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Actualizada: 13 de Septiembre de 2.005.  

 
 
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El pronunciamiento de Miguel Primo de Rivera.

Eduardo Palomar Baró.

Última nota oficiosa de Primo de Rivera.

“La madrugada del sábado en que, dando suelta al lápiz, escribí a toda prisa las cuartillas de la nota oficiosa, publicada el domingo y sin consultarla con nadie ni siquiera conmigo mismo, sin releerla, listo el ciclista que había de llevarla a la oficina de información de prensa para no perder minuto, como si de publicarla en seguida dependiera la salvación del país, sufrí un pequeño mareo que me ha alarmado y me obligó a hacer todo lo posible para prevenir la repetición de caso parecido sometiéndome a un tratamiento y plan que fortalezca mis nervios y ya mi naturaleza domine en absoluto sobre ellos.

“Sin propósito de disculpa he de declarar que no me pesa la esencia de mi acto. Sin embargo, la forma verdaderamente extraña que di a su desarrollo, puesto que yo, atacado insidiosamente todos los días desde el punto de vista de imputarme la usurpación de la voluntad y criterio de los cuadros de mando militares y de cuya general confianza en mí vengo alardeando desde el 13 de septiembre, lo quisiera comprobar, no creo que sea injustificado, pero tomar por disculpa y medio de hacerlo la publicación de una nota oficiosa con riesgo de alarmar al país y de descomponer o, por lo menos, agitar el Ejército y Marina, hoy tan ponderados y firmes en la disciplina, infiriéndoles la ofensa de dudar de ellos por la acción de unos hechos anónimos, unas hojas clandestinas y unos rumores, es inexplicable y yo me lo sanciono.

“Mucho he de agradecer, en primer término, a mis compañeros de Gobierno la delicadeza con que se han hecho cargo de mi acto, que no conocían hasta ser público, y mucho también a las altas autoridades por mí requeridas, que en su contestación, que en realidad por la forma del requerimiento podían haber excusado, han puesto palabras de la mayor consideración, benévolo juicio y concepto de firme lealtad y de preocupación para el país, el rey y el Gobierno. Esto me proporciona la inmensa satisfacción de contrastar en las instituciones militares un grado de capacidad, la serenidad y unidad de doctrina de que la Patria puede esperar mucho bien.

“Pero todo lo anteriormente expuesto tiene de mi parte una consecuencia inevitable e inaplazable, que es mi retirada del Gobierno y mi apartamiento por el tiempo preciso de todo trabajo y función. Más la dificultad no está en mi sustitución personal, que muchos podrán suplir ventajosamente, sino en la orientación política a seguir en beneficio del país. Nunca como en este momento que me desintereso de todo subjetivismo, creo que podré hablar con igual sinceridad.

“Desgraciadamente, los seis años de Dictadura, no cruel, pero sí muy celosa del mantenimiento de la disciplina social y en la persecución del hampa y gérmenes de perturbación y morbosidad, no han logrado la total extirpación de esos males. En algunos sectores, y dejo aparte los militares porque antes he consignado mi juicio sobre ellos, se han notado enormes mejoras, aludo a los obreros, que han superado a todos por su comprensión y que no han provocado casi dificultades adhiriéndose siempre a soluciones racionales.

“No tengo por qué referirme a las teorías socialistas, que ya he dicho muchas veces que no comparto, sino a la organización social, capacidad profesional, progreso cultural y rendimiento del trabajo. Pero sin ser socialista se puede realizar una gran labor de paz social y progreso económico, poniendo interés el Gobierno en los problemas que afectan al obrero; cordialidad y comprensión libre de excesivo espíritu de clases y sin olvidar que los factores economía y perfección del producto son la base de la posibilidad comercial de ellas y por lo tanto manantial que ha de surtir al bienestar de todos y a la prosperidad económica nacional.

“Por lo apuntado y otras muchas razones de peso que harían interminable esta mi última nota oficiosa, creo, con el pensamiento puesto en Dios y en España, que por muchos años debe seguir gobernando la Dictadura o cosa muy parecida, ejercida en forma de Consejo de Ministros, de labor colectiva, pero con responsabilidad exclusiva del dictador ante el país y el Rey.

“Creo también indispensable la existencia de un órgano no deliberante, en buena parte de origen electivo, que estimule y fiscalice la labor gubernamental cooperando con sus iniciativas a hacerla eficaz.

“Entiendo que la dirección de la Dictadura puede encomendarse igualmente a un hombre civil o militar, pero requiere completa compenetración y asistencia de ambos sectores y que por su proceder justo, claro y comunitativo, gane arraigo y simpatía en el pueblo.

