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Actualizada: 23 de Mayo de 2.009.  

 
 
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 Uno de los episodios más oscuros y escandalosos de la emigración de los rojos.


 El tesoro del Vita.

Por Eduardo Palomar Baró. 




Al término de la Guerra Civil española brotaron a la luz del día, disensiones internas entre los vencidos, que acumulaban sobre sus propios aliados las responsabilidades y culpas de la derrota. Y así Diego Abad de Santillán, en su libro “Por qué perdimos la guerra” (Buenos Aires, 1940), escribía:

«El mito de la resistencia con pan o sin pan, con armas o sin ellas, era sólo la ambición de disfrutar solos del botín logrado con nuestra derrota, que era su victoria. Y con esos millones de la España despojada y encarnecida se comprarán conciencias y plumas que, por encima de tanta tragedia, de tanta suciedad, elevarán a los afortunados a un pedestal de héroes».

Las luchas intestinas destaparon, como cloaca que se abre, cuanto de sucio hubo en la conducta observada por quienes hicieron que sus propios intereses prevalecieran sobre motivos idealistas y desinteresados.

Los responsables políticos y los dirigentes del Frente Popular se pusieron a salvo sin atender a los miles de izquierdistas, muchos de ellos complicados en crímenes brutales y manchadas sus manos de sangre, que quedaban a merced de sus enemigos. Esos valientes y ejemplares jerifaltes se fugaron con inmensos tesoros robados al patrimonio artístico e histórico nacional y a los particulares, incluyendo a la gente sin recursos que empeñaba sus escasos bienes en los Montes de Piedad.

La verdad es que el tesoro del “Vita” sirvió para que unos pocos inescrupulosos se enriquecieran en tanto que la masa de exiliados soportaba injustas acusaciones; de esta forma culminaba un acto de piratería que no tiene precedente en la Historia.

Juan Negrín López –“previsoramente”, como él decía– organizó desde los primeros meses de la contienda el gigantesco expolio. Y así en marzo de 1939, parte de lo expoliado fue embarcada en Francia con rumbo a Méjico, en el yate Vita”. El barco había pertenecido a Alfonso XIII con el nombre de Giralda”. Lo adquirió Marino Gamboa, descendientes de vascos, y al servicio del Gobierno de Aguirre, con dinero proveniente del Gobierno republicano. Marino Gamboa, nacido en Filipinas, pero ciudadano estadounidense naturalizado, era hombre de excelente posición económica lo que le permitió afirmar que la adquisición del yate era para utilizarlo para su recreo personal, cuando en realidad su destino era transportar el tesoro, que se encontraba en París, a México. La expedición del yate “Giralda”, ahora con bandera norteamericana y un nuevo nombre: “Vita”, se preparó con tiempo suficiente. Tres personas aparecían responsables del traslado del tesoro: como encargado de la vigilancia y jefe principal Enrique Puente, persona que tuvo singular relieve en las organizaciones juveniles socialistas y que, incorporado desde el comienzo de la guerra a los Carabineros, alcanzó en el mismo la máxima graduación, realizando en diversas ocasiones, con fuerzas a sus órdenes, servicios de gran compromiso dispuestos por el Ministerio de Hacienda. Anteriormente había sido jefe de “La Motorizada”, grupo de acción que cumplió, antes del 18 de julio de 1936, servicios especiales de protección y vigilancia de algunos dirigentes socialistas, especialmente de Indalecio Prieto, y el que había antecedido como presidente de las Juventudes Socialistas a Santiago Carrillo. Al mando de la nave se puso a José Luis Antorica Ruiz de Azúa, marino vasco, del que el primer apellido algunos escriben Ondorica; por último, el triángulo se completaba con José María Sabater, empleado del Ministerio de Hacienda, a quien se hizo depositario de los bienes, teniendo además a su cargo el inventario y documentación de éstos.

