SOBRE EL PERIODISTA MANUEL DELGADO BARRETO

 

Por Eduardo Palomar Baró.

El domingo 23 de enero de 2005 tuvo lugar en Madrid la entrega de los premios anuales otorgados por los Círculos de San Juan -que preside José Luis Corral- con motivo de la festividad de San Francisco de Sales, patrono de la Prensa Católica, que se conmemora el 24 de enero.

            Después de la Misa celebrada en la iglesia de San Antón -que durante los años 1936-1937, los rojos la utilizaron como checa, siendo transportados mil quinientos presos de la cárcel Modelo a San Antón, entre los que se encontraba el dramaturgo Pedro Muñoz Seca, que posteriormente fue asesinado en Paracuellos, los hermanos Rafael y Cayetano Luca de Tena y Arturo Soria Hernández el cual fue fusilado en la saca del día 29 de noviembre de 1936- tuvo lugar una comida de hermandad en el Centro Asturiano al término de la cual, José Luis Corral procedió a entregar los premios anuales de los Círculos de San Juan de la Prensa Católica y Patriótica. El Premio “Víctor Pradera” recayó en los hermanos Santiago y Miguel Menéndez Piñar, por su valiente defensa del Santo Nombre de Dios, interrumpiendo una representación blasfema que tuvo lugar en Madrid. El Premio “Ramiro de Maeztu” fue otorgado a Blas Piñar por su magnífica serie de cinco volúmenes “Escrito para la historia”, en los cuales refleja su larga lucha política en defensa de Dios, la Patria y la Justicia.

            Tuve el honor de recibir el Premio “Manuel Delgado Barreto” por mi artículo “‘El Socialista’ prepara la Revolución de octubre de 1934” y que salió publicado en “Fuerza Nueva” y en “La Nación”.

            Para los que no peinan canas, tengo la impresión que poco o nada saben sobre la figura de Manuel Delgado Barreto. Dar a conocer a este gran periodista, es lo que me ha llevado a relatar algunos aspectos de su vida.

Biografía de Manuel Delgado Barreto

            Nació en San Cristóbal de La Laguna, en la isla de Tenerife, el 27 de septiembre de 1879. Desde muy joven se consagró al periodismo fundando un Ateneo literario y dirigiendo la revista “Gente Nueva” y el periódico “La Opinión”.

            En 1901 se instaló en Madrid, ocupando el cargo de redactor jefe de “El Globo”, pasando posteriormente a “La Correspondencia de España”, donde utilizó el seudónimo de “Taf”.

            Dirigió varios periódicos, entre los que cabe citar “Las Provincias” de Madrid, “La Acción” y “Bromas y Veras”. Su fama en el campo del humorismo se debió al haber fundado y dirigido periódicos satírico-políticos que obtuvieron gran éxito, tales como “El Mentidero” y “Gracia y Justicia”        

Desde septiembre de 1925 a abril de 1936 dirigió el diario “La Nación”, que fue órgano de la dictadura del general don Miguel Primo de Rivera, e instrumento propagador de los principios de la “Unión Patriótica”.

Durante la II República se convirtió en el principal portavoz de las doctrinas del “Bloque Nacional”. Atacó duramente la política de la CEDA y especialmente a José Mª Gil Robles, a quien no consideraba adecuado para capitanear la reacción derechista.

En la campaña electoral de febrero de 1936, mostró Delgado Barreto su absoluta disconformidad con el modo en que estaban llevando las negociaciones, y aunque hizo llamamientos a que se votase íntegra la candidatura contrarrevolucionario, advirtió de que la desunión traería pareja la derrota en las urnas. Tras esta ‘profecía’ se dedicó a cargar las culpas contra Gil Robles y a hacer llamamientos a la necesidad de una reacción derechista, en unas alusiones que dejaban ver un deseo de sublevación por la fuerza.

