INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

Actualizada: 26 de Junio de 2.009.  

 
 
Generalísimo.

 

Biografías.


Cronología.


Habla el Caudillo.


Retratos.


Fotos 1.


Fotos 2.


Especial 20N-03.


Especial 20N-04.


Especial 20N-05.


Especial 20N-06.


Especial 20N-07.


Especial 20N-08.


Franquismo.

 

Mitos.


Mentiras.


Actos 20N-03.


Actos 20N-04.


Actos 20N-05.


Actos 20N-06.


Actos 20N-07.


Actos 20N-08.



Actualidad.

 

 


Temas varios.


Artículos.


Calendario.


Opinión.


23-F.


Difusión.

 

Música.


Descargas.



Personalidades.

 

Carmen Polo de Franco


L. Carrero Blanco


José Calvo Sotelo


F. Vizcaíno Casas



 Enfrentamientos entre Negrín y Prieto.


 Las organizaciones S.E.R.E. y J.A.R.E. para los exiliados rojos.

Por Eduardo Palomar Baró. 




Los conflictos y las disputas que mantuvieron durante la Guerra Civil española, Juan Negrín e Indalecio Prieto, se prolongaron en el exilio. Un enfrentamiento grave oponía en el seno del PSOE a negrinistas y prietistas y sus respectivas organizaciones, el S.E.R.E. (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles) y la J.A.R.E. (Junta de Ayuda a los Republicanos Españoles).

ARRIBA    



Organismo creado en los últimos días de la guerra civil por el Gobierno republicano presidido por Juan Negrín, que tenía por objeto atender y ayudar a los republicanos españoles –y especialmente a los funcionarios del Estado– que al final de la contienda se refugiaron en Francia.

El S.E.R.E. fue fundado por Negrín el 31 de marzo de 1939, y en él se depositaron fondos del tesoro de España, que el Gobierno de Negrín había conseguido traer a Francia, así como oro, alhajas, joyas y dinero, procedentes de las incautaciones y decomisos efectuados durante el conflicto.

Dicho organismo, en el que colaboraron gran número de elementos comunistas, estuvo presidido por Pablo de Azcárate y tuvo su sede oficial en la rue de Tronchet, nº 11 de París. El objetivo era el de financiar y organizar la salida de exiliados especialmente hacia Hispanoamérica y preferentemente hacia México, merced a la “generosidad” del entonces Presidente Lázaro Cárdenas –miembro prominente de la Gran Logia Masónica Valle de México de la que fue Gran Maestre del Alto Cuerpo– quien abrió sus puertas a los exiliados españoles, por la presión ejercida desde Rusia y también por lo apetitoso que resultaba el depositar en Bancos mexicanos, tan cuantiosos depósitos.

Los fondos del S.E.R.E. estaban administrados por José Puche Álvarez, que procedía de la escuela fisiológica de Augusto Pi y Suñer, incorporándose al grupo de Negrín en 1926, en su laboratorio de la Residencia, para realizar la Tesis Doctoral. En 1929, obtuvo la Cátedra de Salamanca, trasladándose posteriormente a la de Valencia, donde fue Rector interino durante la Guerra Civil.

En realidad el ‘verdadero’ administrador de los fondos era Negrín, y tenía una orientación preferente hacia el sector comunista, y dentro de este a un sector muy selectivo (políticos, militares, etc.), los cuales cobraron subsidios durante cierto tiempo.

Seis días antes de la creación del S.E.R.E., el 24 de marzo de 1939, llegaba el yate Vita, con un importante tesoro, valorado según unos en 50 millones de dólares de la época, y según otros en 180 millones.

Hacia finales de 1938 el gobierno republicano presidido por Negrín, alquiló un elegante hotel en Deauville, lugar famoso de veraneo en la costa de Normandía y a unos 140 km. de París. En este hotel depositó Negrín el tesoro que había acumulado, y desde ese lugar salieron durante la primera quincena de febrero de 1939, enormes cajas llenas de diamantes, zafiros, esmeraldas, perlas y joyería de plata, oro y platino, para cargarlos en el Vita. También se cargaron cajas fuertes con acciones y obligaciones, robadas por los revolucionarios en las cajas de seguridad de bancos y cajas de ahorro.

Las joyas procedían de incautaciones realizadas a comienzos de la guerra, a aristócratas, terratenientes, magnates industriales, ‘fascistas’ ejecutados o encarcelados. Salvador de Madariaga, matiza aún más este expolio, señalando que también procedía el tesoro de gente llana, pues muchas personas modestas, entregaron sus cuatro monedas de plata ante el temor de represalias.

Del contenido del Vita se hizo cargo, con la ayuda del Presidente mexicano, el ex Ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto, que marchó de España el 27 de noviembre de 1938, encontrándose en México, ya que se había quedado allí, después de asistir a la toma de posesión del nuevo Presidente de Chile Pedro Aguirre Cerda, aunque otras versiones aseguran, que salió de España con una importante cantidad de dinero para comprar armas y… ya no volvió.

