-1910), Marqués de la Vega de Armijo (1906-1907), José Canalejas (1910-1912), Conde de Romanones (1912-1913; 1915-1917; 1918), Eduardo Dato (1913-1915; 1917; 1920-1921), Manuel García Prieto (1917; 1918; 1922), Joaquín Sánchez de Toca (1919), Manuel Allendesalazar (1919-1920; 1921) y José Sánchez Guerra (1922).

De ellos murieron asesinados en el ejercicio del poder José Canalejas y Eduardo Dato, lo que revela el estado de inquietud y efervescencia reinante. Menudean los atentados y desórdenes: intento de regicidio en las bodas reales (31 de mayo de 1906), Semana Trágica de Barcelona (26-31 de julio de 1909), huelga de mineros en Bilbao (15 de julio a 22 de septiembre de 1910), huelga general ferroviaria de septiembre de 1912, huelga general revolucionaria dirigida en Madrid por Daniel Anguiano Munguito, Julián Besteiro Fernández, Francisco Largo Caballero y Andrés Saborit Colomer (1917), reclamaciones de autonomía de la Lliga Regionalista catalana y conflictos sociales de carácter sindicalista (1919), lock-out de los patronos de Barcelona y otras ciudades (1919), intentona militar en Zaragoza (1 de enero de 1920), campaña terrorista en Barcelona, que trata de dominar con energía Severiano Martínez Anido (1921), huelga de Correos, la guarnición de Annual fue sorprendida por las cabilas de Abd-el-Krim el 23 de julio de 1921, siendo cuantiosas las bajas españolas. El gabinete de coalición formado por Maura trató de remediar la situación, confiando al general Dámaso Berenguer la tarea reconquistadora. En 1923 fueron rescatados los prisioneros de Annual, entre ellos el general Fernández Silvestre, pero, fracasadas las negociaciones de paz con los moros, continuó la lucha. También en 1923 fue asesinado el cardenal Soldevila en Zaragoza, por los anarquistas Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso.

Ante todos estos acontecimientos, no es de extrañar que el pueblo recibiera jubiloso y esperanzado la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja.

ARRIBA



El capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, proclamó el 13 de septiembre de 1923 en un manifiesto, que el Ejército interpretando el sentir del pueblo, se hacía provisionalmente cargo del Gobierno hasta que el país señalase los hombres que habían de gobernarlo. El Rey llamó a Rimo de Rivera y le encargó que formara un nuevo Gobierno. Tanto a su salida de Barcelona como a su llegada a Madrid, el general fue objeto de grandes manifestaciones de adhesión y simpatía. Formó, no Gobierno, sino un Directorio de nueve generales, uno por cada Ministerio, disolvió las Cortes y sustituyó a los gobernadores civiles por delegados gubernativos. Su labor fue fecunda: reforma del régimen local, ordenación ferroviaria, ley de Reclutamiento, creación del Consejo de Economía Nacional, elevación del nivel de vida, alza de la cotización de la peseta y pacificación definitiva de Marruecos con el desembarco de Alhucemas (1924-1925), operación que él dirigió personalmente. En 1925 remplazó el Directorio militar por otro de hombres civiles. El general, con certera visión, fomentó la amistad e inteligencia internacionales. Promovió un ambicioso programa de obras públicas, en especial embalses, riegos y carreteras.

Acontecimientos gloriosos de esta etapa fueron el vuelo del Plus Ultra a Buenos Aires, el vuelo a Sudamérica del Jesús del Gran Poder y la inauguración de la Exposición Universal de Barcelona (20 mayo 1929 al 15 enero 1930) y la     Exposición Iberoamericana de Sevilla (9 de mayo de 1929 al 21 de junio de 1930).

Quebrantado el régimen por la oposición interna de militares y universitarios, el general, cansado y enfermo, presentó su dimisión al Rey (30 de enero de 1930) y se fue a morir a París (16 de marzo de 1930), amargado por la ingratitud de su pueblo.

