INICIO

LIBRO FIRMAS

SUGERENCIAS

Actualizada: 01 de Diciembre de 2.006.  

 
 
Generalísimo.

 

Biografías.


Cronología.


Habla el Caudillo.


Retratos.


Fotos 1.


Fotos 2.


Especial 20N-03.


Especial 20N-04.


Especial 20N-05.


Franquismo.

 

Mitos.


Mentiras.


Actos 20N-03.


Actos 20N-04.


Actos 20N-05.


 


Actualidad.

 

Noticias.


Temas varios.


Artículos.


Calendario.


Opinión.


23-F.


Difusión.

 

Música.


Descargas.



Personalidades.

 

Carmen Polo de Franco


L. Carrero Blanco


José Calvo Sotelo


F. Vizcaíno Casas



 A los 70 años de la Cruzada de Liberación.


Grandes batallas de la Guerra Civil Española.

Eduardo Palomar Baró.


Estas maniobras fueron una operación militar efectuadas por el Ejército español, destacado en el protectorado de Marruecos, entre los días 5 y 12 de julio de 1936, y que sirvieron de preparación para el Alzamiento Nacional. Dichas maniobras fueron autorizadas por el presidente del Gobierno republicano y ministro de la Guerra, Santiago Casares Quiroga y estuvieron presididas por el alto comisario de España en Marruecos, Plácido Álvarez Buylla, el general Agustín Gómez Morato, comandante general de las fuerzas de África, y el general Manuel Romerales Quintero, comandante general de Melilla.

Intervinieron en esta maniobra militar algo más de 20.000 hombres: 6 banderas de la Legión, 7 batallones de Infantería, 10 tabores de Regulares, 6 tabores de la Mehala, 10 escuadrones de Caballería, 6 baterías de Artillería y las correspondientes fuerzas auxiliares de Ingenieros, Transmisiones, Intendencia y Sanidad.

Aprovechando la operación, los principales jefes militares comprometidos en el alzamiento, ultimaron los detalles. Fueron captados para el Movimiento los coroneles Luis Solans y Emilio Peñuelas, que se unieron a los jefes de la conspiración, los tenientes coroneles Juan Yagüe, Gautier, Sáenz de Buruaga, Asensio Cabanillas, Juan Beigbeder, Losas, Alfaro, Juan Bautista Sánchez, Seguí, Maximino Bartoméu, Fernando Barrón, Delgado Serrano y Darío Gazapo Valdés.

A la hora del banquete de gala se oyeron voces de: ¡Café! (siglas de Camaradas, Arriba Falange Española).

  

ARRIBA



Mola había fijado para el 14 de julio el inicio del Movimiento, pero al no estar aún a punto las negociaciones con la Comunión Tradicionalista, hubo de ser aplazado. La noticia del asesinato de José Calvo Sotelo perpetrado el 13 de julio, puso fin a todas las dudas. El 15 de julio cristalizaba el acuerdo definitivo entre militares y requetés. Mola recibió una carta de Yagüe comunicándole que acababa de atar todos los cabos sueltos de la conspiración en Marruecos. La consigna para el alzamiento redactada por el “Director” (Mola) fue: “El 17, a las 17”.

ARRIBA     



La rápida marcha del Ejército Nacional, iniciada en la noche del 2 al 3 de agosto de 1936 en Sevilla, con acciones tan sangrientas y destacadas como las de  Badajoz y Talavera, desarrollándose con aceleraciones y parones, así como con episodios tan heroicos como el de la liberación del Alcázar de Toledo, finalizando con un vertiginoso avance hacia Madrid.

Las columnas que avanzaban eran cinco, mandadas por los tenientes coroneles Asensio, Barrón, Delgado Serrano y Tella y el comandante Castejón, y todas ellas bajo el mando supremo del general Varela. Las fuerzas no sobrepasaban los 6.500 hombres. La superioridad numérica de las tropas republicanas de José Miaja Menant, estaba contrarrestada por la mejor calidad de las columnas de Varela. Los nacionales concretan tres maniobras: una sobre la carretera de La Coruña, y las otras dos, encaminadas a cortar la comunicación de Madrid con Levante, operándose en dirección al Jarama y a Guadalajara. Miaja se dispone a mantener a toda costa sus posiciones, envolviendo a las columnas enemigas en la Ciudad Universitaria. Para aliviar la situación de las tropas nacionales, medio sitiadas en la Ciudad Universitaria y en la Casa de Campo, el coronel García Escámez trata de ocupar Pozuelo y Húmera. Son unos 7.000 hombres frente a unos 14.000 del general Kleber, seudónimo de Lazar Stern. El 29 de noviembre se rompe el frente y se alcanza el cementerio de Pozuelo, pero ya no se puede avanzar más. La guerra de maniobra se hacía cada vez más difícil. En el frente alcarreño el general frentepopulista Sebastián Pozas trata de llegar el 1 de enero de 1937 a Sigüenza y Atienza. El 3 de enero los nacionales ocupan Villafranca del Castillo y los vértices Romanillos y Manilla, y al día siguiente, Las Rozas y Villanueva del Pardillo

El 6 de enero de 1937 el general Luis Orgaz -que había sustituido a José Enrique Varela herido el 25 de diciembre de 1936- en medio de durísimos forcejeos, alcanzó la carretera de La Coruña. El día 7 son ocupados Pozuelo y Húmera. Al día siguiente se conquista Aravaca y el 9 la Cuesta de las Perdices y el Cerro del Águila, al nordeste de la Casa de Campo.