Su carga debía recibirla el doctor José Puche Álvarez, ex rector de la universidad de Valencia y agente de Negrín en Méjico. Pero tanto el PNV como Prieto intentaron apoderarse de él. El botín valía la pena: depósitos del banco de España, cajas de oro amonedado, objetos históricos de la catedral de Tortosa, el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Santa Cinta, ropas y objetos procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 50.000 perlas, colecciones de monedas de alto valor numismático, con ejemplares únicos de valor histórico, objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo, pinturas, alhajas de los Montes de Piedad, etc., etc. La mayor parte de la carga, de contenido ignorado, iba en más de cien grandes maletas, que según  el miembro de la ejecutiva de la UGT (Unión General de Trabajadores) y director general de la Caja de Compensaciones, Amaro del Rosal Díaz, habían adquirido en París con gran sigilo unos empleados del Banco de España, socialistas de confianza. Prieto demostró más habilidad que sus competidores: de acuerdo con el presidente mejicano Lázaro Cárdenas, conocido por su extrema corrupción, burló a Negrín y al PNV y se apropió del barco.

Luego se respaldó en la supuesta autoridad de las Cortes en el exilio, grupo de personas sin representatividad real, a quienes había sobornado con espléndidos giros. La maniobra produjo un duro cruce de correspondencia entre Indalecia Prieto y Juan Negrín, gracias al cual se conocieron las claves del asunto. Con los fondos así obtenidos, Indalecio Prieto montó la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles), que disputaría al SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles) el control sobre los políticos exiliados, mediante pensiones más elevadas. Ambas organizaciones serían acusadas de corrupción y favoritismo. Los objetos de valor histórico o artístico fueron desguazados o fundidos para borrar la huella de su origen.

Los racistas jefes del PNV habían mostrado aversión a recibir ayuda de entidades españolas, pero, chasqueados en su plan de adueñarse del Vita”, cambiaron de idea y trataron de “comer a dos carrillos”, en expresión suya, beneficiándose tanto del SERE como de la JARE, pese a que cada organismo negaba su ayuda a quienes la recibieran del otro. Tendrían éxito sólo a medias. Los líderes nacionalistas catalanes habían defraudado sumas considerables al Frente Popular, aparte de lo que se quedaran de los saqueos anarquistas, y no parecen haber sufrido grandes penurias. Pocos dirigentes rehusaron las atenciones del SERE o de la JARE.

Uno de esos pocos fue el ex presidente Alcalá-Zamora, víctima a su vez del robo de las cajas de seguridad de los bancos por el gobierno de Largo Caballero. Pese a soportar una dura necesidad, rechazó un dinero que consideraba manchado. Otro fue el insobornable anarcosindicalista Cipriano Mera Sanz, para quien “aceptar algo del SERE era reconocer tácitamente al nefasto doctor Negrín como representante oficial de los españoles exiliados”. Mera, sufriendo pésimas condiciones en un campo de presos en Argelia, replicó a las ofertas de un bien trajeado agente del SERE:

“Mi caso no es diferente del de varios miles de refugiados. Ni más ni menos. Rechazo por adelantado cualquier privilegio personal, pues no me lo admite mi dignidad. Y ahora quiero decirte una cosa: estáis manejando un tesoro que no os pertenece y del que tendréis que rendir cuentas el día de mañana. ¡No lo olvidéis!”. Nunca hubo rendición de cuentas, ni antes ni después de la Transición. El caso trae inevitablemente a la memoria un juicio de Manuel Azaña Díaz sobre sus correligionarios: “una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”.

El dibujante Kin caricaturizó así a Prieto, en clara alusión al rico botín que transportaba el barco Vita, y que robó el socialista.

 

ARRIBA    



El 28 de Marzo de 1939 llegó a Veracruz el yate “Vita” con un cargamento de joyas y objetos preciosos, de los robados en distintas catedrales y en las cajas privadas de los bancos de Madrid y Montes de Piedad de toda España, pertenecientes a personas particulares, valorado en 50 millones de dólares de entonces (13.000.000.000 Ptas. actuales). A finales de 1938, con la guerra inclinada a favor de los alzados y Cataluña seriamente amenazada por el avance franquista, el Jefe de Gobierno republicano Juan Negrín López, decidió sustraer parte de los recursos públicos a la lucha “antifascista” para destinarlos a la adquisición de un yate de lujo de 690 toneladas que como hemos mencionado, había pertenecido al ex rey Alfonso XIII con el nombre de “Giralda”. La nueva propiedad del Gobierno Republicano, rebautizada con el nombre de “Vita” y el fabuloso tesoro que transportó fueron motivo con el tiempo de una enconadísima disputa entre dos de los históricos dirigentes del PSOE y que hoy son objeto de loa generalizada: Indalecio Prieto y el propio Juan Negrín.