Así describió su obra Albert Pingaud

“No puede negársele el mérito de haber contenido al país en la pendiente irresistible de la anarquía y devuelto al Gobierno el imperio de la autoridad, a la población el sentido de la disciplina, a la Hacienda su equilibrio, al mundo del trabajo su orientación natural, a España misma su prestigio en el exterior. Es bastante para que no se le confunda con los autores de pronunciamientos, cuyos nombres jalonan la evolución de la España contemporánea”.

ARRIBA



Al dejar el poder el general Primo de Rivera, el Rey confió la presidencia al general Dámaso Berenguer y Fusté, el cual tropezó con grandes dificultades, provocadas por la intensa campaña de agitación a cargo de la conjunción republicano socialista. Se atacaba sin rebozo al Rey y al régimen, como lo hizo José Sánchez Guerra en el discurso pronunciado el 27 de febrero de 1930 en el teatro de la Zarzuela de Madrid, en el que demostró su hostilidad a Alfonso XIII. “Yo no soy republicano, pero reconozco el derecho que España tiene de serlo, si quiere”.

Los antialfonsinos agruparon sus fuerzas en el Pacto de San Sebastián el 12 de agosto de 1930. Estallaron varios pronunciamientos republicanos, siendo el más grave el de la sublevación de la guarnición de Jaca (12 de diciembre de 1930) cuyos jefes, Fermín Galán Rodríguez y García Hernández, fueron pasados por las armas.

Impotente Dámaso Berenguer para dominar la situación, fue llamado a Palacio el liberal Sánchez Guerra, que intentó en vano formar Gobierno hasta con encausados políticos enemigos del régimen. Ante la negativa de republicanos y socialistas a cooperar, Alfonso XIII encargó la formación de un nuevo Gobierno al almirante Juan Bautista Aznar Cabañas (18 de febrero de 1931), un hombre totalmente desconocido de quien se dijo que “políticamente venía de la luna y geográficamente de Cartagena”. Reunió a un grupo de prohombres del antiguo régimen -Berenguer, Romanones, el duque de Maura, García Prieto, La Cierva- y anunció un programa de elecciones. Las primeras serían municipales. Celebradas el 12 de abril de 1931, dieron el triunfo a las izquierdas en las grandes ciudades, aunque en números absolutos obtuvieron mayoría los concejales monárquicos. El Rey, comprendiendo que había perdido el amor de su pueblo, se dirigió en automóvil a Cartagena y embarcó con rumbo a Marsella, trasladándose luego a París, fijando posteriormente su residencia en Roma, donde falleció el 28 de febrero de 1941, en el Gran Hotel de Roma.

Así se derrumbó una milenaria monarquía que, salvo una breve interrupción (11 de febrero de 1873 a 3 de enero de 1874), había venido rigiendo los destinos de España desde hacía 1.500 años.

ARRIBA



La República fue proclamada el 14 de abril de 1931. Ese mismo día se formó un Gobierno provisional bajo la presidencia de Niceto Alcalá-Zamora, que dio la cartera de Estado a Alejandro Lerroux García, la de Gobernación a Miguel Maura Gamazo,  la de Guerra a Manuel Azaña Díaz, la de Marina a Santiago Casares Quiroga, la de Instrucción Pública y Bellas Artes a Marcelino Domingo Sanjuán, la de Fomento a Álvaro de Albornoz y Liminiana, la de Justicia a Fernando de los Ríos Urruti, la de Hacienda a Indalecio Prieto Tuero, la de Trabajo-Previsión Social a Francisco Largo Caballero, la de Comunicaciones a Diego Martínez Barrio y la de Economía a Luis Nicolau d’Olwer, grupo heterogéneo en que predominaba el elemento socialista. El Gobierno proclamó una amnistía general, sustituyó la tradicional enseña roja y gualda por la bandera federal -roja, amarilla y morada-, modificó la Ley Electoral, abolió el uso de títulos nobiliarios y, con el fin de conjurar el peligro de una dictadura militar, redujo los efectivos del Ejército. Acometía la tarea de buscar solución a multitud de problemas económicos, sociales y políticos. No era menos grave el presentado por Cataluña, que bajo la presidencia de Francesc Macià había proclamado la República Catalana.

