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Las entrevistas y relaciones entre Franco y Pétain.

Eduardo Palomar Baró.
Pétain ante la Guerra Civil Española.  

Como es lógico, al estallar la guerra civil en España, el mariscal Pétain, no podía ser indiferente a la contienda que se iniciaba en el país vecino. Conocía personalmente a muchos militares de los que se sublevaron contra el caos reinante del Frente Popular, como, por ejemplo, al general Sanjurjo con el que había mantenido una abundante correspondencia y al que había logrado fuera distinguido con la Legión de Honor; al general Francisco Gómez-Jordana, jefe del Estado Mayor y que al ser ascendido en 1928 a teniente general se le nombró Alto Comisario de España en Marruecos, y por supuesto al general Franco. Acerca de nuestra guerra civil, algunos historiadores han destacado el hecho de que en el mes de marzo de 1938, cuando Léon Blum se instaló por segunda vez en el poder, se caracterizó, en la política exterior, por una mayor firmeza frente al fascismo, intentando -aunque sin éxito- que las potencias occidentales pusieran freno al expansionismo de la Alemania de Hitler.

Convocó al Consejo Permanente de la Defensa Nacional (CPDN) para tratar sobre la posibilidad de intervenir directamente con tropas en Cataluña. Pero el presidente de este Consejo, el mariscal Pétain se opuso al envío de tres divisiones, en contra de la opinión del general Maurice-Gustave Gamelin, jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional,  que estaba a favor. Parece ser que Pétain dijo la frase siguiente: “Ese día impedí verdaderamente la catástrofe que el Frente Popular quería desencadenar para Francia”. A pesar de su oposición y de que su opinión tuvo gran influencia en el Consejo, la cosa fue más complicada, ya que según manifestó Juan Negrín, se había entrevistado con Léon Blum, tratando del asunto de una eventual intervención en España, incluso antes de formar Blum su gobierno. El 15 de marzo de 1938 Blum convocó al CPDN para tratar de la ayuda que se tendría que prestar a Checoslovaquia en el caso de una agresión por parte de Alemania, así como el asunto de una posible intervención en España. Léon Blum lanzó el siguiente ultimátum a Franco: “Si en 24 horas no ha renunciado al apoyo de las fuerzas extranjeras, Francia, tomando su libertad de acción, se reserva la facultad de realizar las medidas de intervención que estime oportunas”. El general Gamelin se opuso tajantemente, ya que para una operación de este género Francia necesitaría unas fuerzas de cobertura de casi un millón de hombres. También el general y jefe del Ejército del Aire, Vuillemin, se opuso firmemente a la intervención en España, lanzando la pesimista frase: “En quince días nuestra aviación sería aniquilada”. El único partidario de la intervención era el almirante François Darlan, ya que para él la libertad de las comunicaciones marítimas era esencial. En 1939 fue nombrado comandante de toda la flota francesa, cuya preparación dirigió al acercarse el estallido de la II Guerra Mundial, y en junio de 1940 fue ministro de Marina, convirtiéndose en fiel seguidor de Pétain, quien llegó a nombrarle su eventual sucesor. Pero en definitiva no se tomó ninguna decisión evitando de esa forma un enfrentamiento con Hitler o Mussolini.

El mariscal Pétain divulgó lo acordado en la reunión del Alto Comité, y cuarenta y ocho horas después de celebrada, se inició en Francia una fuerte campaña de prensa en la que se hablaba de una intervención directa en España, e incluso que ya se había producido. El ministro del Interior Dormy recibió telegramas del prefecto de los Pirineos orientales, dándole a conocer que habían llegado cineastas para filmar el paso de las tropas francesas por los Pirineos. Esta filtración fue atribuida al comandante Georges Loustaunau-Lacau, que había sido hombre de confianza del mariscal. En el mismísimo Estado Mayor de Salamanca, el 16 de marzo se propagó la noticia de que tres divisiones francesas iban a ser enviadas al frente de Cataluña. Según una nota de los “Services de Renseignement” franceses, los representantes del “ABWEHR” (servicio de espionaje del ejército alemán entre 1925 y 1944) aconsejaban a los nacionales que tuvieran en cuenta estas amenazas, concentrando un par de divisiones en el Bidasoa. Pero el Estado Mayor de Franco rechazó este consejo, demostrando de esa forma que el SIPM (Servicio de Información y Policía Militar) del teniente coronel de Estado Mayor José Ungría Jiménez estaba mejor informado que el agregado militar alemán en París, el general Kühlental. No en vano el comandante Loustaunau-Lacau mantenía relaciones directas con Ungría, del que había sido condiscípulo en la “École Supérieur de Guerre”, en la 44ª promoción, la misma a la que perteneció el general Charles De Gaulle. Lo que no está muy claro es si Loustaunau-Lacau actuó por su cuenta o tuvo el consentimiento interesado de Pétain.


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