La compra del “Giralda”, adquirido como era habitual en Negrín en opacas condiciones, fue una de tantas decisiones del Jefe de Gobierno que no tiene explicación puesto que como era lógico, el gobierno de la Republica disponía por aquellas fechas de multitud de barcos que podían desempeñar la función para la que aquel fue adquirido. Como también era habitual en Negrín, la adquisición, en definitiva un bien del patrimonio del Estado, que como hemos dicho anteriormente, fue puesta a nombre de  Marino Gamboa, uno de los hombres de paja de Negrín, que aprovechó la generosidad gubernamental para disfrutar en compañía de su familia de un crucero de recreo por el norte de Europa a bordo del “Vita”. Sin embargo Gamboa vio abruptamente interrumpidas sus vacaciones, cuando se encontraba en Holanda, al recibir la orden de dirigirse al puerto británico de Southampton para formalizar un contrato de fletamento del yate. De allí se dirigió al puerto de El Havre, donde el 28 de febrero de 1939 embarcó 120 maletas que le habían preparado un delegado de Hacienda y un grupo de Carabineros encargados de su custodia.

Al día siguiente, con Cataluña en manos del Ejército de Franco desde un mes antes, ya se había hecho público el reconocimiento del gobierno franquista por el gobierno francés, por lo que la tripulación del “Vita” decidió hacerse a la mar a pesar de que aquel día las condiciones climatológicas no eran las más apropiadas para zarpar. A las pocas horas arreció el temporal por lo que debieron hacer una nueva escala en Southampton por motivos de seguridad. El 4 de marzo, y ante el riesgo de que las autoridades aduaneras británicas se interesaran por el contenido del “Vita”, este se hizo nuevamente a la mar a pesar de que el temporal no había amainado. Después de una travesía que se supone nada plácida, por fin el día 17 de marzo, hicieron escala en la caribeña isla de Saint Thomas, desde donde Enrique Puente telegrafió al Ministro de Hacienda solicitándole que le indicara el destinatario del cargamento, pues el gobierno de Negrín con su habitual irresponsabilidad y debido a la precipitación al zarpar, no le había hecho saber a Puente a quien debía entregar la mercancía.

Unos días después el “Vita” atracó en el puerto mexicano de Veracruz, y Enrique Puente, que no había recibido respuesta al telegrama enviado desde Saint Thomas, tuvo la feliz ocurrencia de telefonear a Indalecio Prieto, quien se encontraba en México desde meses antes, para preguntarle si tenía instrucciones que transmitirle. Aquella llamada fue el principio del fin de la camaradería y amistad entre Negrín y Prieto. Este último que no tenía noticias del envío, vio la oportunidad de “gestionar” el cargamento del “Vita”, que conociendo a Negrín y los suyos suponía suculento. Indalecio Prieto se encontraba fuera de España desde finales de 1938, bajo el pretexto de asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de Chile, el 24 de diciembre. Después de un efusivo abrazo de despedida al Jefe de Gobierno Negrín, Prieto embarcó en un trasatlántico rumbo a Nueva York y de allí a su destino final, Santiago de Chile. Una vez cumplida su misión, Prieto en lugar de volver a España, decidió por su cuenta y riesgo iniciar una gira propagandística por América que le llevó a Argentina, Uruguay, Brasil, Estados Unidos y finalmente México, para exponer su idea de un cese de hostilidades y la firma de un armisticio. Prieto, valiente pero no temerario, demoró su regreso a España a la espera de la evolución del frente de Cataluña, pues no en balde sus hijos se encontraban ya en México, como los de Negrín andaban repartidos entre Moscú y París.