El 26 de abril de 1931 el presidente Alcalá-Zamora pactó en Barcelona con los dirigentes catalanes la constitución  de un organismo, la Generalidad de Cataluña, con la promesa de que las Cortes constituyentes elaborarían para esta región un Estatuto autónomo.

Las elecciones legislativas confirmaron el triunfo de la República. De los 25 partidos que acudieron a ella, la conjunción republicano-socialista obtuvo una abrumadora mayoría de 462 diputados. Las Cortes constituyentes, que inauguraron sus sesiones el 14 de julio bajo la presidencia del socialista moderado Julián Besteiro, elaboraron una Constitución que definió a España “como una república de trabajadores de todas clases”. Al mismo tiempo el Gobierno atacado por las izquierdas a causa de su política moderada y por las derechas a causa de su radicalismo, se debatía en la imposibilidad de dar rápido cumplimiento a fáciles promesas.

 

ARRIBA



El 10 de diciembre de 1931 fue elegido presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora, con Manuel Azaña como primer ministro. Los lerrouxistas (radicales), pasaron a la oposición. Cataluña se conformó con la autonomía. Las provincias vascas luchaban por conseguir un Estatuto semejante al de Cataluña. La política azañista de triturar el Ejército provocó la sublevación en Sevilla de Sanjurjo (10 de agosto de 1932), que, condenado a muerte, fue luego indultado.

En septiembre de 1932 se aprobó la Ley de Reforma Agraria, que autorizaba el reparto de los grandes dominios. En enero de 1933 estalló en Casas Viejas un levantamiento anarcosindicalista, que el Gobierno hubo de reprimir con mano dura. La persecución sistemática de la Iglesia, expresada sobre todo en la disolución de la Compañía de Jesús y en la confiscación de sus bienes, arrebató a la República el apoyo de un gran sector del pueblo, que, contra lo que Azaña había proclamado públicamente, no había dejado de ser católico. El 24 de marzo de 1933, las Cortes votaron la nacionalización de los bienes de la Iglesia y dos meses más tarde prohibieron la enseñanza a las órdenes religiosas.

ARRIBA



Azaña dimitió en septiembre de 1933 para ceder paso a un gobierno de concentración republicana presidido por Alejandro Lerroux García y por Diego Martínez Barrio. Las elecciones de noviembre de 1933, dieron el triunfo a los radicales de Lerroux y, especialmente, a la coalición de derechas acaudillada por José Mª Gil Robles, jefe de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que obtuvo mayoría en la Cámara. Lerroux, llamado inexplicablemente a formar Gobierno en lugar de Gil Robles, contó, sin embargo, con el apoyo de la CEDA y logró la adhesión del partido agrario; ordenó el desarme general de la población para acabar con los atentados, que estaban a la orden del día, y mantuvo una posición indecisa amenazando a las izquierdas para contentar a las derechas y molestando a éstas para congraciarse con aquéllas. El Gobierno dejó en suspenso las leyes anticlericales y agrarias, limitó la autonomía de Cataluña y redujo el poder de los sindicatos. Todo ello, unido a la participación en un nuevo gabinete Lerroux de miembros pertenecientes a la CEDA, exasperó a los elementos revolucionarios (octubre de 1934). El Gobierno dominó fácilmente la situación en Madrid, no así en Cataluña, donde la Generalidad, dirigida ahora por Luis Companys, proclamaba el “Estat Català” dentro de la República Federal española: 