Ante el temor de José Miaja de que intentasen los nacionales ocupar de nuevo la capital, realizó un gran despliegue de fuerzas, donde figuraban no menos de once brigadas, entre ellas una nueva Internacional, la XIV, mandada por el soviético general Walter, seudónimo de Karol Swierczewski, más tres agrupaciones. Aparte de los brigadistas “Hans” (alemán), el italiano Nino Nanetti, los generales Kleber y Luckacz, seudónimo de Matei o Mata Zalka, se encontraban también los milicianos Enrique Líster, Valentín González “el Campesino” y Gustavo Durán Martínez, así como los profesionales españoles teniente coronel Recio, comandantes Sabio, Gallo, Palacios y Fernández Navarro, y los capitanes Zulueta y Galán. El general Miaja no se resigna a la derrota y efectúa un ataque el día 11 filtrando sus fuerzas entre Las Rozas y Villanueva del Pardillo, pero la situación queda restablecida cinco días después. El 19 tras un golpe de sorpresa, la Brigada de Líster se apodera del Cerro Rojo (antes llamado el Cerro de los Ángeles).

 

Resumen

Avance sobre Madrid. Iniciativa Nacional.

Finalidad: Conseguir la victoria por el efecto político de ocupar la capital.

Objetivo: Atacar Madrid con las columnas del Sur.

Plan: El único posible con tan escasas fuerzas: cubrir el flanco izquierdo en la frontera portuguesa y atacar por la zona menos guarnecida, afrontando el riesgo del obstáculo natural del Manzanares.

Características: Extraordinaria velocidad y esfuerzo de las columnas.

Duración: Del 4 de agosto al 8 de noviembre de 1936.

Resultados: Fracasa la finalidad principal. Queda una flecha clavada en el Sur de Madrid y una zona conquistada desde Sevilla a la capital.

Defensa de Madrid. Iniciativa republicana.

Finalidad: Frenar ante Madrid el avance de las columnas del Sur, con el lema “No pasarán”. Objetivo: Hacer entrar en acción fuerzas de choque frescas contra las atacantes fatigadas, para destruirlas y liberar la capital.

Características: Las Brigadas Internacionales entran en fuego. Primeros combates aéreos. Duración: Desde el 8 de noviembre de 1936 hasta el 6 de febrero de 1937. (El 23 de noviembre tiene lugar en Leganés una importante reunión presidida por el Generalísimo a la que acuden los generales Mola, Saliquet y Varela, con sus jefes de Estado Mayor. Allí se decide desistir del ataque frontal a Madrid).

Resultados: Conseguido el objetivo. Los nacionales “no pasaron” hasta el día de la Victoria.

ARRIBA    



Tuvo lugar en las proximidades del curso medio del río Jarama, entre los días 5 y 25 de febrero de 1937. Los nacionales tenían el propósito de envolver Madrid con una rápida maniobra que le permitiese cortar la carretera que une dicha ciudad con Valencia, y llegar hasta Alcalá de Henares. El general Varela recibe el mando de 30.000 hombres para iniciar las operaciones, cuya misión principal es bordear el Manzanares.

Tras una intensa preparación artillera, los nacionales atacan las orillas del río Jarama, en un frente de unos 25 km. desde San Martín de la Vega hasta Vaciamadrid. Las tropas nacionales estaban mandadas por el general Luis Orgaz Yoldi y compuestas por sendas brigadas a las órdenes de Ricardo de Rada, Eduardo Sáenz de Buruaga, Fernando Barrón y Carlos Asensio, y por la agrupación que operaba al mando de García Escámez.

En la parte del frente donde debían actuar estas unidades se encontraba la llamada Ala Izquierda o 5º Sector del Frente de Madrid, mandado por el comandante de milicias, Juan Modesto Guilloto, y la 9ª División del teniente coronel Burillo, con un total de cuatro brigadas en línea, aparte de las quince brigadas destinadas a la proyectada ofensiva. Modesto dependía del general Miaja y Burillo del general Pozas

El 6 de febrero, Rada llega hasta el poblado y la fábrica de La Marañosa y García Escámez a Ciempozuelos. Los nacionales cruzan el Jarama con grandes dificultades sólo por un punto, el Pingarrón, donde quedó establecida una cabeza de puente. El día 12 de febrero de 1937, las tropas rojas mandadas por los líderes comunistas procedentes de las milicias populares, Enrique Líster y Valentín González “el Campesino”, y a la cabeza de ellos el general José Miaja, apoyados por carros de combate y aviación, contraatacaron seriamente y consiguieron frenar el ataque de los nacionales. El 18, un espectacular duelo aéreo daría el dominio del aire a los aviones nacionales. El as de los pilotos nacionales, Joaquín García Morato Castaño, hace referencia al mismo con estas palabras: “Bombardeo en el frente del Jarama, iniciando el combate con veintiséis aviones, ametrallando cuatro y derribando uno. Felicitaciones del Mando y del Generalísimo, y propuesta de Laureada”.

El día 19 los combates son violentísimos y una compañía del tabor del comandante Zamalloa pierde el 80 por 100 de sus hombres. La más dura jornada es la del día 23 sobre el Pingarrón. Una larga y fortísima preparación artillera destruye las trincheras reduciendo los efectivos allí destacados, que sufren la baja de la totalidad de los oficiales. Perdida la altura por tres veces, es otras tantas recuperada, a costa de un gran tributo de sangre. Los combates del Pingarrón marcan el final de la batalla del Jarama por agotamiento de ambos beligerantes. Los expertos coinciden que esta batalla fue una de las más duras de toda la contienda, por la ferocidad de los combates, las tremendas bajas en los dos sectores y la destrucción de las diversas unidades de los dos Ejércitos.