En México, donde Prieto se encontraba en calidad de huésped de honor del Presidente Cárdenas, alojado en un lujoso hotel y con automóvil y chofer oficial a su disposición, procedió a negociar la liquidación de una deuda del Gobierno mexicano con el español por importe de 200.000 dólares, a la venta de unos aviones republicanos depositados en el aeródromo local y el traslado de dos baúles que fueron enviados a la embajada de España en México como valija diplomática.

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El “Vita”, que una vez atracado en Veracruz con sus 120 maletas a bordo se encontraba sin destinatario identificado, pues Enrique Puente y la tripulación no habían obtenido respuesta de España a pesar de haber reiterado sus telegramas pidiendo instrucciones. Solicitada la mediación de Prieto, este decidió que “el barco debía trasladarse a otro puerto donde se encontrarían máximas facilidades para la descarga”. Así pues el “Vita” se trasladó al pequeño puerto petrolero de Tampico, donde llegó el 30 de marzo de 1939. Allí, en la desembocadura del río Panuco, con gran discreción, se descargó el yate, cuyo contenido pasó a los vagones de ferrocarril, saliendo el convoy con dirección a Ciudad de México el 31 de marzo, rodeado de grandes medidas de seguridad. Una vez en la capital, el tesoro del “Vita” fue depositado en el chalet de José Mª Argüelles, viejo miembro de la colonia asturiana en México, republicano y vinculado al servicio diplomático de la República, pues había ejercido como asesor de la delegación diplomática española en la época de Félix Gordón Ordax.

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Las autoridades mexicanas garantizaron a Prieto una fuerte escolta militar para descargar cajas y maletas ya México, donde fueron almacenadas en el chalet de un secretario de la embajada española. A partir de este momento el tesoro del “Vita”, que teóricamente fue enviado a México con el fin de asegurar el asentamiento en aquel país de exiliados españoles, quedó definitivamente bajo custodia de Indalecio Prieto a pesar de los denodados intentos de Juan Negrín por recuperarlo.

Efectivamente, días después de que Prieto pusiera a buen recaudo las maletas transportadas, recibió la visita en México de un emisario negrinista, José Puche Álvarez, el cual siguiendo los consejos de su amigo Negrín, se había trasladado a Elda en compañía del gobierno republicano tras la sublevación de Segismundo Casado y desde allí abandonó España el 7 de marzo de 1939 en un avión que lo llevó a Francia. En París inició la organización del exilio al frente del Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE), articulando ayudas y salidas de Francia hacia otros países. Entonces Negrín le encomendó la organización de la asistencia a los refugiados políticos que en gran número iban a ir a México, para lo cual a bordo del buque “Normandía” llegó a Nueva York y desde allí en avión a México. Pero Prieto ya no estaba dispuesto a soltar la presa y desoyó los requerimientos de Puche para que pusiera el cargamento del “Vita” a su disposición. Simultáneamente la Ejecutiva del PSOE envió un telegrama a Enrique Puente condenando a todos los que no se sometieran a Negrín, pero para entonces Puente, consciente de que Prieto tenía la sartén por el mango y que al partido le era imposible hacer respetar el derecho cuando carecía de fuerza, contestó a la Ejecutiva socialista desautorizando al gobierno republicano ya que “los poderes de una nación no pueden ejercerse más allá de su territorio geográfico y mucho menos cuando los agentes de esos poderes son repudiados por aquellos miles y miles de compatriotas que están sufriendo las calamidades de una política que nos llevó a la derrota”.

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El litigio entre Prieto y Negrín por apoderarse del cargamento del “Vita” dio origen a una curiosa relación epistolar entre ambos dirigentes del PSOE, amigos en otro tiempo, que lamentablemente ha despertado escaso interés entre los recuperadores de la memoria histórica.

Carta de Negrín a Prieto

Negrín, desde Nueva York y con fecha de mayo de 1939, escribió a Prieto la siguiente misiva:

Mi querido y buen amigo:

Aprovecho la salida para México de nuestro común amigo don Francisco Méndez Aspe, para anunciarle, con estas líneas, mi próxima llegada ahí. Pronto tendré ocasión de exponerle verbalmente varias razones de mi viaje, pero no es la menor, y desde luego ha contribuido a anticiparlo, mi deseo de que en una entrevista se aclaren los equívocos y las malas inteligencias surgidas en los últimos meses. Puede haber habido errores, de una u otra parte y quizá de ambas, pero como nos ha guiado el mejor buen deseo y para mí su estimación y amistad están por encima de cualquiera otra consideración, estoy seguro de que con pocas palabras se desvanecería cualquier enojo o molestia que usted sienta.

