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Actualizada: 25 de Julio de 2.008.  

 
 
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Carmen Polo de Franco


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Los profesionales del antifranquismo.


Por Pituca.


Son los verdaderos nostálgicos de Franco. Y florecen por todos lados. No pueden vivir sin él, sin insultarle un poco todos los días, sin calumniarle, sin regodearse en la mentira y en lo más ruin. Son aquellos que no tienen edad para ser coetáneos suyos y quieren “luchar” contra él ahora, cuando no tienen rival, cuando los que podrían defenderlo ya han muerto o tienen muchos años y muchas dolencias y achaques encima. Cuando los que deberían defenderlo tienen la bajeza moral de mirar para otro lado porque no es políticamente correcto, porque les podría perjudicar profesionalmente o porque quieren olvidar los beneficios y posición social que alcanzaron sus padres y abuelos durante el Régimen “anterior”. Son los que retrató José Antonio certeramente en “La hora de los enanos”, aunque pensamos que, a veces, se quedó corto.

Que haya antifranquistas en nuestros días, cuando ya han pasado más de treinta años de la muerte del Caudillo resulta, cuanto menos, chocante. No existe otro personaje en la historia reciente de España que concite tanto interés como Franco. No hay anti-Pablo Iglesias, ni anti-Azaña, ni anti nada. Solo anti-Franco. Los socialistas o los comunistas no se pelean ni sufren escisiones por culpa de discusiones y enfrentamientos sobre sus personajes de antaño. Los liberales, los socialdemócratas, las demás ideologías, tampoco. En cambio los falangistas o los tradicionalistas, cada vez que parecía que iban a empezar a despuntar, salía a relucir el tema “Franco”, y comenzaban las disputas y las divisiones. Entraba ese veneno, junto al personalismo de sus dirigentes, alentado desde fuera y con aviesas intenciones, casi siempre, y se producía el enfrentamiento y la inevitable ruptura y abandono, por aburrimiento, de muchos valiosos elementos.

El sistema lo sabe, y por eso no nos debe extrañar que cada vez que hay unas elecciones aparezca este tema renovado una y otra vez. Y sospechamos que este sistema financia generosamente a muchos de esos antifranquistas de profesión para que hagan ese trabajo tan sucio y tan artero, para que satanicen a Franco como ya se satanizó a otros personajes de la Historia para beneficio del “pensamiento único globalizado”…

Lo peor de todo es que estos antifranquistas sin Franco, estos “revolucionarios” de artículo, libro, comida, reunión o salón, luego ellos mismos, no se consideran ya, por ejemplo, falangistas. Van a las reuniones a poner “pingando” a Franco, a gritar “¡No ha venido!” con ningún estilo cuando se le invoca, negándole el ¡Presente! Tergiversan, cuentan lo malo que fue, que por su culpa no se realizó el nacionalsindicalismo y que por eso está así de mal la Falange. Ellos son muy buenos y muy listos… Se sienten así más “modernos”, más “progres” y más admirados. Pero eso sí, si les preguntas su militancia, muchos de ellos te dicen que NO son falangistas, como mucho que son o fueron joseantonianos o ni eso. Y luego votan a la derecha liberal y se quedan tan panchos. O al PSOE, o a Rosa Díez. Pero eso sí, son antifranquistas. De profesión: Antifranquista.

Los de mi generación, muchos de los cuales no hemos cumplido aún los 20 años, vemos, aunque a algunos les parezca mentira, muy, pero que muy lejana la figura del Generalísimo, como era denominado. La vemos tan lejana como a Alfonso XIII, Carlos III o Felipe II, sí Felipe II. Es cierto: nos parecen figuras que deben ser estudiadas desde el punto de vista histórico, de forma rigurosa y seria, y que no deberían provocar las fobias que algunos llevan por bandera, triste y bochornosa donde las haya.

Los que lucharon contra el bando de Franco no pueden vivir sin el odio hacia su figura. Les sale del alma porque les venció en toda la línea. Por eso tienen esa rebaba, esas ganas de revancha, ese querer ganar la guerra setenta años después. Y la pretenden ganar con la mentira, la tergiversación, cambiando, reescribiendo e inventando la verdadera Historia, con las armas más abyectas, degradantes e ignominiosas. 

Los que llamándose o no falangistas, o tradicionalistas, o social-patriotas, o como quieran denominarse, y solo viven para insultar, mofarse o tergiversar al Caudillo, no queriendo conmemorar el 18 de julio, o el 1º de abril, negando la Cruzada y la verdadera Historia y negándose hasta a sí mismos y sus raíces, envenenando a los jóvenes, juzgando cuando el Evangelio nos pide que no juzguemos para no ser juzgados, solo se merecen la miseria moral en la que están y en la que viven. Se habrán  homologado todo lo que se quiera con lo políticamente correcto, pero son humanamente detestables. Muchos, en su ceguera, porque el odio la engendra, no se quieren dar cuenta de que hacen el juego a ese sistema que, a pesar de todo, los va a seguir llamando fascistas y los va a seguir tratando como a apestados. Pero eso sí, sin dignidad ni vergüenza: son antifranquistas. De profesión: “Antifranquista”.


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La poesía de Fa
 La "Menistra" de Defensa.


© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.008. - España -

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