Negrín probablemente tenía programado mantener el S.E.R.E., con los depósitos ya citados y con el tesoro del Vita, cuyo control se le había ido un tanto de su mano, por la evolución de la guerra civil, fallándole su objetivo de mantener a toda costa la guerra, hasta que se iniciara la II Guerra Mundial, y presumiendo que vencido el eje Berlín-Roma, tanto Francia como Inglaterra aplastarían al régimen franquista, recuperando la República el control de Estado, pero con la hegemonía del Frente Popular, quien pronto establecería en España, una república popular al estilo de las soviéticas.

 

ARRIBA    



Este organismo fue creado el 28 de julio de 1939 por la Diputación Permanente de las Cortes de la República en el exilio, con la colaboración de los socialistas y de otros partidos republicanos, que tenía por finalidad “administrar cuantos recursos y bienes pueda y deban destinarse al auxilio de quienes emigran de España por defender las Instituciones democráticas de nuestro país”. A tal fin, dicho organismo dispuso de parte del oro, alhajas, joyas y dinero que se hallaban depositados en Francia, y después en México, procedentes de las incautaciones y decomisos.

En la J.A.R.E. estuvieron representados todos los partidos exiliados excepto el PCE y el PNV por decisión propia.

Su fundación fue un acto de clara oposición al S.E.R.E., liderado por Juan Negrín.

La organización interna estaba compuesta por un presidente, un vicepresidente y cinco vocales nombrados por la Diputación Permanente. Su primer presidente fue Luis Nicolau D’Olwer y el vicepresidente, y auténtico líder de la nueva organización, Indalecio Prieto. Fueron nombrados vocales José Andreu Abelló, Emilio Palomo Aguado, Faustino Valentín, Amador Fernández y Juan Peiró.

Fueron designados tres administradores para cuidar del tesoro del Vita: Indalecio Prieto, José Andreu y Emilio Palomo. No tardó Prieto en destituir a este último, con estas palabras textuales: “Yo castigué la deslealtad de Palomo obligándole a dimitir, restituir algo que no le pertenecía y a abandonar México inmediatamente”.

La J.A.R.E. tuvo su sede en Ciudad de México y una delegación en Veracruz. Cuando el S.E.R.E., en 1942, se quedó sin recursos, sus “funciones” las asumió en exclusiva la J.A.R.E., que tuvo la confianza absoluta del presidente mexicano Lázaro Cárdenas, actuando en el país con entera libertad.

*    *    *    *    *    *    *    *    *    *

El S.E.R.E. se ocupó de ayudar a los comunistas y la J.A.R.E. a los socialistas, y a los demás, como vulgarmente se dice ¡qué les parta un rayo! Se precisa ser muy cándido, para no interpretar este comportamiento de los inefables políticos Negrín y Prieto, como una muestra de “pura política bananera”, pues deberían haber razonado, que el “tesoro robado” no pertenecía exclusivamente a comunistas y socialistas, ni siquiera a los “republicanos de verdad”, sino que era patrimonio del pueblo español, al que al margen de ideologías políticas, nunca debió perjudicársele.

Algunas notas fueron publicadas posteriormente por la prensa “nacional” –que naturalmente llevaba un objetivo político– reflejaban sin embargo hechos reales que dificultarían la recuperación económica de España durante la inmediata posguerra, ya que no puede olvidarse que la carencia de divisas coincidió además con el inicio de la II Guerra Mundial y el bloqueo internacional al finalizar la misma, y que se prolongaría hasta la década de los cincuenta.

Entre estos recortes de prensa, cabe señalar el siguiente:

“Mientras Prieto, Negrín, Álvarez del Vayo y demás ralea, gozan hasta la hartura de los placeres que se proporcionan con los centenares de millones robados a las víctimas del expolio español, unos millares de rojos o simpatizantes, se mueren de hambre, de hastío y acaso también de remordimiento en la tristeza del destierro”. Otra noticia, decía así: “Ante las masas hambrientas, se recordaban los lingotes ‘robados’ por la canalla marxista, que había maniatado la recuperación del país”.

ARRIBA     



«Las correrías que Negrín había hecho por el extranjero, es seguro que no las hizo, como decimos vulgarmente, a humo de pajas. Es de suponer que se ocupó de preparar el tinglado para actuar una vez terminada la guerra civil, colocando fondos en varios sitios y a nombre de diferentes personas. El oro depositado en Rusia había de servirle para la maniobra, quedando allá como depósito de garantía, ya que en Francia e Inglaterra se convertiría en francos y libras papel. La súbita retirada de mi firma, sin mi aquiescencia ni intervención, para la extracción de fondos con que sufragar los gastos de compras de material de guerra, tuvo como finalidad indudable la de quedar con las manos libres para realizar sus combinaciones financieras. A los rusos, que me habían desahuciado, no les podía asaltar ningún escrúpulo al prescindir de mi autorización; Negrín era su instrumento y bastaba.