Me han dicho anoche que Fraile está en cama con una flebitis, cosa que me preocupa. También me aseguran que ayer llegaron a Nueva York su cuñado y familia, pero aún no los he visto ni sé dónde viven. Salude de mi parte a Blanca, Concha, Luis Y Fraile, a quienes pronto he de ver.

Con el afecto y cariño de su amigo.  J. NEGRÍN

Saludos a Salazar.

Contestación de Indalecio Prieto

México, 7 de junio de 1939.

Sr. D. Juan Negrín. Estimado correligionario:

En respuesta a la carta de usted que me trajo el señor Méndez Aspe al venir de Nueva York, debo decirle que nuestra amistad, ya muy quebrantada a partir de abril de 1938, la considero rota por completo desde abril de 1939. Consiguientemente no debe verificarse la entrevista conmigo que proyecta usted a su llegada a esta capital. Habría de ser muy penosa. Desde luego lo sería en alto grado para mí. Los hechos que motivan mi actitud son tan notorios y de tal volumen que no podrían ser desvirtuados por ningún género de explicaciones. Y puesto que la entrevista resultaría, además de inútil, desagradable, es preferible evitarla.

Si, aparte de esa amistad ya muerta, tuviera usted algo que decirme, le ruego que lo haga por escrito para que sea también escrita mi respuesta. Así, ante palabras perdurables, se eliminarían los riesgos de interpretaciones equívocas.

Atentamente le saluda.  INDALECIO PRIETO

Los reproches fueron subiendo de tono. Negrín acusaba a Prieto de haber contribuido a la derrota republicana durante su etapa en el gobierno por su actitud timorata y derrotista alegando que “a nuestra causa no la han vencido los facciosos. No. La han vencido las asechanzas de unos cuantos malandrines”. Y Prieto le respondía en términos como estos: “Después de haber presidido tan colosal desastre, después de haber originado, con el uso de un poder personal, ejercido en beneficio exclusivo de determinada agrupación (se refiere claro está al PCE), disensiones hondísimas que condujeron a millares de hermanos a despedazarse entre sí, y teniendo todavía ante los ojos el espectáculo de medio millón de españoles debatiéndose en la miseria y sometidos a las más viles humillaciones, de las que una elemental previsión reiteradamente aconsejada les hubiera librado, después de todo eso, ¿se atreve usted a decir que yo incubaba la catástrofe? Jamás conocí un sarcasmo tan terrible como el contraste entre sus inmensas responsabilidades y su jactanciosa actitud que le permite condenar caprichosamente a los demás, y encima exigir, a guisa de premio, el reconocimiento de su jefatura de Gobierno con carácter permanente por indefinido”.

 

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Como hemos mencionado, al embarcar el contenido en el puerto de El Havre, no se realizó inventario de lo cargado por la precipitación del viaje. Tampoco Prieto quiso inventariar el cargamento una vez recibido en México, por lo que en estas condiciones las valoraciones que nos han llegado son de lo más dispares. Así en 1939, el diario mexicano “Excelsior” lo valoraba en 500 millones de dólares, pero el mismo periódico en 1975 reducía esa cantidad a “entre 300 y 400 millones de dólares”. Otros cifraban el importe en más de 500 millones de dólares. Una comisión del gobierno republicano en el exilio lo cifraba, en 1946, en 40 millones de dólares, pero claro, según evaluaciones hechas por Negrín. Uno de los tripulantes que realizó el azaroso viaje hasta Veracruz habla de 400 millones de pesos mexicanos. En cualquier caso nunca hubo inventario del contenido del “Vita”, ni se abrieron libros de contabilidad, ni hubo interés en que se conociera el verdadero valor de las joyas, colecciones de monedas antiguas, obras de arte, acciones...