 

Resumen

Jarama. Iniciativa Nacional.

Finalidad: Aislar Madrid del resto de la zona roja, embolsando el Cuerpo de Ejército de Madrid y gran parte del Ejército del Centro, mediante una maniobra de doble envolvimiento, con una pinza desde Pinto hacia el Jarama y Alcalá y otra desde Sigüenza hacia Guadalajara-Alcalá.

Objetivo: Cortar las comunicaciones de Madrid con Valencia, alcanzar la confluencia del Henares y el Jarama y ocupar Alcalá.

Características: Batalla de desgaste de las tropas más selectas de ambos bandos, prácticamente niveladas en potencia. Inferioridad aérea nacional al comienzo, que evolucionó el 18 de febrero gracias a la hazaña de García Morato. Acción de la Caballería nacional en el paso del río. Duración: Del 6 al 17 de febrero de 1937.

Resultados: Fracaso de la finalidad estratégica por agotamiento de las fuerzas de uno y otro lado. Éxito táctico nacional al lograr una penetración de 15 a 20 km. a lo largo de un frente de unos 20 kilómetros, con lo que quedaba parcialmente cumplida la primera parte del plan, al interceptar varios tramos de la carretera Madrid-Valencia y de la secundaria de Puente de Arganda a Colmenar de Oreja, obligando al enemigo a dar grandes rodeos.

Contraofensiva del Jarama: Iniciativa republicana.

Finalidad: Reconstruir la ofensiva hasta Navalcarnero, que estaba a punto de desarrollarse cuando se produjo el ataque nacional.

Objetivo: Envolver a las columnas nacionales que amenazaban Madrid, aislando primero sus fuerzas para destruirlas después.

Características: La proximidad al frente de las unidades rojas de choque allí preparadas para iniciar su ofensiva produjo un endurecimiento de la lucha que llegó a ser cruentísima. Batalla de desgaste por ambos lados, con inicial superioridad aérea roja.

Duración: del 17 al 28 de febrero de 1937.

Resultados: Fracaso de la finalidad estratégica, igual que en el bando nacional.

ARRIBA     



Tras la batalla del Jarama, Franco intenta el ataque a Madrid partiendo del nordeste. En las primeras horas del 8 de marzo de 1937 comenzó la acción con un combate aéreo llevado a cabo por 9 aparatos protegidos por una escuadrilla de caza. La artillería entró al mismo tiempo en acción. Mirabueno fue tomado rápidamente. El día 10, Brihuega y Jadraque defendidas por los “Leones Rojos” y los “Leones de Alicante” son tomadas por los nacionales. En la noche del día 11, Miaja desguarnece astutamente el frente sur ante Varela y traslada en camiones sus tropas al sector de Guadalajara. Los nacionales que proseguían su avance tranquilamente hacia Guadalajara, han de detenerse ante una fuerte resistencia y el mal tiempo reinante, con fuerte viento, lluvia y nieve. El 12, los refuerzos de Miaja se oponen al avance nacional, pero no pueden impedir la toma de éstos de Trijueque. Encargado del papel fundamental de la operación el Corpo di Truppe Volontarie (CTV) -tropas italianas al servicio del bando nacional- altas de moral después de su reciente triunfo en Málaga, asu­mió el mando supremo de tal operación el general italiano Mario Roatta, que tuvo a su disposición cerca de 50.000 hombres, encuadrados en cuatro divisiones motorizadas, mandadas por los generales Rossi, Coppi, Nuvoloni y Bergonzoli, varias brigadas mixtas y, cubriendo el flanco derecho, la División Soria, mandada por el general José Moscardó Ituarte. En la línea central se produjo un gran amontonamiento de carros de combate y hombres de la columna italiana, y fue por ahí por donde los rojos iniciaron la noche del día 13, la contraofensiva con las Brigadas Internacionales. El día 15, los nacionales evacuan Trijueque. Retroceden los voluntarios italianos y durante varios días prosiguen los ataques marxistas que avanzan en toda la línea, reconquistando Brihuega. Las divisiones italianas, desconcertadas y desasistidas, pues no reciben la ayuda que esperan del sector Sur, emprenden una rápida y desorganizada retirada, abandonando en su huida gran cantidad de material bélico. La derrota italiana costó a los inicialmente atacantes, cerca de 6.500 bajas y alrededor de 300 prisioneros y aunque, a la hora del recuento, habían avanzado 15 km. en profundidad, constituyó un rotundo fracaso, del que la propaganda roja supo sacar no poco beneficio.

 

Resumen

Guadalajara. Iniciativa Nacional.

Finalidad: Completar la operación de cerco de Madrid con el envolvimiento por el ala Norte (Guadalajara) y el posible apoyo por el Sur (Jarama).

Objetivo: Alcanzar Guadalajara y Alcalá de Henares tratando de tomar contacto con las fuerzas del Jarama.

Plan: Una acción rápida, motorizada, combinada con otras normales en otros sectores. Características: Combate de extranjeros sobre España. La principal acción y la mayor densidad de fuerzas es de voluntarios italianos bisoños contra Brigadas Internacionales. Temporales de frío y nieve impiden la utilización de los aeródromos nacionales. Domina el aire la aviación roja. Abundantes vehículos, artillería y material aéreo. Impotencia de las fuerzas nacionales del Jarama para coordinar una acción de apoyo.

Duración: Del 8 al 13 de marzo de 1937.

