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Actualizada: 02 de Septiembre de 2.008.  

 
 
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De los tenientes de Franco a los generales de la Chacón 

- periplo de una tropa devenida en ONG-


Por Pablo Gasco de la Rocha.


Mis hermanos y yo, pese a que nos pudimos haber librado, los tres hicimos la mili. Uno de ellos, el que sirvió como voluntario en Aviación, ocupó toda su etapa militar, salvo el período de instrucción, pasándole a máquina las memorias personales a un coronel, hasta que un día se cansó y pidió ir a su destino. Una tarde formó la guardia y se la rindió a Arias Navarro en visita por el Ministerio –todavía se recuerda-, aunque fue simplemente por armarla, que no por devoción al político fallecido. Al día siguiente mi madre tuvo que llevarle un par de mudas porque estaba en el calabozo y degradado de su empleo de cabo. Mi otro hermano, el más joven, ha sido, posiblemente, el mejor cabo I de reemplazo de ida y vuelta que ha pasado por las boinas negras; con todo, y pese a tanto halago, se marchó cuando cumplió con la Patria. Y yo mismo, sin ir más lejos, fui apartado del servicio de pasaportes y relegado a las oficinas por una "pequeña" discusión con un rojo que vino a informarse sobre una posible pensión por los años en los que estuvo a las órdenes del PCE matando civiles y saqueando iglesias. Una pensión, que a mi padre, sargento del Requeté, no se la hubieran concedido, porque tan sólo estuvo 18 meses en el frente hasta que le evacuaron vía Cruz Roja por tener 16 años.

Digo esto, no para dármelas de nada, que por lo que respecta a mi persona poco puedo, sino para dimensionar el tema que voy a tratar: el Ejército de España…

De siempre hemos oído la gente de mi generación –yo soy del reemplazo del 79- que los militares vivían mal con Franco. Es decir, que no ganaban lo suficiente para vivir con dignidad. Y que tan mal vivían, al parecer, que hasta tenían que ocuparse en otras cosas, pues ni los soldados a su disposición personal (escribientes de memorias, pintores, albañiles, carpinteros, fontaneros, abogados, electricistas, mecánicos, etcétera); ni las casas, que se les antojaban que eran pequeñas y algunas mal ventiladas; ni los economatos que les parecían caros, ni siquiera las farmacias, les quitaban el hambre. Y era tal el hambre de estos señores en la época de la que hablamos, que yo conocí a un teniente que ejercía de taxista. De ahí, deduzco, que años más tarde el general Piris les hiciese tanto reír a los americanos con sus famosos comentarios previos a  la Guerra del Golfo en el periódico El Independiente. …. Toda una joya de sapiencia y preparación militar este tal Piris.  

"Mi teniente, por favor, a Cibeles"

El general Atares, uno de los predilectos de la extrema derecha, aunque no sé todavía por qué, también tuvo su momento de gloria frente a un Gutiérrez Mellado al que más que actos aislados y esporádicos de indudable egolatría y empavonamiento, a tenor de las mínimas consecuencias que tales actos acarreaban, se le tuvo que haber convocado en un cuarto de banderas y apretarle los machos en primer tiempo de saludo. Pero esto no se hizo.  

Durante la época de las amnistías a todo tipo de asesinos marxistas, fiel a ese principio según el cual había que "legalizar todo lo que estuviera en la calle", ETA mató con ganas y rabia a cientos de miembros de las fuerzas del Orden Público y a miembros del Ejército –entre ellos a dos compañeros de reemplazo que ejercían de chóferes: José y Florentino-. Sin embargo, el entierro del Gobernador Militar de Madrid fue una anécdota pasajera, esporádica y sin más consecuencias.

Es cierto que don Antonio Tejero y don Ricardo Ynestrillas –a los que muchos militares de distinta graduación saludamos en el Gobierno Militar de Madrid por aquel asunto de la "cafetería Galaxia"- merecen un apartado especial. Pero como no trato de hacer historia, sino describir un periplo, decir respecto a Tejero, que fue engañado por los del "Golpe de timón", y por lo que respecta a Ynestrillas, que le sobró siempre corazón.

Y llegamos necesariamente a otro general –auque este por la gracia del PSOE- también muy querido por la llamada extrema derecha  y por todo el elenco de conversos que se han venido sucediendo, me refiero a Rodríguez Galindo, al que la justicia puso en su sitio, porque, pese a todo lo que se quiera especular, se le encontró culpable de trapicheos con droga y autor de la comisión de delitos de tortura y de dos asesinatos escabrosos. Amén de de descubrirse esa forma tan poco "ortodoxa" con la que trabajaba para detener comandos terroristas.

El general Mena no fue un general valiente, sino un oportunista a punto de jubilarse, que hasta tuvo la osadía de escribir un libro. Un libro que, según tengo entendido, se compraron todos los niños y las niñas del CEU; esos pijos que van con los cuellos de los polos levantados y el casco de la moto en el codo. Es decir, los propagandistas del señor Coronel.

Hoy estamos en otra época distinta, y como por fin los militares están bien pagados, ahora sí que pueden dedicarse por entero a su profesión y oficio. Y ahí tenemos, como muestras palpables de su quehacer en el dividendo de paz internacional que nos corresponde, todas esas salas de parto, todas esas guarderías y todos esos hogares del anciano que montan en un pis pas y con una destreza increíble en cualquier parte del mundo donde se les envía. Sin duda, unos chicos y unas chicas fantásticos de los que podemos estar sumamente orgullosos. Hasta me voy arrepentir de haberle quitado de la cabeza a mi hijo la idea de irse Zaragoza.

Claro que ahora, y una vez se quitó el retrato del Dictador de todas las academias militares, es cuando se les instruye convenientemente para lo que es su cometido. Un cometido en el que no se descarta ir a pagar fuegos. De ahí que la Chacón, seguro que con el beneplácito de la Pajín, haya nombrado como JEMAD a don José Luís Rodríguez, el primer general "bombero" de la historia de nuestro Ejército.

Con todo, están son las FFAA que tenemos. Las que tiene este lugar de paso, sitio de fronteras, ubicación a desaparecer que es España. La misma tropa a la que no se hace desfilar en ciertos lugares de España, y no me refiero a Gibraltar. Al menos solamente. Por eso algunos ya han empezado a desear que ojala viniera Franco, aunque fuese de cabo. ¡Toda una osadía!


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