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                                  | «Yo
                                    maté al asesino de Carrero Blanco» | 
                                 
                               
                             
                           | 
                         
                       
                     
                     
                    
					 
                    El Mundo. 21
                    diciembre de 2.003 
                     
                      
                    
                      
                        
                          | 
                             Habla
                            por primera vez uno de los militares que acabó con
                            la vida de "Argala", el etarra que mató a
                            Carrero Blanco. "Leonidas", oficial
                            retirado de 55 años, relata cómo la operación la
                            prepararon los marinos, para vengar la muerte del
                            almirante 
                              
                            
                              «Nunca
                              entendimos que el Gobierno diera una amnistía a
                              la gente que atentó contra don Luis Carrero. Por
                              eso, tras el atentado contra Argala nos sentimos
                              tranquilos: habíamos cumplido con nuestro deber y
                              habíamos hecho justicia a nuestro almirante».  
                                
                      Este
                      hombre que rememora, treinta años después, el asesinato
                      del dirigente etarra es Leonidas, nombre en clave que le
                      dieron los miembros del comando que el 21 de diciembre de
                      1978 hicieron volar por los aires al dirigente etarra José
                      Miguel Beñaran Ordeñana, Argala. 
                       
                      
                      Leonidas, que ya ha cumplido 55 años y fue oficial
                      del Ejército español, tenía muy claro que la muerte de
                      Carrero Blanco no podía quedar impune y en 1977, tras la
                      amnistía política concedida por el Gobierno de UCD, se
                      unió a un grupo de siete oficiales del Ejército con el
                      único propósito de vengar el asesinato del almirante. 
                        
                      La
                      elección de Argala para llevar a cabo el «ojo por ojo y
                      diente por diente» se debió, según Leonidas, a que el
                      dirigente etarra fue el autor material del atentado contra
                      Carrero Blanco:  
                      
                        «El fue el que el
                        20 de diciembre de 1973 -ayer se cumplió el 30
                        aniversario- accionó la carga explosiva que mató a
                        nuestro Presidente».  
                       
                      La idea del atentado contra Argala partió
                      de los compañeros del almirante
                      Luis Carrero Blanco, los marinos. 
                      Los marinos, según
                      nos relata pormenorizadamente Leonidas, fueron los que
                      dirigieron y prepararon durante más de siete meses la
                      acción mortal contra el que entonces se había convertido
                      en uno de los máximos dirigentes de ETA militar, José
                      Miguel Beñaran Ordeñana, Argala. 
                      El almirante Carrero
                      Blanco fue vengado, por sus compañeros, cinco años y un
                      día después de que su vehículo Dodge Dart negro volara
                      por los aires en la calle Claudio Coello de Madrid. Los
                      autores del atentado fueron los miembros del comando
                      Txikia de ETA, que estaba integrado por: Iñaki Múgica
                      Ezkerra, Iñaki Pérez Wilson, José Miguel Beñaran
                      Argala, Jesús María Zugarramurdi Kiskur y Javier María
                      Llarreategui Atxulo. 
                             
                           | 
                          
                            
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                      En realidad, ETA decidió atentar contra
                      el presidente Carrero Blanco en 1972. Argala tuvo una cita
                      en la cafetería del hotel Mindanao de Madrid el 14 de
                      septiembre de aquel año con un hombre de unos 30 años,
                      que vestía con gabardina y que estaba relacionado con el
                      mundo del cine y de la televisión. 
                      El hombre de la gabardina entregó al
                      dirigente etarra un sobre, blanco, con los itinerarios y
                      costumbres que tenía el almirante Carrero Blanco. Esa
                      información, después, resultó vital para atentar y
                      asesinar al almirante en diciembre de 1973. 
                      Leonidas, que hoy vive y trabaja en España,
                      no tiene remordimientos por la acción que llevó a cabo
                      en 1978, en compañía de otros militares. Al contrario,
                      el ex oficial del Ejército se muestra satisfecho porque
                      cumplió con su deber. 
                     
                     
                    
                     
                    
                      
                        