Naturalmente que eso no se puede hacer honradamente sin la autorización y conformidad del depositario, pero tengo mis motivos para suponer que éste no sería ajeno a esa idea.

Con esos medios económicos constituyó Negrín el S.E.R.E. Creyó que volveríamos pronto a España, y procuró sostener una clientela que le sirviese de apoyo después de la repatriación.

La historia del S.E.R.E. no cabe en el espacio de unas cartas; sería necesario escribir un libro de muchas páginas para recoger las miserias morales que allí se incubaron y salieron a la vida.

El folleto conteniendo las cartas de Negrín a Prieto produjo una impresión de asco a todas las personas decentes, que no concebían tanto cinismo y desprecio para la consideración de los demás. No se podía concebir cuál era más despreciable de los dos.

Todavía había de publicarse otro folleto, que hizo buena pareja con el de las cartas.

Prieto hizo tomar taquigráficamente el discurso que pronunció ante el Comité Nacional del Partido, dando cuenta del porqué salió del Ministerio de la Defensa Nacional, en cuyo discurso culpaba a los comunistas de su salida, en complicidad con Negrín.

Claro es que se cumplía el refrán de que: el que a hierro mata, a hierro muere. Los que le ayudaron en la intriga del mes de mayo del 37 le derribaron a él por los mismos procedimientos.

Unos amigos de Prieto –se decía que Amador Fernández y Belarmino Tomás– editaron dicho discurso en folleto, al que pusieron de prólogo otro discurso que pronunció en un mitin electoral de Cuenca. Ni uno ni otro discurso creemos que hayan servido para aumentar la gloria de su autor, y el efecto producido en la opinión acredita lo desdichado de ambos. Prieto se apresuró a publicar otra edición con otro prólogo hecho por él, en el que arremetía furiosamente contra los comunistas y con el S.E.R.E. insinuando que éste era auxiliar de la policía francesa.

Todas estas cosas realizadas por unos locos de atar, producían en la emigración, tanto de las poblaciones como de los campos de concentración, el consiguiente desaliento y la pérdida de la esperanza de nuestra repatriación, porque todo llegaba a conocimiento de la prensa española, que se aprovechaba de esas miserias para su propaganda. También eran conocidas por hombres políticos de otros países; lo que ha contribuido, y no poco, a que nos hayan tomado por una banda de aventureros. Todo esto contribuía a enrarecer el ambiente internacional contra los rojos españoles».

Francisco Largo Caballero. París, enero de 1946.

 

*    *    *    *    *    *    *    *    *    *

«Dado el plan de lucha en que se habían colocado Prieto y Negrín, parecía extraño que no surgiera otro organismo frente al S.E.R.E. Posiblemente lo impedía la carencia de dinero, pero la casualidad hizo que esa dificultad desapareciera.

Negrín, y su titulado Ministro de Hacienda, Méndez Aspe, encomendaron a Enrique Puente una misión importante para México. Este individuo, Enrique Puente, había sido panadero; fue presidente de la Juventud Socialista de Madrid; jefe de un grupo denominado “La Motorizada”, organización particular armada al servicio de Prieto para atemorizar a los tímidos, en la querella que sostenía con elementos del Partido y de la Unión; durante la guerra civil fue Comandante de Carabineros. La misión que se le encomendó fue la de llevar a México un importante número de bultos conteniendo objetos de valor. Para el transporte adquirieron un barco –el “Vita”– y contrataron un equipo con su capitán correspondiente.

La historia de lo ocurrido en este barco y su cargamento ha llegado a mí por diversos conductos, y tal me lo contaron la cuento sin poner ni quitar nada. Que respondan los autores de su autenticidad.

Los bultos que el barco transportaba deberían ser entregados en Veracruz a un médico, amigo de Negrín –doctor Puche–, que residía en Washington y que debía trasladarse a México, para hacerse cargo de todo.

El barco llegó al puerto de Veracruz, pero el médico no estaba porque se había retrasado. La gente acudió al puerto para ver el barco, que nadie sabía a qué iba ni de quién era; pero empezó a circular la noticia de que transportaba el tesoro español y hasta los periodistas acudieron para informar del acontecimiento. El rumor despertó codicias, o alguien se enteró de la verdad del caso, y quisieron sacar sabrosa tajada a cambio de no denunciar la verdadera carga del barco.

El Capitán bajó a tierra y durante su ausencia, la Aduana verificó su visita, pero no dio con lo que en el barco se ocultaba.