“Catalanes: Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretendían traicionar a la República han conseguido su objetivo y han asaltado el Poder. Los partidos y los hombres que han hecho públicas manifestaciones contra las menguadas libertades de nuestra tierra y los núcleos políticos que predican constantemente el odio y la guerra a Cataluña, constituyen hoy el soporte de las actuales instituciones. Los hechos que se han producido dan a todos los ciudadanos la clara sensación de que la República en sus fundamentales postulados democráticos se encuentra en gravísimo peligro. Todas las fuerzas auténticas republicanas de España y los sectores socialistas avanzados, sin distinción ni excepción, se han alzado en armas contra la audaz tentativa fascista...” [...] “En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el Gobierno que presido asume todas las facultades del Poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán en la República Federal Española y establece y fortifica la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, los invita a establecer en Cataluña el Gobierno provisional de la República, que hallará en nuestro pueblo catalán el más generoso impulso de fraternidad en el común anhelo de edificar una República Federal, libre y magnífica...”  

En Asturias se habían sublevado 30.000 mineros que se unieron a todos los sectores de izquierda formando el frente unido, la Alianza Obrera. El movimiento tuvo que ser sofocado por el Ejército, durante dos semanas, con gran número de bajas por ambas partes.

La poca armonía de los partidos que integraban el Gobierno condujo a nuevas crisis. En el transcurso de un año se sucedieron no menos de seis gabinetes. El turbio negocio del straperlo dio el golpe de gracia al lerrouxismo. La CEDA reclamó el Gobierno, pero le fue negado por Alcalá-Zamora con la excusa de que su jefe no había hecho todavía profesión de republicanismo. Un gabinete “Portela” de transición, presionado por el Parlamento, decretó el 7 de enero de 1936 la disolución de las Cortes cedistas. El fracaso de este grupo mayoritario sólo puede atribuirse al de sus circunstanciales aliados, los radicales, y a la misma división de las derechas. De no haberse mantenido su jefe en el marco de la más estricta constitucionalidad, hubiera podido incluso derribar la República, cuando, ministro de la Guerra en abril de 1935, tenía las riendas del Ejército, que no pecaba precisamente de republicano.

 

ARRIBA



Las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, con esa extremosa pendularidad del carácter español, dieron otra vez el triunfo a las izquierdas, que obtuvieron 250 actas de diputados; el centro portelista lograba 45 y las derechas 176. Tal victoria fue obra del Frente Popular, asociación de las izquierdas republicanas con socialistas y comunistas preconizada por la Internacional Comunista en 1935 para dar la batalla al Fascismo en Europa. El Gobierno dejó en manos del Frente Popular la suerte del país. Un gabinete Azaña proclamó la amnistía general, restableció en Cataluña la situación anterior a octubre de 1934, detuvo al Consejo de Falange -partido creado por José Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre de 1933 con la misión de devolver a España su destino histórico- y no supo imponerse a los disturbios y las huelgas.

El 31 de marzo de 1936 las derechas se retiraron del Parlamento y el 7 de abril  acordó éste la destitución de Alcalá-Zamora y la elevación de Azaña  a la presidencia. El nuevo jefe del Gobierno Santiago Casares Quiroga, se dedicó a combatir al Fascismo, entendiendo por tal cuanto no quedara comprendido en la denominación de Frente Popular. Frente a éste se alzaba, además de la Falange y Acción Española, el Bloque Nacional, que, presidido por José Calvo Sotelo, agrupaba a los monárquicos de Renovación Española, los tradicionalistas y algún independiente.

El 16 de junio de 1936 tuvo lugar una de las sesiones parlamentarias más dramáticas de toda la historia de España, en la que se produjeron insultos y amenazas de muerte. El 13 de julio de 1936 fue asesinado Calvo Sotelo. Este crimen de Estado estremeció a España y precipitó los acontecimientos. La República iba a caer víctima de su propio sectarismo.

ARRIBA



El 17 de julio de 1936 las guarniciones de África iniciaron el Alzamiento Nacional, cuyo significado y fines explicó por radio el día 18 el general Francisco Franco Bahamonde desde Santa Cruz de Tenerife.