Resultados: Un primer avance de 50 km. muy rápido y con perspectivas halagüeñas para un éxito fácil de la operación, se convierte en fracaso, pese a lo cual, la línea final queda muy avanzada dentro del campo rojo.

 

Contraofensiva de Guadalajara. Iniciativa republicana.

Finalidad: Explotar la detención del Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) y convertir su repliegue en desastre. Los rojos quisieron presentarla como la gran batalla moderna. Características: Embotellamiento de vehículos en carretera. El mal tiempo impide actuar a la aviación y medios motorizados. Entran en acción tropas de refresco.

Duración: Del 7 al 23 de marzo de 1937.

Resultados: Paralizar y desarticular el avance de las tropas motorizadas del CTV, produciendo un repliegue desordenado, con lo que la zona conquistada por los nacionales se limita a 20 kilómetros de profundidad en 40 km. de frente.

 

ARRIBA     



Tras la batalla de Guadalajara, los rojos reanudan la ofensiva con éxito en este frente. En los meses de abril y mayo de 1937, al mismo tiempo que se apoderan del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, presionan en dirección hacia Fuenteovejuna y Peñarroya. En junio, el general Miaja participa al Gobierno de Valencia su propósito de lanzar una ofensiva en el sector noroeste de Madrid, entre El Escorial y Toledo. El ataque se desencadena el 5 de julio de 1937, y en los primeros días los rojos tienen una ventaja indudable: desbordan los puestos avanzados de los nacionales y consiguen cercar hasta el sur de Brunete, una bolsa profunda que se detiene a cinco kilómetros de Navalcarnero. La operación, inteligentemente preparada por Vicente Rojo, asistido del asesor soviético Rodion Malinovski, permitía emplear el grueso de sus fuerzas sin alejarlas demasiado de la que se consideraba como zona que había que defender prioritariamente: Madrid. Las fuerzas rojas, alrededor de 50.000 hombres, las mandaba el general José Miaja y estaban integradas por el V Cuerpo de Ejército, a las órdenes de Juan Modesto Guilloto (compuesto, a su vez, por las divisiones 11, 35 y 46, cuyos jefes eran Líster, Walter y Valentín González “el Campesino”, respectivamente), el XVIII, a cuyo frente figuraba Jurado y, posteriormente, Casado (con las divisiones 10, 15 y 34, a las órdenes de Enciso, Gal y Galán) y, en reserva, las divisiones 45 (Kleber) y 69 (Gustavo Durán Martínez), y cuatro brigadas más. En un golpe de audacia, las fuerzas de Líster ocuparon y rebasaron Brunete, y dos días después entraban en Quijorna y posteriormente en Villanueva del Pardillo y en Villafranca del Castillo, llegando con sus avanzadillas a las afueras de Boadilla, donde tenía instalado su puesto de mando el general Varela. Para socorrer a los nacionales llegó la aviación de Vizcaya, y las pérdidas de los marxistas se anunciaron como muy elevadas. A partir de aquí el ejército nacional reaccionó rápida y eficazmente, y las divisiones 4, 5, 12, 13 y 150, mandadas, respectivamente, por Alonso Vega, Juan Bautista Sánchez, Asensio, Barrón y Sáenz de Buruaga, más la Legión Cóndor alemana, hizo girar 180 grados el rumbo de la operación. El 18 de julio de 1937, bajo un sol implacable, el general Varela lanzó tres ataques simultáneos para reducir el saliente de Brunete. Franco se trasladó al teatro de guerra, donde permaneció una semana dirigiendo el ataque con su Estado Mayor. El día 20, con la toma de la cota 660 dio virtualmente la victoria a las tropas nacionales. El 24 de julio de 1937 entraba en Brunete los nacionales. La batalla de Brunete fue una tremenda matanza, una de las más feroces y costosas batallas de la Cruzada de Liberación. Se calcula que Miaja perdió cerca de 30.000 hombres y la XIV Brigada Internacional dejó sobre el campo de batalla el 80 por 100 de sus efectivos. Un número considerable de aviones derribados y una cincuentena de carros rusos fueron apresados.

 

Resumen

Brunete. Iniciativa republicana.

Finalidad: Salvar Santander, atrayendo a Brunete las fuerzas nacionales que operaban en la zona cantábrica.

Objetivo: Ocupar Navalcarnero para envolver por el Sur y por el Oeste a los sitiadores de Madrid y aniquilarlos.

Características: Plan excelente, pero ejecutado con poca decisión. Empleo continuado y profuso del arma aérea. La organización roja cuenta ya, antes que la nacional, con Cuerpos de Ejército. Modelo de batalla moderna en varios aspectos.

Duración: Del 6 al 25 de julio de 1937 (veinte días).

Resultados: Se consigue la finalidad perseguida, retrasando cinco semanas el ataque nacional a Santander. No se logra el objetivo, ya que la contraofensiva nacional desalojó al enemigo del territorio ocupado, excepto una zona de 20 kilómetros de ancho por cinco de profundidad, que quedaría en su poder hasta el fin de la guerra.