La situación de Puente y la de los que le acompañaban se hacía por momentos más comprometida, y para salir del atolladero se pusieron en comunicación con Prieto, al que dieron cuenta cabal de lo que se trataba y le ofrecieron la entrega del barco con lo que contenía. Prieto, haciéndose cargo del caso, celebró entrevistas con las autoridades para que facilitasen la admisión de lo que dicen han de ser medios de sostenimiento de los españoles refugiados y de movilización de riqueza para México, tanto en la industria como en la agricultura. Obtenidas las facilidades deseadas, se trasladó a tierra, a lugar seguro, lo que se empezó a llamar tesoro del “Vita”. Por su parte, Prieto informó a la Diputación Permanente de las Cortes, que se había visto sorprendido con un ofrecimiento que no esperaba; que no podía aceptarlo a título personal y que lo ponía a su disposición, sugiriendo que se nombrase una Comisión que se hiciera cargo de todo y lo administrara. La Diputación Permanente lo aceptó y a la cabeza de la Comisión administradora, quedó Prieto. La expresada Comisión fue bautizada con el nombre de Junta de Auxilio a Refugiados Españoles (J.A.R.E.).

Negrín se enteró, y poniendo el grito en el cielo por la infidelidad de las personas a quienes había confiado el traslado del tesoro, dirigió a Prieto un telegrama desautorizándolo para hacerse cargo de lo que el “Vita” había transportado; diciendo que él, Negrín, era el Jefe del Gobierno y el único autorizado para hacerse cargo de todo. Prieto, por lo visto, no hizo ningún caso del telegrama. Realmente, tampoco conocía la importancia de lo transportado. Entonces decidió trasladarse a París para informar directamente a la Comisión Parlamentaria y se embarcó en el “Normandie”, dando la casualidad de que en el mismo barco tomó también pasaje Negrín; éste viajaba en primera clase y Prieto en segunda.

Llegados a París, ambos prepararon sus baterías para la lucha. Prieto movilizó a sus amigos: Amador, Belarmino y otros. Pidieron a la Minoría Parlamentaria Socialista que se reuniera, pero Almoneda, secretario de la misma desde la célebre reunión de Valencia, en la que se nos despojó de esa dirección, se inclinó del lado de Negrín y no quiso convocar. Amador y demás amigos suyos telegrafiaron a los diputados y organizaron la reunión.

Yo vivía en París, lugar donde había de celebrarse la reunión, pero no me convocaron. En cambio convocaron pagándoles los gastos del viaje a los que residían en provincias.

Como la Directiva no compareció, celebraron la reunión sin su presencia. Tampoco permitieron entrar a algunos diputados amigos míos. El objeto era ayudar a Prieto desautorizando a Negrín y declarando la inexistencia del Gobierno, diciendo que la única representación de la España republicana era la Diputación Permanente de las Cortes. Así lo acordó la Minoría parlamentaria, y además nombró otra Directiva y otra representación en la Permanente.

Amador Fernández me envió copia de los acuerdos pidiéndome que diera mi conformidad. Contesté que como no había sido convocado no pude estar presente, y, por lo tanto, no suscribía los documentos recibidos.

La Diputación Permanente se reunió bajo la Presidencia del señor Fernández Clérigo, y, después de tratar otros asuntos del Orden del día, acordó que quedara constituida la Junta de Auxilio a Refugiados Españoles.

Conocido por Negrín el acuerdo, hizo convocar de nuevo a la Permanente, ocupando un sitio al lado de la Presidencia. Se desarrolló una discusión un tanto pintoresca en la que Almoneda excomulgó a Prieto y a De Francisco por haber votado en contra de Negrín, y a su vez De Francisco excomulgó a Almoneda con el mismo derecho, y por último se acordó la inexistencia del Gobierno Negrín. Éste se levantó colérico y declaró que no acataba los acuerdos, porque aquélla era una reunión facciosa.

Negrín hizo oídos de mercader a los acuerdos y siguió ostentando la jefatura de un Gobierno fantasma.

Éste hacer y deshacer creó un laberinto en muchas cabezas. Si no hubiera sido por el egoísmo de conservar una representación que ya no tenía razón de ser, el problema hubiera sido fácil de resolver. No había República, ni Presidente, ni Parlamento, pues no podía existir Gobierno ni Diputación Permanente de cosas desaparecidas. Todo lo demás no era más que una comedia para distraer al público emigrado. ¡Qué no hubiera habido dinero por medio y todo se hubiera disuelto como el humo!

La Permanente, pues, constituyó la J.A.R.E. ¡Ya teníamos la segunda edición del S.E.R.E.!

Con el dinero que había en la Embajada de España en Washington para comprar aviones en el Canadá se atendió a los primeros gastos del flamante organismo prietista. El tesoro que le birlaron a Negrín sirvió para sembrar el disgusto y la discordia entre toda la emigración, muy particularmente en la de México, por causa del favoritismo y la desastrosa administración, de la que aún no se ha dado cuenta minuciosa ni creo que se dará,

El dinero que debía servir para atender muchas necesidades de los emigrados, si hubiera sido escrupulosa y desinteresadamente administrado, y para preparar una posible repatriación, se ha gastado en ahondar más las diferencias entre los compatriotas, en crear un cisma, que será el más sólido pilar sobre el que se sostendrá el régimen falangista del usurpador Franco.

