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                   El 3 de
                  junio de 1937, el general Mola fallece cuando se dirigía
                  en avión de Vitoria a Valladolid, al chocar a causa de la
                  niebla, contra un cerro en las proximidades de Alcocero. La
                  noticia conmueve a toda España y se convierte en titular de
                  primera página en la Prensa mundial. Mola, organizador del
                  Movimiento del 18 de julio, rodeado de una aureola
                  extraordinaria, muere en plena ofensiva. Franco asume
                  personalmente el mando del Ejército del Norte y nombra a su
                  colaborador el general Dávila como sustituto de Mola. No hay
                  interrupción en las operaciones. 
                  El 8 de junio,
                  las tropas de Franco conquistan el Sollube y cuatro días más
                  tarde asaltan el cinturón de Hierro que defiende Bilbao, a la
                  altura de Gastelumendi, a cargo del batallón Argel. Por la
                  brecha abierta, penetran de 12 a 16 batallones que hacen
                  saltar en pedazos la línea fortificada. Es de señalar que el
                  ingeniero autor de estas defensas, Alejandro Goicoechea Omar,
                  se pasó poco antes a las filas de Franco y en la posguerra
                  construyó, con gran éxito, el tren Talgo (Tren articulado
                  ligero Goicoechea Oriol). La resistencia es fuerte, pero va
                  desmoronándose. El 15 de junio, es conquistada Peña Lemona y
                  el 18 las tropas de Franco entran en Bilbao. Dos semanas más
                  tarde es ocupada toda Vizcaya. Sin tregua, el 15 de agosto
                  comienza la ofensiva sobre Santander, que es liberada el 26 de
                  agosto, después de 11 días de avance, y el 1º de
                  septiembre, desde el este y el sur, se inicia la última etapa
                  de la campaña del Norte, Asturias, donde terminan las
                  operaciones a gran escala el 21 de octubre con la conquista de
                  Gijón. Ese día, el parte de guerra de Franco anuncia: “El
                  frente Norte de España ha desaparecido”. 
                  La campaña
                  tiene una importancia extraordinaria, por cuanto supone la
                  eliminación de efectivos militares que se calculan en más de
                  50.000 hombres y, sobre todo, la conquista de la zona
                  industrial más importante de España, lo que será decisivo
                  para el desenlace de la guerra. 
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                  El 6 de
                  julio de 1937, el ejército republicano inicia la ofensiva
                  de Brunete en este frente, sectores de Navalagamella y
                  Villanueva del Pardillo. A los pocos días conquistan Brunete
                  y amenazan Quijorna y Villanueva de la Cañada. El avance
                  apunta a Navalcarnero, en plena retaguardia de los nacionales.
                  Pero la reacción de Franco no se hace esperar. Varela asume
                  el mando con las columnas de Asensio, Barrón y Sáenz de
                  Buruaga, más las Brigadas Navarras de Alonso Vega y Juan
                  Bautista Sánchez, que han sido retiradas del frente Norte. El
                  día 18, la situación se ha estabilizado; comienza el
                  contraataque y el 26 es recuperado Brunete. En los primeros días
                  de agosto, la ofensiva republicana puede considerarse
                  totalmente rechazada. El ejército republicano ha quedado
                  deshecho. Varela propone entonces continuar la contraofensiva
                  y liberar toda la bolsa del noroeste de Madrid, que tiene por
                  centro El Escorial, pero Franco no vacila: hay que volver al
                  Norte, para liquidar este frente antes de la llegada del
                  invierno. Y la ofensiva de Santander continúa. 
                  La otra reacción
                  republicana se produce en el frente aragonés de Belchite, el 24
                  de agosto de 1937, dos días antes de caer Santander. Todo
                  el ejército republicano del este se lanza al ataque con el
                  objetivo de ocupar Zaragoza, en poder de los nacionales desde
                  el comienzo de la contienda. La resistencia de Zuera, Quinto y
                  Belchite, permiten la reacción del mando nacional. La
                  ofensiva termina el 11 de octubre, sin haber logrado el bando
                  rojo el objetivo señalado ni siquiera el retraso de las
                  operaciones en el Norte. El fracaso de la ofensiva suscitó
                  una irritada controversia entre Indalecio Prieto y el general
                  Pozas. Belchite y las restantes aldeas habían sido defendidas
                  por los carlistas y falangistas con gran arrojo. Se emplearon
                  por parte del Ejército Nacional los cazas Fiat dirigidos por
                  Joaquín García Morato, el as de la aviación. El comunista
                  Enrique Líster utilizó los nuevos tanques rusos TB-5.
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                  El 1º de
                  julio de 1937, el Episcopado español, exceptuando el
                  arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal y Barraquer y el
                  obispo de Vitoria, Mateo Múgica, dieron a la publicidad una
                  Carta Pastoral conjunta dirigida a los obispos de todo el
                  mundo, en el que calificaban de “Cruzada”, el conflicto
                  armado que se ventilaba en España, denunciando la situación
                  existente en el país al producirse el Movimiento y apoyaban
                  abiertamente al Bando Nacional, al mismo tiempo que reprobaban
                  la postura de un sector del clero vasco, por no haber
                  escuchado “la voz de la Iglesia”. Puntualizaban también
                  que serían los primeros en lamentar que la irresponsable
                  autocracia del Parlamento pudiera ser reemplazada por la más
                  terrible de las dictaduras: la comunista. 
                  El documento tuvo gran efecto. El 28 de agosto, la Santa Sede reconoció
                  a las ‘autoridades de Burgos’ como Gobierno oficial español,
                  con el envío de un representante diplomático. 
                    