ARRIBA    



Se inició el 24 de agosto de 1937 a iniciativa del ejército frentepopulista, que, como en Brunete, perseguía el propósito de distraer las fuerzas enemigas operantes en el frente del Norte, que amenazaba seriamente Santander. El objetivo de esta ofensiva era el ataque y subsiguiente ocupación de Zaragoza, que desde el comienzo de la contienda estaba en poder de los nacionales. El mando supremo de la operación se encomendó al general Pozas, jefe del Ejército del Este, y el de la acción principal al V Cuerpo de Ejército cuyo jefe era Juan Modesto Guilloto, al que prestaron apoyo algunas unidades del XII. En los primeros momentos, la ofensiva hizo concebir al mando rojo grandes esperanzas respecto al resultado de la operación, pero pronto se vio frenada por la fuerte resistencia que opusieron los nacionales. Al día siguiente las tropas gubernamentales ocupaban Mediana y Fuentes de Ebro, situándose a unos 25 km. de Zaragoza. La operación no constituyó ningún éxito para los republicanos, pues Franco, con la experiencia de Brunete, no distrajo fuerzas del Norte, que es lo que les interesaba a los rojos, sino que las llevó de Madrid, al mando de Barrón y de Sáenz de Buruaga. La República contaba con 80.000 hombres, cien tanques y unos 200 aviones. Las localidades de Quinto y Codo, situadas al norte de Belchite, fueron las primeras en caer. Pero la tenacidad de las guarniciones nacionales, pese a contar con escasa cobertura aérea, sorprendió a los atacantes, que disponían de las mejores tropas del Ejército Rojo y también de muchos destacados militares extranjeros y rusos. Cuando lograron entrar en Codo, que había sido defendida por unos 300 requetés contra 2.000 soldados frentepopulistas, se encontraron con el siguiente lema grabado en las paredes del pueblo: “Cada rojo que matéis, un año menos de purgatorio”. Belchite, cuya población en 1935 era de 3.812 habitantes, sufrió un implacable cerco a cargo de una Brigada de la División de “Walter” y dos de la 35, quedando al frente de todas el jefe de la 25, García Vivancos. El primer ataque tuvo lugar el 29 de agosto de 1937, perdiendo los defensores la ermita de El Pueyo. Al día siguiente los asaltantes ocupan el vértice Voladico y el cementerio. Hacía un calor aplastante y a los sitiados se les cortó el suministro de agua, a la vez que les faltaban víveres, municiones y material sanitario. En las últimas horas del 1 de septiembre los invasores penetran en el casco urbano y el 2 se extienden por entre las ruinas, luchándose dramáticamente en la calle Mayor. No hay tiempo de enterrar los cadáveres, con lo que el olor es insoportable. Se combate casa por casa y las piezas de artillería disparan “a cero”. El día 4, ya perdido prácticamente Belchite, los nacionales se refugian en la iglesia, donde instalan cuatro ametralladoras. Los hombres de “Walter” provocan incendios e inician trabajos para volar los edificios que aún resisten. El alcalde Andrés Treyuelo, antes de morir entre las ruinas, envió el siguiente mensaje: “Los españoles de aquí no tenemos prisa. Si antes que lleguéis llega la muerte, ¡bienvenida sea! Pero de ninguna forma queremos que por salvarnos se arriesgue nuestro Ejército o se varíen los planes del mando. Resistiremos hasta morir”. A las ocho y cuarto de la noche del 5 al 6 se trata de romper el cerco por primera vez; a la cuarta intentona -once de la noche-, un reducido grupo de oficiales, soldados y paisanos consigue cruzar las líneas entre luchas indescriptibles. Desde el cuartel del V Cuerpo de Ejército, del general Miguel Ponte y Manso de Zúñiga, se supo puntualmente la gesta de Belchite. A su lado, Codo, Quinto, Mediana, Fuentes de Ebro y otros puntos, permitieron que Zaragoza se salvase.

 

Resumen

Belchite. Iniciativa republicana.

Finalidad: Suspender la campaña nacional del Norte cuatro días antes de la caída de Santander.

Objetivo: Conquistar Zaragoza y Huesca con una acción en Zuera y otra en Belchite.

Características: Plan bien concebido, pero ejecutado sin audacia, paralizándose los ataques ante pequeñas resistencias a su retaguardia. Franco no distrae fuerzas del Norte y resuelve la batalla con las del propio frente aragonés.

Duración: Del 24 de agosto al 15 de septiembre de 1937 (veintitrés días).

Resultados: La acción de Zuera fracasa. La de Belchite se contiene a 20 kilómetros de Zaragoza. Los rojos ocupan una zona de 15 kilómetros de profundidad por 35 de frente durante seis meses (hasta el 9 de marzo de 1938).

ARRIBA    



El 15 de diciembre de 1937, la XI División del Ejército del Frente Popular, al mando de Enrique Líster, iniciaba una formidable ofensiva sobre Teruel, en un invierno que conocería más de los 20 grados bajo cero. Por el bando gubernamental intervinieron cerca de 100.000 hombres, apuntándose un éxito inmediato al que ayudó, no poco, lo inesperado del asalto y la rapidez con que se llevó a cabo la maniobra. El objetivo principal era el de cercar la ciudad. Al darse cuenta de las intenciones del enemigo, el jefe nacional del sector, el coronel  Domingo Rey D’Harcourt, hizo replegar inmediatamente sus fuerzas, alrededor de 6.000 hombres, concentrándolas en el mismo Teruel.