Por suerte he estado siempre alejado de los dos bandos. Mi conciencia no está manchada con nada del S.E.R.E. ni de la J.A.R.E.».

Francisco Largo Caballero. París enero de 1946.

ARRIBA     



La decisión de Negrín de enviar el oro a Moscú, se dijo en un principio, que era debido a la necesidad de ponerlo fuera del alcance de los nacionales, pero acabó siendo relacionado con la financiación de la adquisición de suministros militares y civiles. La operación fue simple y llanamente un descarado robo, ya que las reservas no eran propiedad del Gobierno de la República, sino del Banco de España, que era una sociedad anónima por acciones cuyas relaciones con el Gobierno estaban regidas por una Ley de Ordenación Bancaria del 29 de diciembre de 1921, refundida el 24 de enero de 1927 y modificada por Ley de 26 de noviembre de 1931, y que no autorizaba al Gobierno disponer de las reservas de oro, más que para ejercer una acción interventora con relación a la estabilidad cambiaria de la peseta.

El delito de los que consintieron ese desfalco al tesoro público merece un juicio severísimo, y los que lo toleraron sin protestar, también se responsabilizaron, por su negligencia o su cobardía, de ese atentado al tesoro.  

Negrín convirtió el cuerpo de carabineros en una unidad de elite mandada por hombres de su confianza, perfectamente equipada, que se convirtió en una especie de ejército privado que pronto fue conocido popularmente como los “Cien mil hijos de Negrín”.

Bajo su gobierno se produjeron numerosos desmanes cometidos por comunistas y anarquistas, cuyas reyertas se convirtieron en una verdadera guerra civil dentro de la Guerra Civil, en especial en Cataluña en mayo de 1937.

En los últimos días de la guerra, formó un inmenso tesoro con bienes incautados para el sostenimiento de los exiliados republicanos que se transportó a México en el yate Vita. A la llegada del Vitaa Veracruz, Prieto se apoderó del barco, iniciando una larga y amarga disputa con Negrín.

Se ha acusado a Negrín, tanto desde la izquierda como desde la derecha, de utilizar esos fondos en beneficio propio.

Juan Negrín ha sido uno de los personajes más controvertidos de la Guerra Civil española. Tras el fin de la contienda no había personaje más odiado.

Según el anarquista Diego Abad de Santillán:

"Si el Gobierno Negrín hubiese tenido que responder de su gestión política, económica y financiera habría tenido que terminar ante el pelotón de fusilamiento”. Y según el socialista Francisco Largo Caballero: “El señor Negrín, sistemáticamente, se ha negado siempre a dar cuenta de su gestión, […] de hecho, el Estado se ha convertido en monedero falso […] Desgraciado país, que se ve gobernado por quienes carecen de toda clase de escrúpulos […] con una política insensata y criminal han llevado al pueblo español al desastre más grande que conoce la Historia de España. Todo el odio y el deseo de imponer castigo ejemplar para los responsables de tan gran derrota serán poco”.

En tanto que el pueblo en armas sacrificaba en el área sangrienta de las batallas, unos cuantos millares de sus mejores hijos, los hombres que se habían constituido en cabezas visibles de la resistencia abandonaron sus puestos y buscaban en la fuga vergonzosa y vergonzante el camino para salvar su vida.

Testimonios de personas que compartieron su entorno de poder, incluidos compañeros de partido, presentan a Negrín como “esclavo de una glotonería patológica” que le llevaba a vomitar los platos que le gustaban para seguir comiéndolos, desapareciendo con una prostituta durante horas haciendo caso omiso de sus responsabilidades en tiempo de guerra, o expoliando bienes ajenos, públicos y privados, para asegurarse un futuro en el exilio.

Por las noches, hacía acordonar el Restaurante “Velódromo”, ubicado cerca de  la Diagonal, en la calle Muntaner de la Ciudad Condal, para disfrutar de excelentes y sabrosos manjares en compañía de féminas, mientras el pueblo pasaba una gran hambruna, combatida con algarrobas y las tristemente famosas lentejas, en gran medida agusanadas, y que popularmente recibieron el nombre de las “píldoras de Negrín”.

 

ARRIBA    



En octubre de 1934, tras la revolución que tuvo por escenario la región de Asturias, se exilió a Francia, pues se hallaba gravemente comprometido en el citado movimiento, tratando de ese modo de eludir las responsabilidades que pudieran exigírsele. Dejó escrito  en su libro “Discursos en América. Con mi pensamiento puesto en España”, México, D.F., 1944”:

«Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en el movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado; no como gloria. Estoy exento de responsabilidades en la génesis de aquel movimiento; pero la tengo plena en su preparación y desarrollo».

A finales de 1938, Prieto se encontraba fuera de España bajo el pretexto de la toma de posesión del nuevo presidente de Chile. Una vez cumplida su misión, en vez de volver a España, decidió por su cuenta y riesgo iniciar una gira propagandística por América que le llevó a Argentina, Uruguay, Brasil, Estados Unidos y finalmente México, para exponer su idea de un cese de hostilidades y la firma de un armisticio. Más bien parece suponer que Prieto, valiente pero no temerario, demoró su regreso a España a la espera de la evolución del frente de Cataluña, pues no en balde sus hijos se encontraban ya en México, como los de Negrín andaban repartidos entre Moscú y París.