España quedó dividida en dos: 21 provincias adictas al Gobierno y 29 afectas al Alzamiento. Este contaba con buena parte del Ejército -incluida la Legión y los  Regulares de África-, parte de la Guardia Civil y las milicias voluntarias del Requeté, Falange y Renovación Española. El Gobierno republicano disponía parte de la Guardia Civil y de Asalto, parte del Ejército y las milicias voluntarias de los partidos socialista, comunista, anarquista y demás grupos afectos a la causa republicana.

Permanecieron fieles a la República las grandes capitales como Madrid,  Barcelona, Valencia y Bilbao, y en general las zonas industriales. El Alzamiento tuvo la adhesión de la España agrícola: gran parte de Andalucía, Castilla la Vieja y Navarra.

En la España republicana formó nuevo Gobierno José Giral Pereira el 19 de julio de 1936 al dimitir Casares Quiroga.

En la España nacional, donde hubo que lamentar en accidente de aviación la muerte del general José Sanjurjo Sacanell, se constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Miguel Cabanelles Ferrer, que nombró al general Franco jefe de operaciones en Marruecos y en el Sur de España. Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, desde Sevilla, dirigía la lucha por la liberación de Andalucía.

Emilio Mola Vidal, en el Norte, sostenía el frente del Alto Aragón, lanzaba sus tropas sobre Guadarrama y Somosierra e iniciaba la ofensiva sobre las provincias vascas.

Dentro de la Zona Roja se defendían heroicamente el coronel Antonio Aranda Mata en Oviedo, el coronel José Moscardó Ituarte en el Alcázar de Toledo y el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés González en el santuario andaluz de Santa María de la Cabeza.

El 5 de agosto salió de Melilla el primer convoy de fuerzas de África, dirigido por el propio Franco, y el 10, con la conquista de Mérida, trabaron contacto las fuerzas del Norte con las del Sur, contacto que se afirmó con la toma al asalto de Badajoz el día 13, por el coronel Juan Yagüe Blanco.

El 5 de septiembre, con la toma de Irún, cortaba Mola la comunicación de las provincias vascas con Francia. El 13 de septiembre caía San Sebastián.

La conquista de Toledo por el general José Enrique Varela Iglesias (28 de septiembre de 1936) liberó el Alcázar. El 17 de octubre las columnas gallegas del coronel Pablo Martín Alonso enlazaron con el defensor de Oviedo, el coronel Antonio Aranda.

El 1 de octubre recibió Franco, de manos de la Junta de Defensa Nacional, plenos poderes como Jefe de Estado, al mismo tiempo que se creaba una Junta Técnica del Estado, presidida por el general Fidel Dávila Arrondo, en la que se hicieron cargo de los ministerios, bajo el nombre de Comisiones:

Hacienda: Andrés Amado.  Justicia: José López. Comercio y Abastos: Joaquín Bau Nolla. Industria: Juan Antonio Suanzes. Agricultura y Trabajo: Alejandro Gallo. Instrucción Pública: Romualdo de Toledo. Cultura y Enseñanza: José Mª Pemán Pemartín. Obras Públicas y Comunicaciones: Mauro Serret. Secretario General: Nicolás Franco Bahamonde. Secretario de Relaciones Exteriores: Francisco Serra Bonastre.

El Gobierno de Burgos fue reconocido por algunos países, entre ellos Italia y Alemania, que enviaron material y fuerzas, como la Legión Cóndor alemana.

Al aproximarse a Madrid el Ejército Nacional, Azaña ofreció el Gobierno al socialista Largo Caballero (llamado el Lenin español) que, arrojado en brazos del comunismo, anunció para el día de la victoria la dictadura del proletariado y el establecimiento de un régimen soviético. Ello le valió la ayuda material y moral de la URSS y del comunismo internacional y determinó, además, el reclutamiento en diversos países de las llamadas Brigadas Internacionales, que tomaron luego parte muy activa en la lucha.