                          | 
                             PREGUNTA.- Argala era la única
                            persona que conocía al hombre de la gabardina,
                            único testigo sobre su identidad. ¿Por qué
                            atentaron contra él? 
                            RESPUESTA.- Cuando actuamos contra
                            Argala no teníamos la información que usted me
                            apunta en estos momentos. Eso lo sabría muy poca
                            gente. Fuimos contra él porque, primero, teníamos
                            que vengarnos. Después, porque mandaba el comando
                            de ETA y, además, conectó los cables del
                            dispositivo que asesinó a don Luis Carrero Blanco. 
                            P.- ¿Por qué esperaron a 1978,
                            cinco años después, para llevar a cabo el «diente
                            por diente? 
                            R.- Decidimos actuar después de que
                            el Gobierno concediera una amnistía en 1977. No
                            entendíamos cómo se podía amnistiar y perdonar a
                            la gente que había asesinado al presidente del
                            Gobierno.
                     P.- Pero, ¿quién es el que realmente se
                    plantea atentar contra Argala de la misma forma en que
                    mataron a Carrero Blanco? 
                    R.- Esa idea parte directamente de los
                    marinos. Ellos son muy técnicos, muy profesionales y nunca
                    se han metido en política, ni en algaradas, ni en asonadas.
                    Lo de Camilo Menéndez en el 23-F fue una anécdota. 
                    P.- Es decir, que alguien dentro de la
                    Marina piensa y organiza el grupo. 
                    R.- Afirmativo. 
                    P.- Sin embargo, en ese grupo también
                    estaban Jean Pierre Cherid (ex miembro de la OAS), José
                    María Bocccardo (argentino y ex miembro de la triple A) y
                    Mario Ricci (italiano neofascista).¿Qué tenía que ver esa
                    gente con la Marina? 
                    R.- Todo tiene una explicación. Ellos eran
                    los braseros, los que formaban el segundo escalón del
                    grupo. Estaban bregados en mil batallas y se encargaron del
                    trabajo de campo: localizar, controlar y vigilar a Argala.
                    También buscaron varias casas en la zona de Anglet que nos
                    sirvieran de cobertura y refugio. 
                    P.- Entonces, ¿quién formaba parte del
                    primer escalón del grupo ejecutor? 
                    R.- En total éramos ocho. Tres marinos, un
                    militar del Ejército del Aire, un paisano, un oficial de la
                    Guardia Civil y dos caquis (del Ejército de Tierra). Esa
                    era la estructura fundamental del grupo. Recuerdo que de los
                    tres marinos uno era del SECED (servicio de información de
                    Presidencia, que después se transformó en el CESID y más
                    tarde en el CNI), otro en el Servicio de Inteligencia Naval
                    y el último en el Alto Estado Mayor. 
                    P.- ¿Cuándo localizan a Argala? 
                    R.- Recuerdo que fue en mayo o junio de
                    1978. Desde esa fecha, hasta que el etarra voló por los
                    aires, lo estuvimos vigilando con nuestros propios medios.
                    Podíamos haberlo eliminado antes, pero queríamos que fuera
                    el 20 de diciembre, en el aniversario de la muerte de don
                    Luis. 
                           | 
                          
                            
                           | 
                         
                       
                     
                    P.- Sin embargo, el 20 de diciembre de
                    1978 José Miguel Beñaran, Argala, no salió en todo el
                    día de su casa. El dirigente etarra estaba enfermo, en cama
                    y con fiebre. ¿Qué pensaron cuando iban pasando las horas
                    y Argala no salía de su casa? 
                    R.- Pensamos lo peor. Que nos habían
                    detectado, que alguien se había ido de la lengua. En
                    aquella época no había ningún tipo de colaboración entre
                    los gobiernos de España y Francia y nuestro grupo era
                    totalmente clandestino. Es decir, que no nos apoyaba nadie.
                    Ni Gobierno, ni ministros, ni nadie. 
                    P.- ¿Cómo prepararon el golpe contra
                    Argala? 
                    R.- Nos fuimos desplazando conforme lo
                    requerían las necesidades de la operación.
                    Fundamentalmente por subgrupos. Pero el día de la acción
                    estábamos presente todo el grupo. Todos queríamos
                    disfrutar con el espectáculo y ver cómo volaba por los
                    aires el hombre que asesinó a don Luis Carrero Blanco. 
                    P.- Cuando, finalmente, el día 21 de
                    diciembre observaron cómo Argala bajaba de su casa, se
                    introducía en su vehículo y el Renault-5 se elevaba por
                    los aires, ¿qué pensaron o sintieron? 
                    
                      
                        
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                          | EL RENAULT VOLÓ
                            POR LOS AIRES. El 21 de diciembre de 1978, el
                            Renault-5 de color naranja que utilizaba Argala para
                            moverse por el sur de Francia voló por los aires.
                            El etarra murió en el acto tras hacer explosión la
                            carga de dinamita que había colocado junto al
                            vehículo un capitán de la Guardia Civil. | 
                         
                       
                     