A los pocos días, Franco le envía desde su cuartel móvil -en las proximidades del frente-, la siguiente orden: 

«El Generalísimo saluda a los defensores de Teruel. Nuestro Ejército prepara sus fuerzas para el inmediato aplastamiento de los atacantes. El enemigo está muy castigado. Teruel será rápidamente liberado. Las fuerzas de esa guarnición se bastan ampliamente para prolongar la defensa, sin peligro para la plaza. Deben defenderse a toda costa las posiciones, economizando municiones y víveres. La niebla, la nieve y el hielo son elementos importantes. Hay en la plaza antiguos pozos, restos de canalizaciones, vino y otros artículos que deben ser cuidadosamente racionados. La guerra de calles es favorable a la defensa. Los tanques enemigos son impotentes dentro de la ciudad, porque no pueden disparar hacia arriba. Se les puede destruir por medio de gasolina y granadas de mano. La guarnición debe defenderse en conjunto y en cada uno de los sectores. La caída de un centro de resistencia no debe desalentar a los demás ni justifica su desfallecimiento. Si algún mando desmayara, debe ser sustituido inmediatamente por el más capaz de sus inferiores inmediatos o por cualquiera de ellos, en el caso de que esto fuera necesario para prolongar la defensa. Desde ahora queda usted nombrado comandante de la plaza con toda autoridad. La conducta heroica de Villarreal, Oviedo, Belchite, servirá de ejemplo para esa gloriosa guarnición. Tened confianza en España, como España confía en vosotros. 

¡Arriba España! ¡Viva España!»

Los días pasan y el cerco se estrecha cada vez más y el socorro prometido no llega. El frío y la nieve, en uno de los inviernos más inclementes en los últimos cuarenta años, hacen que tanto el ataque como la defensa, sean sumamente duros. El 31 de diciembre de 1937, las fuerzas nacionales de la División Navarra, llegan a los arrabales de la ciudad, pero debido a las dificultades creadas por el temporal y una falta de coordinación entre los mandos, no se produce el contacto con los sitiados. El 7 de enero de 1938, al considerar Rey D’Harcourt que ya no es posible sostener la resistencia, se rinde a sus enemigos, firmando el correspondiente documento, el que suscriben la mayoría de los jefes y oficiales. Desde entonces, sin ninguna razón, el nombre de Rey D’Harcourt se convierte en sinónimo de traidor. Fue hecho prisionero por los rojos, padeciendo más de un año de cautiverio, hasta ser asesinado al final de la guerra, el 7 de febrero de 1939, cuando el ejército rojo se retiraba hacia Francia, en el barranco llamado Can Tretze, entre Pont de Molins y Les Escaules, junto a 39 presos políticos, entre ellos el obispo de Teruel-Albarracín, fray Anselmo Polanco Fontecha. Fueron ametrallados por el comandante comunista Pedro Díaz -jefe de una columna de las tropas de Líster-, prendiendo luego fuego a los cuerpos, tras rociarlos con gasolina.

El 5 de febrero de 1938, se inició la contraofensiva nacional con el Cuerpo de Ejército de Galicia, mandado por el general Antonio Aranda Mata y el Cuerpo de Ejército Marroquí, a las órdenes de Juan Yagüe Blanco, y el 7 de febrero un fuerte contingente de la división de Caballería dirigida por el general José Monasterio Ituarte, consiguió cruzar el río Alfambra por tres sitios distintos, obligando a las tropas republicanas a retirarse precipitadamente en toda la línea. Este hecho se consideró como la carga de caballería más espectacular de toda la guerra civil española y dicha operación bélica se conoció como la Batalla de Alfambra. 

El 22 de enero, Teruel prácticamente destruido en su totalidad, vuelve a manos de los nacionales.

Ante la derrota, Enrique Líster y Valentín González “el Campesino”, se acusaron mutuamente de lenidad.

 

Resumen

Teruel y Alfambra. Iniciativa republicana.

Finalidad: Atraer a Teruel las fuerzas nacionales de maniobra desplegadas para una nueva ofensiva en Guadalajara, donde los rojos encontraban dificultades para enviar refuerzos.

Objetivo: Ocupar Teruel ofreciendo al mundo una prueba de su capacidad para conquistar una capital.

Plan: Estrangular el saliente que ofrecía el frente nacional en el sector de Teruel.

Características: Dureza de la lucha y del ambiente. Grandes masas de tropas y material. El 5 de febrero se inicia la contraofensiva nacional llamada “batalla de Alfambra”, en la que una división de Caballería desarrolla una acción básica en las riberas del río. Es la última acción importante de Caballería en una batalla. En Teruel se estrenan los carros rusos BT-5, antecesores muy semejantes del T-34 de la II Guerra Mundial, modelo excelente y con poca diferencia del T-54, que fue el mejor carro de aquellos tiempos, con propulsión especial de grandes ruedas y cadena, que no se detenía aún rota ésta.

Duración: Del 15 de diciembre de 1937 al 23 de febrero de 1938 (dos meses y nueve días).

Resultados: Los rojos consiguen su finalidad y su objetivo. Pero los nacionales, mediante su contraofensiva, no sólo recuperan Teruel el 22 de febrero de 1938, sino que conquistan una amplia zona de terreno enemigo.

 

ARRIBA     



Considerada como la batalla más grande de toda la guerra civil española, dio comienzo el 25 de julio de 1938, el día de Santiago, patrón de España. El llamado Ejército del Ebro, de reciente constitución, atacó por sorpresa cruzando el río Ebro por varios lugares situados entre Mequinenza (Zaragoza) y Cherta (Tarragona). Al principio fue un éxito para las tropas republicanas, que lograron en menos de una semana que atravesaran el río más de 50.000 hombres, consiguiendo alejar el peligro que se cernía sobre la ciudad de Valencia, distante en aquel momento a unos 30 km. de las líneas nacionales. Además tras la ruptura en dos de la zona republicana por el Mediterráneo, el Ejército nacional presionaba en la zona levantina. Por otro lado parecía increíble que tras las continuas derrotas sufridas por el Ejército Popular, con la consiguiente baja moral de los combatientes, la división en dos partes las zonas republicanas y, con un evidente cansancio tras dos años de dura guerra, pudiera estar en disposición de tomar la ofensiva. A todo ello se añadía el problema del cierre de la frontera francesa en aquellos días, viéndose privados de las reservas en armamento.