En México, donde Prieto se encontraba en calidad de huésped de honor del Presidente  Lázaro Cárdenas, alojado en un lujoso hotel y con automóvil y chofer oficial a su disposición, procedió a negociar la liquidación de una deuda del Gobierno mexicano con el español por importe de 200.000 dólares, a la venta de unos aviones republicanos depositados en el aeródromo local y el traslado de dos baúles que fueron enviados a la embajada de España en México como valija diplomática.

Cuando el yate Vita se trasladó de Veracruz al puerto de Tampico, las autoridades mexicanas garantizaron a Prieto una fuerte escolta militar para descargar cajas y maletas y posteriormente cargarlas en dos vagones de ferrocarril con destino a la Ciudad de México, donde fueron almacenadas en el chalet de un secretario de la embajada española. A partir de este momento el tesoro del Vita, que teóricamente fue enviado a México con el fin de asegurar el asentamiento en aquel país de los exiliados rojos, quedó definitivamente bajo custodia de Prieto a pesar de los denodados intentos de Negrín para recuperarlo.

El litigio entre Prieto y Negrín por apoderarse del cargamento del Vita dio origen a una curiosa relación epistolar entre ambos dirigentes del PSOE, amigos en otros tiempos, y enemigos acérrimos y encarnizados a partir de este lamentable episodio. Cuando Negrín escribió a Prieto solicitándole “una entrevista para resolver equívocos y limar asperezas” invocando a su vieja amistad, este le contestó agriamente que “nuestra amistad, ya quebrantada a partir de 1938, la considero rota desde abril de 1939. Consiguientemente no debe celebrarse conmigo la entrevista que proyecta usted a su llegada a esta capital. Habría de ser muy penosa. Desde luego, lo sería en alto grado para mí”.

Sobre las actividades y la gestión de la J.A.R.E. hay numerosos testimonios que cuentan de su opacidad y del clientelismo con que fue regida. Un coronel republicano escribía a Prieto, ya desde el exilio, quejándose por “las arbitrariedades en la administración de un dinero que al Tesoro español pertenece, dando preferencia a las queridas, amigas y cómplices de gobernantes, mientras que los militares profesionales que no pertenecemos a ningún partido político, ni formamos parte de las camarillas de los dirigentes,  no podemos encontrar admisible y honesto que el fantasma del hambre, que ya hemos conocido en nuestros hogares, nos amenace de nuevo”.

El diputado socialista Juan Sapiña hizo pública otra carta en la que denunciaba la fabulosa fortuna de Prieto. Otro dirigente socialista, Máximo Muñoz, acusó a Prieto de haber abandonado a su suerte a infinidad de refugiados mientras en su círculo de íntimos se creaba “una exhibición de insólitas fortunas, surgiendo sujetos tan listos que habían logrado ‘ahorros’ fantásticos en una guerra en la que el pueblo español no ahorró su sangre” y daba cuenta con nombres y apellidos de personajes que habían amasado grandes fortunas con “el denominador común de que todos son incondicionales de Prieto”. El PSOE tomó cartas en el asunto, y tanto Sapiña como Muñoz fueron expulsados “democráticamente” del partido…

 

ARRIBA    



El derrumbe del Gobierno rojo cogió a Prieto, tal como hemos señalado, por tierras de América, donde había marchado a pretexto de conseguir una mediación de las repúblicas hispano-americanas, provisto de un pesado maletín que no soltaba de su mano conteniendo varios millones de dólares en billetes de los más grandes. Maletín en mano se le vio por última vez en los muelles de Río de Janeiro. Del Brasil, sigilosamente, fue a situarse en México, donde le había precedido su íntimo, Felipe Sánchez Román, situado ya de asesor jurídico del Presidente mexicano Lázaro Cárdenas del Río.

1) [N. del A.] Felipe Sánchez Román, licenciado en Derecho, fundó en julio de 1934 el Partido Nacional Republicano (PNR). Tomó parte destacada en las reuniones celebradas entre los principales líderes republicanos –Azaña, Martínez Barrio, Alcalá Zamora– con el fin de construir un bloque republicano que constituyera una sólida oposición a la CEDA. En 1936 redactó gran parte del manifiesto del Frente Popular. Sin embargo, y debido fundamentalmente a la entrada de los comunistas en dicha coalición, se retiró de la misma y decidió abandonar la jefatura de su partido. Al finalizar la Guerra Civil se exilió a México, siendo Asesor Jurídico del Presidente Lázaro Cárdenas del Río (1/XII/1934 al 30/XI/1940).