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                  Es el 7 de
                  enero de 1938, Teruel cae en manos del ejército
                  republicano. La noche anterior, Franco daba una recepción en
                  honor del cuerpo diplomático en la capital burgalesa –había
                  sido reconocido por varias naciones, entre ellas, Guatemala,
                  Portugal, Alemania, Italia, Santa Sede y otros-, cuando recibió
                  noticias de Teruel. Aquella misma noche salió para el frente.
                  La contraofensiva no se hizo esperar. Fue una batalla de
                  desgaste, con temperaturas de hasta 20º bajo cero, que duraría
                  hasta el 22 de febrero, en que las tropas de Franco volvieron
                  a conquistar la capital turolense, destruida prácticamente en
                  su totalidad. Esta batalla costó cuantísimas pérdidas a los
                  dos bandos contendientes. Una buena parte del ejército
                  republicano había quedado diezmado. Según el general Díez
                  de Villegas, las bajas del bando rojo ascendieron a unos
                  70.000, de los cuales unos 20.000 fueron hechos prisioneros. 
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                                   Once
                                  ministros forman el primer Gobierno de Franco,
                                  constituido en Burgos el 30 de enero de 1938.
                                  Se trata de 3 militares, 2 técnicos, 2 monárquicos
                                  alfonsinos, 2 neo-falangistas, 1 falangista y
                                  1 tradicionalista. El Gobierno estaba
                                  presidido por Franco. Asuntos Exteriores:
                                  Francisco Gómez-Jordana y Sousa, conde de
                                  Jordana. Justicia: Tomás Domínguez Arévalo,
                                  conde de Rodezno. Defensa Nacional: Fidel Dávila
                                  Arrondo. Orden Público: Severiano Martínez
                                  Anido. Interior: Ramón Serrano Suñer.
                                  Hacienda: Andrés Amado. Industria-Comercio:
                                  Juan Antonio Suanzes Fernández. Agricultura:
                                  Raimundo Fernández Cuesta. Educación
                                  Nacional: Pedro Sáinz Rodríguez. Obras Públicas:
                                  Alfonso Peña Boeuf. Acción Sindical: Pedro
                                  González Bueno. 
                                  Sólo
                                  unos días antes se constituye el primer
                                  Consejo Nacional de FET y de las JONS, cuya
                                  misión es hacerse eco de las aspiraciones políticas
                                  del país, canalizadas a través del
                                  Movimiento. Forman parte hombres de todas las
                                  tendencias que han apoyado la unificación. La
                                  jura de los consejeros se celebra solemnemente
                                  en el monasterio de Las Huelgas, próximo a
                                  Burgos.
                                  
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                          Como primer acto político del
                          nuevo Estado, figura la promulgación del Fuero del
                          Trabajo, el 9 de marzo de 1938, especie de tabla de
                          derechos y deberes de los ‘productores’ que sienta
                          las bases del sindicalismo vertical.
                          