La maniobra fue planeada por el general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor Central del ejército republicano. Mandaba dicho ejército -compuesto por cerca de 100.000 hombres, más otros tantos de reserva- Juan Modesto Guilloto, teniendo a sus órdenes los cuerpos de Ejército V, XII y XV, a los que se incorporaron algunas divisiones pertenecientes al Ejército del Este.

El paso del Ebro se hizo con cualquier tipo de embarcación y con la disposición de puentes de pontones. Los republicanos siguieron avanzando río arriba, entre Fayón  y Cherta El V Cuerpo de Ejército de Enrique Líster avanzó 40 kms. deteniéndose en las inmediaciones de Gandesa. La sorpresa fue total y alrededor de 4.000 soldados nacionales fueron hechos prisioneros. Gandesa se convirtió en la clave de la batalla. Desde el 27 de julio al 2 de agosto de 1938, Líster atacó la ciudad pero sin conseguir tomarla. El avance rojo quedó contenido y la estrategia se tornó defensiva, aferrándose al terreno que habían conquistado. Las consignas “vigilancia, fortificación, resistencia” se repetían constantemente. Se fusilaba a los hombres u oficiales que se retiraban tal y como el comunista Enrique Líster recordaba: “Quien pierda un solo palmo de terreno, debe reconquistarlo al frente de sus hombres o se verá ante el pelotón de fusilamiento”.

En el bando nacional, una vez pasada la sorpresa, Franco hizo caso omiso a algunos generales que querían que los rojos penetraran profundamente en su líneas, en vista de un ataque más al norte de Lérida, que aislara completamente sus fuerzas. En vez de eso resolvió atacar el frente del Ebro de manera frontal, reconquistando el terreno perdido, ya que la superioridad aérea y material del Ejército nacional les permitía atacar frontalmente y, así destruir de manera completa las unidades rojas.

El día 6 de agosto tuvo lugar el primer contraataque nacional y que obtuvo como resultado la reconquista de la bolsa republicana entre Mequinenza y Fayón. El 11 de agosto se atacó las elevaciones de la Sierra de Pándols y el 19, el general Yagüe, lanzó a sus tropas en dirección norte a la Sierra de Fatarella y el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, al mando del general García Valiño, atacó hacia la Sierra de Cavalls.

En las seis semanas siguientes el Frente Popular se vio obligada a ceder 200 km² de terreno. La batalla que se libró durante esos días fue durísima. Los republicanos habían perdido el dominio del aire, siendo dominado por completo por los bombarderos y cazas nacionales. El día 30 de octubre dio comienzo la contraofensiva final, conquistando la Sierra de Cavalls y el día 4 de noviembre ocupaban la Sierra de Pándols. El 7 caía Mora de Ebro, el 14 era ocupado el pueblo de Fatarella. El puente de hierro de Flix fue volado el día 16, y el 18 de noviembre de 1938, el general Yagüe entraba en Ribarroja de Ebro, última cabeza de puente de los rojos. La batalla del Ebro había terminado, y el Ejército del Ebro quedaba totalmente destruido como fuerza de combate operativa. Los nacionales, por el contrario, repusieron completamente sus pérdidas, mucho antes de lo que hubieran podido imaginarse los republicanos. La batalla del Ebro había decidido de antemano la suerte de Cataluña.

Hay varias controversias sobre el número de bajas ocasionadas en esta batalla. Probablemente hubo más de 50.000 o 60.000 en cada bando, siendo 6.500 el número de muertos en el bando nacional y entre 10.000 y 15.000 en el republicano. Cuando los frentepopulistas volvieron a repasar el Ebro, ya no quedaba prácticamente Ejército Rojo.

El historiador Ricardo de la Cierva escribe sobre el Ejército del Ebro, en su libro Historia ilustrada de la guerra civil española. Ed. Danae. 1970:

“El Ejército del Ebro se puede considerar, con todo rigor, como un ejército comunista, como el primer ejército rojo propiamente tal en la historia de la guerra de España. Comunista era su jefe supremo, el teniente coronel Juan Modesto Guilloto. Comunistas destacados eran también los jefes de los tres Cuerpos de Ejército que participaban en la operación: Enrique Líster, jefe del V Cuerpo, Manuel Tagüeña, jefe del XV, y Etelvino Vega, el veterano y experto comunista en política militar, jefe del Cuerpo XII. Eran militantes comunistas los jefes de todas las Divisiones que, encuadradas en esos Cuerpos, intervinieron en la maniobra y en la batalla, y la inmensa mayoría de los jefes de Brigada y de las unidades inferiores, por no hablar de los comisarios. El Ejército Rojo del Ebro representa la culminación del esfuerzo militarista del comunismo español desde los días, envueltos ya en la leyenda, del Quinto Regimiento de Milicias Populares. Los restos de las unidades originales del Quinto Regimiento están incorporados al Ejército del Ebro, junto a los restos, casi totalmente españolizados, de las también legendarias Brigadas Internacionales XI a XV, que cruzarán el río al mando de algunos de sus jefes más representativos: Hans Kahle manda la División 45 del V Cuerpo, Marcel Sagnier, la Brigada Internacional XIV ‘Marsellesa’, cuyo comisario, que perecería en la orilla derecha del gran río, se llamaba Henry Tanguy y pasaría también con su Brigada, a la leyenda de la guerra de España y de la Segunda Guerra Mundial, reencarnado en uno de los liberadores de París.”