El ataque nacional sobre Madrid (finales de octubre y primeros de noviembre de 1936), que resistió desesperadamente hasta el fin de la contienda, obligó al Gobierno de Largo Caballero a trasladarse a Valencia (6 de noviembre de 1936), mientras en la capital se creó “la Junta de Defensa de Madrid”, cuya dirección asumió el general José Miaja Menant.

El 8 de febrero de 1937, Queipo de Llano ocupó Málaga, mientras los rojos, con el triunfo de Brihuega, aliviaban el mes siguiente la ofensiva iniciada sobre Madrid para completar su cerco (batallas de Tajuña y el Jarama). Para finales de octubre había sido liberado todo el Norte: Bilbao el 19 de junio; Santander el 26 de agosto y Gijón el 21 de octubre de 1937, en sabia ofensiva dirigida por Mola. Muerto éste en accidente de aviación el 3 de junio de 1937, le sucedió en el mando el general Dávila, no sin que los rojos desencadenasen, en tanto, la contraofensiva de Brunete, que constituyó un fracaso (24 de julio de 1937).

El 22 de diciembre cayó Teruel en manos de los republicanos, que pronto pagarían cara esta victoria.

En la España Nacional, Franco dispuso el 19 de abril de 1937 la Unificación total de milicias y partidos en la organización que se llamó Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

En la España Roja, el doctor Juan Negrín López sucedía a Largo Caballero en la presidencia del Gobierno, que el 2 de noviembre de 1937, ante lo apurado de la situación, se trasladó de Valencia a Barcelona.

Recuperado Teruel el 30 de enero de 1938 por los Nacionales y deshecho en Belchite el intento frentepopulista de llegar a Zaragoza, Franco emprende una ofensiva bifronte encaminada a desarticular el complejo defensivo de sus contrarios. Mientras el Cuerpo de Ejército de Navarra reconquista el Alto Aragón y penetra en Cataluña, el general Aranda, con el Cuerpo de Ejército de Galicia, llega al Mediterráneo el 15 de abril con la conquista de Vinaroz, partiendo en dos la España roja.

El 25 de julio de 1938 el general republicano Vicente Rojo repasa el Ebro y rompe las primeras líneas nacionales. Franco aprovecha esta coyuntura para machacar literalmente al ejército enemigo, que ya en lo futuro será incapaz de presentar una resistencia seria. Fue la batalla más encarnizada, cruenta y sangrienta de toda la guerra.

En diciembre de 1938 comienza la ofensiva final sobre Cataluña. El 14 y 26 de enero de 1939 caen sucesivamente Tarragona y Barcelona. El 9 de febrero llegan los nacionales a la frontera de Le Perthus. El presidente de la República, Manuel Azaña Díaz, anuncia su dimisión el 3 de marzo de 1939 en la embajada de París, donde, una vez huido, había buscado refugio en la capital francesa.

Poco antes, el día 27 de febrero de 1939, Francia e Inglaterra, modificando su anterior conducta, habían reconocido al Gobierno de Burgos, como lo haría poco más tarde Estados Unidos.

En tanto, derrocado Negrín por un golpe militar y decidida a favor del “Consejo de Defensa de Madrid”, la batalla intestina librada en la capital entre éste y el comunismo, Franco emprende la ofensiva final (26 de marzo de 1939), coronada con la toma de Madrid, que había resistido dos años, cuatro meses y 21 días.

Por fin, el 1 de abril de 1939 apareció el último parte de Burgos, firmado por el Generalísimo Franco:

Cuartel General del Generalísimo. Estado Mayor. Sección de Operaciones. Parte oficial de guerra correspondiente al día 1º de abril de 1939. III Año Triunfal.

En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares.

La guerra ha terminado.

Burgos, 1º de abril de 1939. Año de la Victoria. El Generalísimo Franco.

ARRIBA



INICIO



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.007. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com