El escritor Eduardo Comín describe en su libro “Historia secreta de la II República”, el asunto arriba mencionado de la siguiente forma:

«Juan Negrín López, en sus funciones de Jefe de Gobierno que no reconocía autoridad ni en la propia Presidencia de la República, consiguió fletar un barco, el “Vita”, en el que cargó dinero, alhajas y valores por importe aproximado de tres mil millones de pesetas. La nave hizo rumbo a México, llevando en sus bodegas el preciado tesoro consignado al propio nombre de Negrín.

Iba el barco por la mitad de la ruta, cuando la tripulación recibió la noticia de que el Movimiento Nacional había triunfado plenamente en España, liberándose definitivamente hasta la última porción de territorio. El capitán del buque sintió temores de que el Gobierno mexicano llegara a reconocer al del Generalísimo Franco. Acaso pensaba en su suerte de pirata por cuenta de Negrín y creyó necesario adoptar alguna medida. Inmediatamente de atracar en Veracruz, antes de dar conocimiento oficial de su cargamento, el capitán de la nave marchó presuroso a visitar a Indalecio Prieto, al que comunicó minuciosamente la calidad de lo que transportaba su embarcación. No perdió Prieto el tiempo, y como amigo personal del Presidente de México, entonces el general Lázaro Cárdenas, acudió a verle explicándole cuanto ocurría, con el apoyo decisivo de Felipe Sánchez Román, abogado y consejero jurídico del jefe mexicano en aquellos momentos.

El acuerdo adoptado satisfizo plenamente a Prieto, que consiguió la “transferencia” de lo consignado a su favor, haciéndose la descarga del tesoro inmediatamente, y con toda clase de asistencias oficiales.

Sin embargo, a cambio del favor recibido, Prieto se comprometió ante Lázaro Cárdenas a ayudar económicamente a la candidatura oficial que para la Presidencia de la República mexicana pudiera presentar su omnipotente amigo».

ARRIBA     



Indalecio Prieto, muy cauto él, no se había enterado de lo que contenían las bodegas del Vita. En el informe que dirigió a las “Cortes” republicanas, se expresaba en estos términos:

«Por circunstancias especiales anotadas anteriormente, tengo bajo mi custodia importantísimo cargamento que no he examinado, ni hasta el presente he consentido que lo examinara nadie. Sé, a base de referencias, en qué consiste, y si he de guiarme por cálculos, aunque hechos muy a la ligera, de personas que intervinieron en España y en Francia en la revisión y acondicionamiento de la carga, ésta se puede valorar en varios centenares de millones de francos. Su custodia constituye una responsabilidad muy delicada, pero muchísimo más la de su administración, pues resultarán necesarias operaciones de cierta naturaleza, para las cuales todo control será escaso.

Entiendo, por otra parte, que estas operaciones no pueden ni deben demorarse. Si México reconociera a Franco, el cargamento podría perderse, y lo mismo acontecería con los bienes, muchísimo menos cuantiosos, que se trajeron a México por indicación de don Gonzalo Zabala y con el material aeronáutico, también trasladado aquí a instancias del coronel León Trejo. Conviene, a mi juicio, realizarlo todo con la mayor presteza, para eliminar los riesgos de un posible reconocimiento de Franco, aunque ahora no quepa vislumbrarlo en la firme actitud del general Cárdenas; pero, a veces, el encadenamiento internacional de los países quebranta en esta materia voluntades muy recias. Seguramente no se doblegará la de Cárdenas. Mas nadie sabe cuál será la de su próximo y desconocido sucesor en la Presidencia de la República mexicana».

2) [N. del A.] Gonzalo Zabala, subgobernador del Banco de España, se había trasladado a EE. UU., como agregado financiero a la Embajada española de Washington, por disposición del Ministro de Hacienda, confiándosele la custodia de los valores extranjeros pertenecientes al Estado y autorizándole la venta de los mismos. Con el derrumbe de la República, Zabala dispuso la salida de los valores con destino a México, en concreto, a la Embajada de España en esta capital.

ARRIBA     



Se pudo averiguar que la liquidación de derechos de importación hecha por técnicos de las aduanas mexicanas que examinaron el cargamento. Los fijaban en 300 millones de pesos. Estimando en un 10 por 100 de su valor los derechos, serían 3.000; si en 20 por 100, serían 1.500 millones de pesos.

Ello sin contar el dinero en oro acuñado y en papel moneda que iba en el cargamento, que no pagaban derechos de aduanas, y sin entrar tampoco en esa cifra el material de aviación desviado hacia México, que se cotizaría muy bien una vez estallada la II Guerra Mundial.

La falta de un inventario y la existencia de fondos ocultos fuera de México, hizo imposible su cuantificación.   

La distribución de las ayudas se realizó a su antojo, procediendo de una forma elitista y partidaria, así como la contratación del personal que trabajaba en la J.A.R.E.

La J.A.R.E. también colaboró con el gobierno mexicano en el asentamiento de españoles en zonas rurales y en la creación de nuevas empresas. Sin embargo, ambas iniciativas cosecharon un importante fracaso.