                    R.- Una gran satisfacción. Todos
                    consideramos que habíamos hecho un servicio a la Patria.
                    Teníamos claro que nadie se iba a ir de rositas después de
                    asesinar al presidente del Gobierno. 
                    P.- ¿Quién colocó los explosivos
                    debajo del vehículo de Argala? 
                    R.- Un capitán de la Guardia Civil. 
                    P.- Pero siempre se había dicho que fue
                    Jean Pierre Cherid. 
                    R.- Negativo, totalmente negativo. Hubo
                    hasta una especie de pelea dentro del grupo porque todo el
                    mundo quería tener el honor de ser el protagonista de la
                    venganza. Finalmente nos calmamos y el artefacto lo colocó
                    el experto. El capitán de la Guardia Civil, que había
                    hecho un curso de explosivos. 
                    P.- ¿Cómo, dónde y quién consiguió
                    los explosivos? 
                    R.- Pedro el Marino. Los explosivos salieron
                    de una base norteamericana. No recuerdo con exactitud si fue
                    de Torrejón o de Rota, pero sí sé que los americanos no
                    sabían para qué se iba a utilizar. Fue un favor personal
                    que le hicieron a Pedro el Marino. 
                    P.- Tras la explosión y muerte de Argala,
                    ¿cómo se produce la retirada y vuelta a España? 
                    R.- Cada miembro del grupo se retiró del
                    escenario y regresó a España de forma diferente. De esta
                    forma pretendíamos que si alguien nos seguía le costara
                    mucho más llegar hasta nuestra base. La mayoría emprendió
                    viaje hacia París, otros optaron por Nantes y Burdeos y
                    algunos se quedaron en Francia esperando que todo se
                    tranquilizara para volver a España. 
                    P.- ¿Quién financió toda la
                    operación? 
                    R.- Todos nos rascamos el bolsillo, pero la
                    parte más importante salió de un crédito personal que se
                    solicitó al Banco Central. Hay que aclarar que los del
                    banco no tenían ni idea para qué iba a ser destinado el
                    dinero, se pidió a nivel personal. 
                    P.- ¿Con ese dinero también compraron
                    las armas que llevaban durante el tiempo que estuvieron en
                    Francia? 
                    R.- No, ésas, que las compramos en
                    Bélgica, salieron de nuestro bolsillo. 
                    P.- ¿Qué tipo de armas utilizaron? 
                    R.- Eran unas Browning, de lo mejorcito que
                    había en el mercado en aquella época. Cada una de ella nos
                    costó unas 30.000 pesetas y la compramos en el mismo sitio
                    donde adquirían su material los etarras. 
                    P.- Una vez que regresan a España y que
                    están todos juntos, ¿qué hacen? 
                     
                    R.- Nos reunimos en un restaurante de Madrid para
                    celebrar que todo había salido bien y que don Luis ya
                    estaba vengando. Recuerdo que comimos cordero y que después
                    terminamos la fiesta jugando una partida de mus. 
                     
                    P.- El atentado contra Argala fue reivindicado por el
                    Batallón Vasco Español (BVE). ¿Ustedes formaban parte del
                    BVE? 
                     
                    R.- BVE, ATE, Triple A. Eso sólo son siglas, nombres
                    que van saliendo y que se van utilizando conforme se
                    necesita. La realidad es que nos encontrábamos en medio de
                    una guerra, una guerra sucia, una guerra terrorista y que
                    él, Argala, era nuestro enemigo. Además, había asesinado
                    a nuestro Presidente y nosotros teníamos la obligación
                    legal, moral y natural de pagarle con la misma moneda. 
                    P.- Dígame la verdad, detrás de ustedes
                    tenía que haber algún estamento, algún ministerio,
                    alguien. 
                    R.- No, no había nadie. Yo no tengo
                    conciencia de que hubiera alguna organización gubernativa
                    que moviera los hilos para que nos cargáramos a Argala. Es
                    más, tampoco tengo conciencia de que hubiera un mirar hacia
                    otro lado para facilitar la acción. 
                    P.- Cuando ustedes comienzan a preparar
                    el atentado, en mayo de 1977, el jefe de operaciones
                    especiales del SECED era el comandante Andrés Casinello.
                    ¿Tampoco él sabía nada de sus intenciones? 
                    R.- El gran rubio, como conocíamos todos a
                    Andrés Casinello, ya se había convertido en un hombre de
                    Estado y nos decía que no quería que ninguno de sus
                    hombres, de manera oficial, participara en ninguna acción.
                    Tras el atentado tuvo una fuerte enganchada con uno de los
                    que estaban conmigo en el grupo y le dijo que se había
                    cerrado una etapa y que había que olvidar todo. 
                    P.- Hoy, en diciembre de 2003,
                    veinticinco años después del asesinato de José Miguel
                    Beñaran, Argala, ¿volvería a actuar de la misma forma? 
                     
                    R.- En aquella época, en 1978, aún no habíamos
                    cumplido los treinta años y no entendíamos que para
                    cambiar un país se tuviera que asesinar a un presidente del
                    Gobierno y que después no se hiciera nada contra los
                    asesinos. Tampoco entendíamos la amnistía que se dio en
                    1977. Ese hecho sentó muy mal en la milicia. Pero, hoy, sí
                    puedo decir que es posible que con cuarenta años no lo
                    hubiéramos hecho o nos lo hubiéramos planteado de otra
                    forma. También quiero decir que no me arrepiento de lo que
                    hice. 
                     
                    Leonidas, que hace tiempo dejó la milicia,
                    sigue en contacto con la realidad de España y se muestra
                    muy preocupado por los últimos acontecimientos políticos:
                    el plan Ibarretxe y las reivindicaciones catalanas. También
                    considera y aclara que el BVE y los GAL fueron dos cosas
                    totalmente distintas:  
                    
                      «A nosotros no nos apoyaba nadie y
                      actuamos por patriotismo. En los GAL el Gobierno estaba
                      detrás de las acciones y, además, todos se movían por
                      dinero». 
                     
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