                          
                          
                          
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                               Primera
                              fotografía oficial de Franco. 18 de julio de
                              1938.  | 
                           
                         
                       
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                   Desde la
                  batalla de Teruel, nadie duda de que Franco tiene ganada la
                  guerra. El 3 de abril de 1938, las tropas de Franco
                  conquistan Lérida. Por el sur, las fuerzas de Alonso Vega, la
                  IV Brigada de Navarra, avanza hacia el Mediterráneo y ocupa
                  Vinaroz el 15 de abril. La zona republicana ha quedado
                  dividida en dos. La guerra está decidida. El bloqueo de los
                  puertos republicanos se acentúa. En una de estas operaciones
                  navales, el crucero “Baleares” es alcanzado y hundido,
                  cuando protegía un convoy. Muere el almirante Manuel Vierna
                  Belando, el capitán de Navío, Isidro Fontela y 741 hombres
                  de su dotación, formada por voluntarios. Un grupo de
                  tripulantes se hundió cantando, brazo en alto, el himno de la
                  Falange. 
                  El 31 de mayo,
                  las aguas de Vinaroz serán escenario de la primera gran
                  revista naval, que preside Franco. En ella participan prácticamente
                  todos los buques de la escuadra que se ha podido formar
                  durante la guerra. 
                  El 18 de
                  julio de 1938, el Generalísimo Franco es ascendido a
                  capitán general. 
                  El 28 de
                  octubre de 1938, en operación de guerra entre Palma de
                  Mallorca y la Península, muere Ramón Franco, el héroe del
                  “Plus Ultra”, al caer su hidroavión ‘Cant Z 506’, en
                  aguas del Mediterráneo, por causas que todavía se ignoran.
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                  A las 0 horas,
                  15 minutos, del 25 de julio de 1938, el ejército
                  republicano, atacando por sorpresa, consiguió cruzar el río
                  Ebro entre Mequinenza (Zaragoza) y Cherta (Tarragona), iniciándose
                  la batalla que decidiría el final de la guerra. Diez
                  divisiones con un total de más de 100.000 hombres forman el
                  ejército atacante. La lucha se prolongaría durante 115 días
                  y la intensidad de la misma, por la importancia de los
                  contingentes humanos y el material empleado, adquiriría las
                  proporciones de las grandes batallas de la Primera Guerra
                  Mundial. 
                  Franco ordena la suspensión del avance hacia Valencia y concentra sus
                  efectivos en el Ebro. Considera que el ejército republicano,
                  si es contenido, no podrá retroceder porque a sus espaldas
                  tiene el río. Es la gran ocasión de alcanzar allí la
                  victoria definitiva. Cientos de aviones, cañones, carros de
                  combate y divisiones enteras participan en la lucha de
                  desgaste que se prolonga todo el verano. Ya a mediados de
                  agosto se perfila que el avance republicano es imposible. Se
                  trata ahora de machacar literalmente a las unidades atacantes.
                  Franco instala su cuartel general en Alcañiz y el 24 de
                  octubre ordena la contraofensiva, que culmina a mediados de
                  noviembre con la derrota del adversario. El día 18 de
                  noviembre, Yagüe entra en Ribarroja, última cabeza de puente
                  de los rojos. En total, hasta 18 divisiones republicanas han
                  combatido en el Ebro y se han dejado allí hasta el 50 y, en
                  algunos casos, el 80 por ciento de sus efectivos. Un total de
                  217 aviones han sido derribados. Se han registrado de promedio
                  más de 13.500 cañonazos diarios. Probablemente hubo más de
                  50.000 o 60.000 bajas en cada bando, siendo 6.500 el número
                  de muertos en el bando Nacional y seguramente entre 10.000 y
                  15.000 en el republicano. 
                    
