| Castro
            agoniza. Luis Carlos.
            
             
              
                
                  | Hace unos días el
            "carnicero cubano" fue sometido a una intervención quirúrgica
            debido a una hemorragia en el intestino. Sus seguidores tratan de
            minimizar la gravedad del viejo comunista y la oposición anuncia
            una gravedad que ellos bien querrían le condujese pronto al
            sepulcro. Durante casi 50 años
            Fidel Castro ha conducido a su pueblo a la miseria y el aislamiento
            internacional. Cientos de miles de cubanos se vieron obligados a
            abandonar el país a principios de los 60, incluidos destacados
            miembros de la familia del dictador. Profesionales,
            empresarios, intelectuales, profesores, científicos y, en suma, la
            élite cultural y económica del país abandonó la isla, instalándose
            en Miami bajo la protección de los EE.UU. y creando allí una próspera
            colonia que ha contribuido a convertir al Estado Norteamericano en
            uno de los más ricos del país.
                   |  |  Mientras para los
            emigrados se abría un camino de esperanza, los cubanos que permanecían
            en la Isla lo hacían en condiciones de miseria absoluta y falta de
            libertad. Muchas jóvenes
            cubanas se ven obligadas a prostituirse para poder sobrevivir. Las
            infraestructuras públicas e industriales son tercermundistas y se
            carece de víveres y medicamentos.
            
             La progresía española,
            admiradora de terroristas como "Ché" Guevara, mira hacia
            Cuba desesperada. El mito se debilita y morirá tarde o temprano.
            Los cubanos tendrán un largo camino que recorrer, un camino que
            otro país hermano, Chile, no tuvo que hacer tras la retirada de
            Pinochet. Todavía existen
            distintos raseros a la hora de catalogar dictaduras. La de Fidel
            Castro es vista con simpatía, pese a los miles de muertos, al
            estrangulamiento económico y a los dos millones de exiliados.
            Zapatero pide seriedad y desea una pronta recuperación para su
            amigo, para su maestro, para aquél que en su día fue su mito, le
            desea todo aquello que no habría deseado ni deseará a Augusto
            Pinochet, al general que derrocó al marxismo en Chile y convirtió
            a su país en la primera potencia económica del cono sur americano,
            al político que supo retirarse dejando paso a la democracia, algo
            en lo que nunca habría pensado Fidel Castro, el miserable, el
            asesino, el rico de Forbes, el máximo hipócrita de América al
            que, lamentablemente, le han salido imitadores en Venezuela y
            Bolivia y es que lo malo, siempre se contagia.
            
             
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