Diario “La Nación”

            La sede social estaba en la calle Marqués de Monasterio, 3 de Madrid. El nombre del diario figuraba con la primera letra de cada palabra en color rojo. La editorial era la Sociedad Anónima Editorial La Nación. Inicialmente fue director de “La Nación” el teniente coronel Pedro Rico Parado, quien durante años había ejercido la Dirección de la Censura. Este hecho motivó más tarde, su sustitución en el cargo por   Manuel Delgado Barreto, auténtico periodista que se convirtió en el alma mater de la publicación desde septiembre de 1925 a abril de 1936. Tenía grandes colaboradores, tales como: Ramiro de Maeztu, José Antonio Primo de Rivera, José María Pemán, José Calvo Sotelo, Alonso Quijano, César de Alda, Francisco Gambín, Gonzalo Latorre y como caricaturista al famoso Joaquín Alba Santizo “Kin”.

            Las principales características de “La Nación”eran: diario de fácil lectura, amplia fotografía, incursión de encuestas, uso del color y caracteres “sensacionalistas”. Tres conceptos eran la base del diario: Justicia, Paz y Trabajo.

El 12 de octubre de 1925, y bajo el título “Mas que programa, propósito y actitud definida”, se podía leer: “Acometemos pues una empresa patriótica por España y para España, sobre estos postulados en los que ha de asentarse la obra del resurgimiento del país: unidad nacional, tanto más fuerte cuanto más próspera y fecunda sea la vida de las regiones; régimen monárquico, que representa la soberanía del Rey con el pueblo; justicia austera y paz social, que son garantía firme de todas las libertades, fuente de cultura, condición indispensable al trabajo y medio único de que en un ambiente diáfano, de saludable cordialidad, propicio a la depuración de la conducta de cada cual, perduren las tradiciones típicas de un pueblo español, cristiano, caballeroso y patriota”.

Desde diciembre de 1935 a marzo de 1936, los temas a que dedicaba más interés eran artículos sobre la revolución y contrarrevolución, destinados a la movilización de los grupos derechistas con el objetivo de terminar con el régimen republicano establecido en España. Fueron numerosos los artículos sobre la necesidad de salvar a España de la hecatombe y llamamientos a ‘estar en su sitio’ con la esperanza puesta en Dios y el pensamiento en la Patria.

La Revolución del 6 de Octubre de 1934, ocupó muchos reportajes. Las muertes, asesinatos, quemas de iglesias y persecuciones se convirtieron para “La Nación” en su principal arma propagandística, llegando a ser el tema preferido durante la campaña electoral de febrero de 1936. El tono amenazante ante una revolución todavía más trágica si triunfaban los elementos afectos al Frente Popular era determinante en infinidad de informaciones, artículos de opinión y editoriales. Sólo una “reacción derechista” podía salvar a España de aquella ola de terror.

Como represalia por el atentado contra el catedrático socialista Luis Jiménez de Asúa, en el que resultó muerto el policía de su escolta, los talleres de “La Nación” fueron incendiados, quedando prácticamente destruidos en su totalidad. Así pues, publicó su último ejemplar el 13 de marzo de 1936.

  Aparición de “El Fascio”

Manuel Delgado Barreto vio que en un momento en el que la atmósfera estaba muy cargada, si un semanario lograba concentrar la atención y el interés de las gentes por el fascismo, tenía asegurada una tirada de unos 100.000 ejemplares.

Aunque Barreto no tenía del fascismo más que unas ideas muy elementales, sabía, por su gran olfato de periodista, que podría tener éxito el hacer un periódico fascista.

Para organizar la redacción del periódico, Delgado Barreto contó con la colaboración de Ernesto Giménez Caballero, quien propuso en su casa una reunión con José Antonio Primo de Rivera, Julio Ruiz de Alda, Rafael Sánchez Mazas y los jonsistas Ramiro Ledesma Ramos y Juan Aparicio.