Parece razonable pensar, que puesto a buen recaudo el Tesoro del Banco de España por Juan Negrín en su etapa de Ministro de Hacienda, el cargamento del “Vita” proviniera de incautaciones y confiscaciones sufridas por empresas y particulares, que fue una practica habitual durante la II República. Así un año antes de zarpar el “Vita”, en marzo de 1938 se procedió por orden del Ministerio de Hacienda a la apertura de las cajas de particulares en Bancos Privados y de los depósitos del Monte de Piedad. Al mismo tiempo se constituyeron la Junta Nacional del Tesoro Artístico y la Caja General de Reparaciones ambas dependientes del propio Ministerio de Hacienda con objeto de acumular bienes incautados por partidos y sindicatos en cantidades y valores imposibles de cuantificar. El gobierno francés evaluó en 3.900 millones de francos oro los envíos realizados por Negrín en el último trimestre del 36 y primero del 37, aunque este valor se refiere únicamente a los envíos controlados por la aduana francesa. A esto hay que sumarle lo introducido de contrabando en el país vecino.

Pero no todo lo incautado pudo pasar la frontera y entre lo que quedó en suelo español y lo que posteriormente fue devuelto por el gobierno galo al régimen de Franco, aún hubo suficiente para que Prieto, y especialmente Negrín, dispusieran a su antojo en el exilio de ingentes cantidades de dinero, valores y joyas.

En cuanto al destino que se le dio al fabuloso tesoro del “Vita”, teóricamente estaba destinado a sufragar los gastos derivados del exilio de muchos republicanos. A tal efecto se constituyó primeramente el mencionado Servicio de Expatriación de Republicanos Españoles (SERE), controlado por Negrín y que sirvió más bien para financiar el exilio de sus acólitos, negándole ese derecho a quienes no comulgaban con sus postulados. Disuelta la SERE, se constituyó en México la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) gestionada por los prietistas. Sobre las actividades y la gestión de la JARE, hay numerosos testimonios que dan cuenta de su opacidad y del clientelismo con que fue regida. Un coronel republicano escribía a Prieto, ya desde el exilio, quejándose por “las arbitrariedades en la administración de un dinero que al Tesoro español pertenece, dando preferencia a las queridas, amigas y cómplices de gobernantes” mientras “los militares profesionales que no pertenecemos a ningún partido político, ni formamos parte de las camarillas de los dirigentes no podemos encontrar admisible y honesto que el fantasma del hambre, que ya hemos conocido en nuestros hogares, nos amenace de nuevo”.

La Asociación de Inmigrados Españoles en México hizo llegar una queja al presidente de la Cámara del Senado Mexicano para solicitar una investigación en las cuentas de la JARE “por considerar injusto que hubiera españoles que no tienen que comer, mientras Prieto luce un ‘Cadillac’ magnífico y vive como un ‘nabab’ [N. del A.] Acepción de: Gobernador en una provincia de la India musulmana, y también el de un hombre sumamente rico.

El diputado socialista Juan Sapiña hizo pública otra carta en la que denunciaba la fabulosa fortuna de Prieto. Otro dirigente socialista, Máximo Muñoz, acusó a Prieto de haber abandonado a su suerte a infinidad de refugiados, mientras su círculo de íntimos se creaba “una exhibición de insólitas fortunas, surgiendo sujetos tan listos que habían logrado ‘ahorros’ fantásticos en una guerra, en la que el pueblo español no ahorró su sangre” y daba cuenta con nombres y apellidos de personajes que habían amasado grandes fortunas con “el denominador común de que todos son incondicionales de Prieto”.

Tan revelador como lo anterior resulta el hecho de que un empleado en la recogida de basuras de la Ciudad de México encontrara, en noviembre de 1940, un lote de joyas “en un bote repleto de desperdicios” que le habían entregado en un edificio de la JARE. Días después la prensa azteca recogía la noticia de la negociación de un magnate estadounidense dedicado a los diamantes con Indalecio Prieto para adquirir un lote de piedras preciosas por valor de nueve millones de dólares.

En realidad si el enfrentamiento entre Prieto y Negrín por el tesoro del “Vita” resultó ya de por sí especialmente repugnante mientras gran parte del exilio español sufría graves calamidades.