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                   Merced a esta
                  victoria, Franco puede iniciar la campaña de Cataluña, el 23
                  de diciembre y terminarla antes de dos meses. Ese día, más
                  de 300.000 hombres se lanzan al ataque desde cuatro puntos.
                  Sin interrupción, el avance se desarrolla en todas
                  direcciones y el 26 de enero de 1939 entran las tropas
                  Nacionales en Barcelona. 
                  El avance no
                  se detuvo y el 3 de febrero era liberada Gerona y el día 10,
                  toda la frontera con Francia, desde Puigcerdá hasta Port-Bou
                  estaba en manos de las tropas de Franco. La guerra en Cataluña
                  había terminado. El presidente de la República, Manuel Azaña
                  Díaz, abandona el país, cruzando la frontera francesa el 14
                  de febrero. Le acompaña el presidente del Gobierno, Juan Negrín
                  López, el cual vuelve a España, tratando de resistir o
                  conseguir una “paz honrosa”. Asegura que dispone de 10.000
                  ametralladoras, 600 aviones y 500 cañones que están
                  bloqueados en Francia, pero el Gobierno Daladier como el
                  Gobierno inglés, han reconocido ya a Franco, así como también
                  lo hacen Irlanda, Suiza, Argentina, Brasil, Uruguay, Perú,
                  Turquía, Holanda, Bolivia, Yugoslavia y Grecia. 
                  Negrín dice
                  que cuenta con seiscientos mil hombres, pero algunos jefes
                  militares del bando republicano consideran que son ellos los
                  que pueden lograr esa paz honrosa y no los políticos. El
                  coronel Segismundo Casado López forma una Junta de Defensa el
                  5 de marzo de 1939, con Julián Besteiro Fernández para dejar
                  el puesto de presidente a José Miaja Menant, y se rebela
                  contra Negrín, a quien considera que ya no representa a nadie
                  desde el momento que no hay presidente de la República. Entre
                  los días 5 y 12 de marzo luchan casadistas y negrinistas,
                  apoyados estos últimos por los comunistas. El 23 de marzo, el
                  teniente coronel Antonio Garijo y el comandante Leopoldo
                  Ortega se trasladaban a Burgos en avión para pedir una paz
                  que permita la expatriación de quien lo desee y la garantía
                  de que no habrá represalias. La contestación que dan los
                  coroneles nacionales, José Ungría Jiménez y Luis Gonzalo
                  Victoria, en el mismo aeródromo de Gamonal, es escueta: “Sólo
                  admitimos la rendición sin condiciones”. Y para que no haya
                  dudas, el 26 de marzo empieza una ofensiva que ya se convierte
                  en un paseo militar. Ese medio millón de hombres, integrados
                  en siete cuerpos de ejército, se lanza al ataque desde el
                  centro (frente de Toledo), y Andalucía (Peñarroya). No hay
                  resistencia. El 28 de marzo, sin disparar un tiro, las tropas
                  de Franco entran en Madrid, el 29 en Jaén, Ciudad Real,
                  Albacete, Cuenca y Sagunto. El día 30 en Valencia y el 31 en
                  Almería, Murcia, Cartagena y Alicante.
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                  Franco,
                  en su cuartel general de Burgos guarda cama aquejado de gripe.
                  Continuamente le van pasando los partes con las últimas
                  novedades. Entre los últimos, Alicante. El entonces teniente
                  coronel Barroso, jefe de operaciones del cuartel general, le
                  da la novedad con los ojos empañados en lágrimas. Franco le
                  aprieta fuertemente la mano y solamente le dice:
                  “Gracias”. 
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                           El día
                          1º de abril de 1939, Franco, de su puño y
                          letra, redacta el histórico parte de guerra, fechado
                          en Burgos:
                          
                           
                          “En
                          el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo,
                          han alcanzado las tropas nacionales sus últimos
                          objetivos militares. La guerra ha terminado”.
                          Burgos 1º de abril de 1939. Año de la Victoria. El
                          Generalísimo. 
                          Tres
                          días más tarde, muere en accidente en el aeródromo
                          de Griñón (Madrid), durante una exhibición aérea,
                          el héroe y as de la aviación nacional, el comandante
                          Joaquín García Morato, que estaba en posesión de la
                          Cruz Laureada de San Fernando por su actuación en la
                          contienda.
                          
                           
                          El 19 de mayo de 1939, en el
                          Paseo de la Castellana de Madrid, el Generalísimo
                          Franco recibe las insignias de la Gran Cruz Laureada
                          de San Fernando, de manos del general bilaureado, José
                          Enrique Varela Iglesias. En presencia del Gobierno, de
                          todos los generales del ejército, del cuerpo diplomático,
                          se celebra el más grandioso desfile que registra la
                          historia de España. Cien mil hombres dotados del más
                          moderno material de guerra, y que representan al ejército
                          de Franco que ha logrado la victoria.
                          
                           
                          Al día siguiente, Franco asiste en la iglesia de Santa Bárbara a un
                          “Te deum” de acción de gracias, y en donde ofreció
                          su espada victoriosa al Cardenal Isidro Goma y Tomás,
                          mientras que en el resto de España se celebran
                          desfiles y manifestaciones para festejar la paz.  | 
                       
                     
                    
                   
                   
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