Antes de su aparición, “El Fascio” fue profusamente anunciado y las perspectivas eran muy halagüeñas, ya que se estimaba los futuros pedidos en unos 130.000 ejemplares. Ante este hecho el Gobierno, y sobre todo los socialistas, veían con inquietud la salida al mercado de un periódico fascista. Así pues, las directivas del PSOE y de la UGT se reunieron para impedir la publicación y venta de “El Fascio”, si las autoridades no lo suspendían gubernativamente.

El periódico estaba listo. Ernesto Giménez Caballero hizo todo un plan programático. Primo de Rivera escribió un artículo teórico contra el Estado liberal, que firmó con la inicial ‘E’ (abreviatura de su marquesado de Estella), Ramiro Ledesma y Juan Aparicio llenaron las dos planas jonsistas. El director Delgado Barreto escribió innumerables cuartillas haciendo llamamientos y perfilando la futura organización. “El Fascio” hizo su aparición el día 16 de marzo y sólo pudo venderse en un corto número de poblaciones, ya que fue rigurosamente recogido por la policía. En Madrid se incautó  una camioneta con más de 40.000 ejemplares.

El único número publicado de “El Fascio”, ocupó 16 páginas. En la página 2 advertía que: “El Fascio”, porque no es un periódico de empresa ni de negocios, sino de ideas, no tendrá número fijo de páginas. Su precio será siempre, a menos que se anuncie extraordinario, el de 15 céntimos, en toda España”. En la cabecera de “El Fascio” figuraba como dirección de las oficinas: “Av. Pi y Margall, 18”. El primer y último número de “El Fascio” contaba ya con más de doce anuncios, tales como ‘Jabón Chimbo’ (Bilbao), ‘Cementos y Cales Freixa’ (Barcelona), ‘Lacoma, S.A.’ (vestidos), ‘Pedro López’ (antigüedades y objetos de arte), ‘González Byass’ (vinos y manzanillas), etc. 

Ante este atropello “La Nación” publicó el siguiente artículo el mismo día en que hizo su aparición “El Fascio”:

“Esta mañana, antes de que saliera un solo número a la calle, fue secuestrado por la Policía, sin mandamiento judicial alguno, la edición íntegra de «El Fascio».

Trátase de una revista puramente doctrinal, propaladora de ideas que hoy prevalecen en naciones amigas de España y se están abriendo paso en todo el mundo. No había en nuestro periódico una sola línea en que se aludiera al Gobierno ni se combatiera al régimen, porque «El Fascio» venía a combatir por algo más grande y permanente: la formación de un nuevo Estado gremial, sindical, corporativo, conciliador de la Producción y del Trabajo y con seriedad bastante en su estructuración y en sus masas para contener el avance de las propagandas y de los procedimientos disolventes que, a nuestro juicio, representa el marxismo en todas sus formas, según se está comprobando, desgraciadamente, en España.

«El Fascio» declaraba que su preocupación no era el régimen, sino el Estado; porque mientras éste no capte masas que le permitan resistir a las acometidas del internacionalismo sectario, mantener la unidad nacional y proyectar sobre el mundo la recia figura de una España independiente, firmemente organizada para todas las eventualidades defensivas, no tiene derecho a proclamar su consustancialidad con ningún régimen. El socialismo, por lo que se advierte, ha visto en la predicación de estas doctrinas un enorme peligro para su quebrantada situación, que azotan, de una parte, sindicalistas y comunistas, y de otra, elementos conservadores dentro de la propia República, y acordó, en reunión de sus entidades, que «El Fascio» no llegara al público, apelando, para impedirlo, a todos los procedimientos.

No necesitaron poner en práctica el acuerdo, porque esta misma madrugada la Policía, tanto en Madrid como en provincias, se incautó de la copiosísima edición de nuestra revista.