Otro de los prebostes socialistas durante la etapa republicana, Francisco Largo Caballero se quejaría amargamente por ello: “Aquel dinero que debía servir para atender a muchas necesidades de los emigrados, si hubiera sido escrupulosa y desinteresadamente administrado, y para preparar una posible repatriación, se ha gastado en ahondar más las diferencias entre los compatriotas, en crear un cisma, que será el más sólido pilar sobre el que se sostendrá el Régimen falangista del usurpador Franco”.

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El director de la Caja de Compensaciones del Ministerio de Hacienda, Amaro del Rosal expuso la relación del cargamento del “Vita”, con excepción de un gran número de maletas que no se detallaba su contenido:

Había, entre otros: “Bultos”:

1 a 10.- Objetos entregados por la Caja de Reparaciones.

11.- Depósitos Banco de España de gran valor.

12.- Monte de Piedad de Madrid. Gran valor.

13.- Monte de Piedad y Depósito Banco de España.

14.-Monte de Piedad y Depósito Banco de España. Gran valor.

15-24.- Depósitos Banco de España, Caja de Reparaciones, etc.

25.- Objetos religiosos de excepcional interés.

26.- Depósitos Alicante.

27-36.- Depósitos Banco de España, Custodias, Cajas de reparaciones,               “entregas al Ministerio de Hacienda”.

37.- Objetos varios.

38.- Cajón entrega Generalidad de Cataluña oro amonedado.

40.- Depósitos Monte de Piedad.

41-43.- Más Depósitos Banco de España, custodia y lingotes de oro.

44.- Objetos históricos Catedral Tortosa.

45.- Más objetos catedral Tortosa.

46.- Objetos religiosos y ropa de gran valor intrínseco

47.- Objetos religiosos de gran valor artístico e intrínseco

48.- Entrega Generalidad de Cataluña. Objetos de gran valor.

49.- Ropas y objetos religiosos procedentes de la Catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las cincuenta mil perlas.

50.- Ropa y objetos religiosos de Toledo. Depósitos del Monte de Piedad de Madrid y tres sobres de la Caja de Reparaciones conteniendo brillantes de alta calidad y gran valor.

51-55.- Depósitos Monte de Piedad y Banco de España.

57.- Colección de relojes. Valor histórico y artístico.

58.- Colecciones de monedas de oro de valor numismático. Ejemplares únicos de incalculable valor histórico.

59.- Ídem.

60-80.- Depósitos del Monte de Piedad y Banco de España. Más colecciones de monedas y otros objetos de alto valor. Ministerio de Hacienda.

81.- Caja pequeña de madera conteniendo el monetario de la Casa de la Moneda de Madrid. Mucho valor.

82-98.- Depósitos Banco de España, montes de piedad y caja de reparaciones. Objetos de gran valor.

99.- Depósitos Generalidad y sacos con monedas de oro.

100-101.- Varios bultos objetos valor.- Objetos del culto de la Capilla Real de Madrid.

102-110.- Objetos de culto, depósitos Monte de Piedad, un ejemplar extraordinario de un Quijote editado en corcho, etc.

Los “depósitos” eran principalmente las cajas de seguridad de Bancos y Montes de Piedad, descerrajadas por agentes de Negrín ya en septiembre-noviembre de 1936. En esa relación, Amaro del Rosal, manifestaba que: “Quedaban sin controlar los objetos empaquetados en cajas que eran el mayor volumen de la expedición. En el “Vita” fueron depositados cuadros de valor extraordinario, así como objetos de culto que pertenecieron al antipapa Benedicto XIII, más conocido con el apelativo de ‘Papa Luna’.

La República terminó con una guerra civil interna a los propios republicanos. Y es que la derrota de la República,  fue principalmente, militar, pero también fue una derrota política. Los nostálgicos de la república suelen olvidar estas realidades, pues son poco gratas de contemplar. Pero su conocimiento es necesario para comprender cabalmente el por qué de muchas cosas de las que sucedieron.

Esta fue una más, de las muchas páginas bochornosas, vergonzantes y escandalosas, protagonizadas por los socialistas.

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