También creó el Gabinete Hispano Mexicano de Estudios Industriales (HISME), que a pesar del voluminoso trabajo realizado, sus resultados fueron exiguos y deficitarios en materia financiera.

En general, la J.A.R.E. cometió los mismos errores que se atribuyeron a la organización de ayuda de Negrín, el S.E.R.E. Los subsidios y los embarques con destino a América se desarrollaron bajo criterios partidistas, la contratación de personal laboral basado en el amiguismo y el veto a las organizaciones exiliadas de participar en la gestión de los fondos, lo que implicó la falta del imprescindible control ‘democrático’ y un duro enfrentamiento con la inmensa mayoría de los grupos del exilio. Tanto el S.E.R.E. como la J.A.R.E. olvidaron por completo su objetivo primordial: la ayuda a los exiliados españoles, sin distinción de militancia o afinidades.

El conocimiento por parte de las autoridades mexicanas de la existencia de una importante cantidad de dinero que Prieto tenía oculta fuera del país, provocó la reacción aireada del gobierno mexicano que decidió intervenir definitivamente los fondos de la organización. Un decreto de noviembre de 1942 señalaba los incumplimientos en los que había ocurrido la Delegación y puso fin a su actividad. En su lugar, los dirigentes mexicanos fundaron la Comisión Administradora de Fondos de Auxilio a las Republicanos Españoles (C.A.F.A.R.E.), con mayoría mexicana en su dirección.

ARRIBA     



En los últimos meses del año 1944, en que aparecía muy definido el triunfo de los aliados, los españoles se encontraron, una vez más, divididos. De un lado los comunistas que intentaban por la violencia, en un alarde de irresponsabilidad, derribar al Gobierno de Franco a base de guerrillas, que fueron exterminadas. Por otro lado, la Junta Española de Liberación, que respondía al nominal presidente de la República, Diego Martínez Barrio, y que llegó a amenazar muy “proféticamente”: «Derrocaremos a Franco pacíficamente, si es posible, pero, si Franco eleva una muralla contra nosotros, la aplastaremos».

Indalecio Prieto, apoyando a la Junta de Liberación, olvidando lo que Rusia significaba en el grupo de las grandes potencias, afirmó: «El Poder vendrá a nuestras manos, y en nombre del Partido Socialista declaro que no nos uniremos con el Partido Comunista para el Gobierno de España. Los comunistas sirven intereses de otra nación. Los socialistas sirven sólo a los intereses de España».

Como era de suponer el Partido Comunista, y aquellos que de cierta forma le acompañaban, no permanecieron en silencio. A esas palabras de Prieto, pronunciadas el 14 de noviembre de 1945 iban, un mes más tarde, a dirigir violentos ataques contra aquél al que acusaban de utilizar “los fondos españoles en una campaña contra la Unión Nacional”. Figuraban en esta protesta representantes reales o supuestos de la UGT (Unión General de Trabajadores), de CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y del Partido Comunista. Pero lo cierto era que, Juan Negrín, último jefe del Gobierno de la República, a su vez, levantara su propia bandera a fin de que, derrotado Franco, asumir él los Poderes que le habían sido arrebatados por el coronel Casado, el 5 de marzo de 1939 en Madrid.

Exigía Negrín que cualquier gobierno español, contra la tesis de Prieto, debía contar con el apoyo de todos los partidos, grupos y elementos. Así pues, no necesitó Franco introducir la discordia entre los grupos que se le oponían; ésta se originaba en forma espontánea en ellos, como un sustrato que estaba inmerso en las propias raíces de sus componentes.

Al finalizar la II Guerra Mundial se constituyó en México una llamada Junta Española de Liberación, la que quedó integrada por representantes de los Partidos Socialistas, Izquierda Republicana, Izquierda de Cataluña y Acción Republicana de Cataluña. Esta Junta, inspirada por Prieto, fue presidida por Álvaro de Albornoz y Liminiana. Frente a ella, Negrín se obstinaba en mantenerse como jefe de un Gobierno inexistente. Apoyado por los comunistas, y éstos a su vez por Rusia, Negrín reanudaba su actividad política atacando a la Junta de Liberación a Indalecio Prieto.

La pugna era entre Prieto y Negrín. No había posibilidad de salvar el abismo abierto entre estos dos hombres. Este encono ya venía desde que Negrín, en una burda maniobra, hizo saltar, en el mes de mayo de 1938, a Prieto del Ministerio de Defensa.

José Antonio Aguirre y Lecube, que fue nombrado –el 7 de octubre de 1936– primer presidente (lehendakari) del Gobierno de Euzkadi, y que quiso reorganizar el Gobierno vasco en el exilio, pretendió reunir en torno a una mesa a Prieto y a Negrín, con el propósito de lograr su reconciliación. El primero de ellos protestó violentamente: «Me pesan bastante los años para admitir tutelas juveniles»

ARRIBA       


INICIO




© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.009. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com

Free counter and web stats