Cuando las circunstancias nos permitan reproducir este primer número de «El Fascio», para cuya publicación se habían cumplido todos los requisitos legales, los españoles juzgarán.

Por ahora, todas las demás apelaciones nos parecen inútiles”.        

El asesinato de Manuel Delgado Barreto

La combatividad de Delgado Barreto contra la República mediante su satírica pluma es lo que le llevó a la tumba. La fecha de su saca es dudosa. Según Rafael Casas de la Vega, Manuel Delgado Barreto fue obligado a salir de la cárcel Modelo, en la madrugada del día 4 de noviembre de 1936, en una saca organizada por el miliciano socialista “apellidado Vergara y de mote «Papá Pistolas»”, y asesinado en las cercanías del cementerio de Rivas-Vaciamadrid. Su esposa, Feliciana Arozena Quintero, manifestó que fue detenido en su domicilio de Carabanchel el 20 de julio de 1936 y llevado a la cárcel Modelo de Madrid, donde permaneció hasta el 5 de noviembre, fecha en que recibió orden de ser trasladado a otro penal, desapareciendo en dicha fecha sin haber vuelto a tener noticia alguna de su paradero. Algunos afirman que fue asesinado en las inmediaciones de Paracuellos del Jarama.

De la redacción de “La Nación” fueron varios los miembros asesinados por la represión roja. Entre ellos cabe señalar a: José San Germán Ocaña, redactor jefe fue preso en la cárcel Modelo y fusilado en Paracuellos el 7 de noviembre de 1936. Juan Laguia Lliteras redactor, fue fusilado en Madrid. Gonzalo Latorre Martínez, también redactor de “La Nación”, asesinado el 12 de octubre de 1936. El sobrino de Manuel, Leoncio Delgado Cruz, encargado de los deportes y que firmaba con el seudónimo de El Capitán Grant, fue fusilado en Madrid, así como Gerardo Fernández de la Reguera ‘Areuger’, renombrado dibujante que acompañó a Manuel Delgado Barreto desde el proyecto de “El Mentidero”, realizando los dibujos de las portadas.

Epílogo

Carlos Gregorio Hernández en su tesis doctoral sobre la vida y pensamiento de Manuel Delgado Barreto, escribe sobre la represión en la zona hoy llamada “republicana” durante la Guerra Civil española. [...]Es una gran injusticia endosar a los anarquistas los asesinatos, mayoritariamente cometidos por las milicias socialistas y tribunales populares constituidos con un fin premeditado -el mismo que el de las checas- conocidos en su funcionamiento, por tanto, queridos y permitidos por el poder “republicano”, y afirmar, como lo hace el “prestigioso” hispanista Gabriel Jackson, que fueron pasionales y no premeditados en función de una aniquilación del enemigo político, es una falsedad que no se sostiene”.

Casi todos esos pseudohistoriadores anglosajones, conocidos por su militancia en partidos políticos izquierdosos, están manipulando y tergiversando la contienda de 1936-1939, convirtiéndose en auténticos milicianos de la historia con el mismo fin que sus precedentes en la Guerra Civil: la destrucción del enemigo político, la acusación descalificatoria y la condena política.

Carlos Gregorio Hernández reta a Jackson, nacido en Nueva York en 1922, a que ofrezca una lista de jefes políticos asesinados en los bandos en conflicto. Tal vez Calvo Sotelo, José Antonio, Ramiro Ledesma, Onésimo Redondo, Ruiz de Alda, Albiñana, Víctor Pradera, Ramiro de Maeztu, Melquíades Álvarez y un largo etcétera no respondieron a una represión estudiada sino “coincidentemente” cayeron en el curso de las pasiones izquierdistas que no distinguían los objetivos de sus matanzas, pero que acertaban con los jefes de la oposición al Frente Popular. Sobre este carácter selectivo de algunos crímenes de los rojos, figuró el gran periodista Manuel Delgado Barreto.  

30 de Enero de 2.005.-

 

 


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