“Desaparecido el obstáculo de mi persona, que aún sin ser ése mi deseo no he podido evitar sucesión de agravios y molestias y sufrir desgaste, deben, todos los políticos, viejos y nuevos y los que nunca lo fueron, que sean monárquicos o que aún sin serlo quieran servir al país sin otro afán que engrandecer la patria y presentarla ante el mundo fuerte por la homogeneidad del ideal y la Unión Patriótica y ciudadana de una gran mayoría, apoyar al Gobierno prestándole la asistencia que merezca, más por sus intenciones y buena voluntad que por su acierto mismo, que éste es siempre aleatorio y opinable. ¡Paz, españoles! Cordialidad de clases, cultura y trabajo y adelante, adelante por el camino emprendido hace seis años hasta que la nueva generación, formada en las escuelas y colegios de primera enseñanza, en los Institutos y en las Universidades, que son los verdaderos cimientos del edificio social, permitan dar al país una estructura más ciudadana y liberal; porque hasta ahora, es preciso confesarlo, la verdadera libertad, la que garantiza la propiedad, la vida, el pudor y la tranquilidad, necesitan ir acompañadas de guardias civiles, de parejas de ese noble instituto a que tanto debe España y que tanto la enaltece.

“¡Paz, trabajo y cultura, que son la verdadera libertad que para estimarnos cada día más vienen contrastando y apreciando nuestros hermanos en América y los que, allí nacidos, sientan aún el calor de las entrañas de la Madre Patria! En muchos años de Gobierno de Dictadura justiciera, liberal, culta, humana, considerada fuera y con consideración y respeto, por el sentir de la conciencia universal, está la salvación y engrandecimien­to de España. Venga a realizarla los hombres de toga y los hombres de ciencia por muy radicales que sean, que sólo así, en la cordialidad de su radicalismo, recogerán, acentuando con firmeza inconmovible, un sentido fuerte, recio y culto de la ciudadanía capaz de digerir sin daño las drogas políticas más fuertes, que ése es el sino de la Humanidad.

“No teman los hombres civiles el contacto con los militares; éstos, salvo las características que reservan para su ejercicio, son de valor civil inapreciable, incluso las más modestas clases; únanse con ellos en fraternidad ciudadana y a servir todos juntos a la Patria grande e imperecedera, lo mismo bajo un gobierno dictatorial que de régimen común, que, cualquiera que el procedimiento sea, no exculpa a nadie del deber de adaptación al momento nacional y de asistencia al poder público.

“Y vayan en esta mi última nota oficiosa unas palabras de sinceridad y fervor para cuantos en los puestos oficiales o en acción ciudadana me ayudaron ayudando a España, y muy principalmente a la Unión Patriótica, que estoy seguro sabrá responder a su carácter y credo, siendo firme apoyo de todo gobierno digno de serlo y sostén de la monarquía, y al Somatén, que con su doctrina y su lema encontrará siempre las normas de su actuación; y a las mujeres españolas, que tan relevante participación vienen alcanzando en la vida nacional.

“Los hombres del Directorio, como los del Gobierno, han sido esclavos del cumplimiento de sus deberes, movidos siempre por afán de acierto y estímulo de justicia, que el país ha de reconocer y proclamar.

“Sean mis últimas palabras nueva expresión de mis sentimientos para el Ejército y la Marina, para los que a mis órdenes y a las del general Sanjurjo pusieron fin al trágico problema marroquí, y para los que ahora a las órdenes del general Jordana cimentan la paz y propulsan el progreso, y para los que antes, en días angustiosos, mantuvieron con derroche de sacrificios y entusiasmos las yermas tierras fertilizadas a fuerza de sangre.

“No puedo saber qué suerte de actuación reserva el porvenir a la Asamblea Nacional, pero es de justicia el tributar un elogio a la labor importante que ha realizado, y más aún a sus componentes, que se han mostrado laboriosos, asiduos y puntuales en la asistencia a sesiones y plenos, independientes, documentados, sobrios de palabra, corteses, elocuentes y como hombres de corte gubernamental.

“Todos sus miembros merecen de la Patria y merecen de la Dictadura el reconocimiento de sus servicios y de mí la expresión de eterna gratitud.

“Antes de escribir esta nota, he sometido al Consejo de Ministros de hoy la resolución de resignar en manos de S.M. el Rey el poder que del Gobierno que he presidido tenía conferido.

“Ha sido aceptada con las frases de mayor elogio que acrecen mis sentimientos de gratitud para con el soberano. Y escribo “mi última nota oficiosa”, estas notas de las que guardaré siempre buen recuerdo, pues aunque una de ellas haya sido la causa de mi dimisión, puede que para bien de la Patria y aún mío, a ellas debo mi constante comunicación con el pueblo español, y por ellas, tanto o más que por la "Gaceta", me ha conocido y fortalecido la asistencia suya, de la que me envanezco. Pero no puedo olvidar que la Prensa ha sido el vehículo, unas veces voluntario, otras obligatorio, que ha llevado mis palabras a través del país y aún fuera de las fronteras, Prensa cuya actuación he vigilado más que ningún otro elemento, porque sé bien por afición periodística que ella hace y deshace hombres y reputaciones y da color a las ideas, descubriendo unas veces con sofismas y otras con argumentos una visión a los que carecen de medios propios de pensar.

“Y ahora a descansar un poco, lo indispensable para reponer la salud y el equilibrio a los nervios, ¡2.326 días seguidos de inquietudes, de responsabilidades y trabajos! y luego, si Dios quiere, a volver a servir a España, donde sea y como sea, hasta morir.

“29 de enero de 1930”.


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