 

 

Resumen

Ebro. Iniciativa republicana.

Finalidad: Contener el avance nacional en Levante, atrayendo al Ebro sus fuerzas de maniobra. Ganar tiempo para enlazar con la guerra mundial que se esperaba.

Objetivo: Envolver al Ejército nacional de Levante para dejarlo aislado.

Plan: Cruzar el Ebro e infiltrarse hasta la retaguardia enemiga.

Características: Excelente plan de gabinete con buen desarrollo inicial, pero falto de iniciativa en la realización, en la explotación del éxito y en la organización de los servicios. Como en Brunete, Belchite y Teruel, hubo temor al “vacío del campo de batalla”. Los rojos alimentaron continuamente la batalla con tropas de refresco.

Duración: Del 25 de julio al 16 de noviembre de 1938 (tres meses y veintidós días), en tres fases: 1ª. Avance rojo hasta el 7 de agosto; 2ª. Estabilización; 3ª. Contraofensiva nacional del 3 al 16 de noviembre.

Resultados: En la fase primera, profundizaron los rojos unos 25 kilómetros, entre Cherta y Mequinenza. La batalla se concreta en una zona de 600 km.² (35 de anchura por 17 de profundidad). Al final queda destruido el Ejército Rojo.

ARRIBA    



Después de la batalla del Ebro, la única perspectiva militar de los rojos en Cataluña residía en oponer una heroica resistencia a la gran acometida que se aguardaba. Cataluña al iniciarse la ofensiva de los nacionales, estaba agotada en todos los órdenes y, principalmente, en lo político. La moral bélica estaba por los suelos. El pueblo, que había sufrido lo indecible, ya se encontraba harto de los desmanes cometidos por los milicianos, por las sangrientas rencillas internas (los hechos de mayo de 1937), las checas, los ‘paseos’, el hambre, los asesinatos, las requisas, la persecución de sacerdotes y monjas, la falta absoluta de culto religioso, los incendios de iglesias y conventos, los robos y saqueos, los sacrilegios, los bombardeos por mar y aire con absoluta carencia de medios adecuados para contrarrestar estos ataques de los nacionales, etc. etc.

El Caudillo desarrolla una ofensiva con precisión matemática. Su Ejército cuenta con suficiente material de guerra y unos soldados veteranos y disciplinados, que se traduce en un avance espectacular, casi un paseo militar. La ofensiva se inició el 23 de diciembre de 1938.

Los generales Muñoz Grandes, García Valiño, Moscardó, Solchaga, Yagüe y Gámbara, al frente de sus respectivos cuerpos de ejército, se lanzaron a la que bien puede considerare como última operación importante de la contienda.

No se da descanso a las fuerzas, que progresan ininterrumpidamente con escalonados relevos a vanguardia. La preparación artillera y aérea aplasta la línea de contacto de los frentepopulistas en las cabezas de puente de Tremp,  Balaguer y Serós. La acometida se lanza desde la cuenca del Segre. La llanura de Urgel, con eje de marcha que apunta a Artesa de Segre y a Igualada, como objetivos iniciales, permite envolver, por el Norte, el sector pirenaico y por el Sur las guarniciones de la margen izquierda del bajo Ebro, y amenazar ya a Tarragona.

Un mes y tres días después de comenzada la ofensiva, Barcelona caía en poder de los nacionales. El 26 de enero de 1939, las tropas de Franco iniciaban la ocupación de la Ciudad Condal, sin apenas resistencia, ya que el Gobierno republicano, con su presidente Manuel Azaña Díaz al frente, había huido secreta y cobardemente con dirección a Francia, haciendo una breve escala en Figueras (Gerona), así como los jerifaltes políticos, los militares, los soldados y los responsables de los crímenes cometidos durante la terrible represión que habían ejercido sobre los ciudadanos de Barcelona.

Dando muestras de una enorme alegría, los barceloneses salieron a las calles para abrazar a las fuerzas que les habían librado del yugo marxista, presenciado con alivio y gozo el desfile por la Diagonal, Paseo de Gracia, Rambla de Cataluña y las Ramblas de los soldados nacionales, enarbolando banderas rojigualdas, acabadas de confeccionar en los hogares de los ciudadanos de la capital catalana. Como dato curioso cabe señalar, que durante los desfiles y festividades organizados por los rojos durante la guerra, las autoridades obligaban a poner colgaduras. Muchísimos barceloneses, para no colocar la bandera tricolor republicana, colgaban en los balcones la bandera catalana (senyera), que sirvió, a la entrada de los nacionales, para de una enseña catalana, hacer dos españolas...

Barcelona, hambrienta y desolada, se engalanó para recibir con vítores y aplausos a sus liberadores. Al día siguiente, en la Plaza de Cataluña, con asistencia multitudinaria, se celebró una misa de campaña que presidió el general Yagüe.

 

Resumen

Cataluña. Iniciativa nacional

Finalidad: Eliminar el frente catalán venciendo aisladamente al Ejército que guarnece la zona.

Objetivo: Conquistar la ciudad de Barcelona y rescatar la industria de Cataluña.

Características: Una zona de ataque de 200 kilómetros de frente.

Duración: Del 23 de diciembre de 1938 al 10 de febrero de 1939 (50 días).

Resultados: La liberación de Cataluña y la desmoralización de la España roja donde cunde el deseo de pedir la paz.


ARRIBA    



INICIO



© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

E-mail: generalisimoffranco@hotmail.com