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Actualizada: 23 de Mayo de 2.007.  

 
 
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 Las Brigadas Internacionales.


Polonia repudia a los Brigadistas comunistas polacos que lucharon por la República Española.

Por Eduardo Palomar Baró




El actual gobierno de Polonia ha puesto en marcha las medidas pertinentes para eliminar de la historia del país el recuerdo de los brigadistas comunistas polacos que combatieron a favor del bando republicano en la Guerra Civil española de 1936-1939, calificándoles de “traidores y criminales que lucharon en España para construir allí el comunismo”, considerando también que contribuyeron a la consolidación del régimen totalitario en Polonia, formando un influyente grupo dentro del Partido Comunista. Así pues, han sido justamente calificados de “traidores y criminales” los ahora ancianos brigadistas polacos supervivientes, pues no dudaron en combatir también contra su Patria en apoyo de los bolcheviques.

La cancillería del presidente Lech Kaczynski quiere limpiar todo vestigio o huella del régimen comunista que gobernó Polonia hasta 1989 y para ello están trabajando en un anteproyecto de ley para suprimir las rentas especiales, complemento a la pensión, que se concedieron a algunos funcionarios del régimen anterior, como policías, militares y combatientes de las Brigadas Internacionales.

El gobierno polaco y el Instituto de Memoria Nacional de Polonia (IPN), también ha anunciado suprimir en Varsovia los nombres de las calles y de las escuelas, que mantienen las figuras y símbolos comunistas, entre ellos el de los dombrosiacos llamados así a los miembros polacos de las Brigadas Internacionales. Anteriormente, los dombrosiacos vieron desaparecer de las columnas del Monumento al Soldado Desconocido, ubicado en la inmensa plaza del mariscal Josef Pilsudski en Varsovia, los nombres de las principales batallas libradas por los brigadistas polacos, tales como Ebro, Brunete y Jarama. En dicho Monumento hay unas placas en diversos idiomas, entre ellos el español, y bajo la bandera de España, se puede leer:

“El Monumento al Soldado Desconocido es un testimonio de la valentía y el sacrificio de los soldados polacos caídos en lucha por la Patria. Es un símbolo del espíritu y la tradición combativa y pertenece a toda la sociedad polaca. En este lugar las delegaciones extranjeras rinden homenaje a la Nación polaca. Durante las fiestas nacionales y militares tienen lugar desfiles y manifestaciones patrióticas con la participación de los más altos dirigentes de la Nación. La construcción del Monumento al Soldado Desconocido bajo las arcadas del Palacio Saski fue iniciada por el ministro de Asuntos Militares general Wladyslaw Sikorski. El diseño del mausoleo fue elaborado por el escultor profesor Stanislaw Osteowski. El día 4 de abril de 1926, en el ministerio de Asuntos Militares en Varsovia se realizó un sorteo entre los quince campos de batalla designados por la oficina de Historia Militar, cuyo resultado fue el campo de batalla de Lwów (1918-1919). El día 2 de noviembre de 1928, los restos del soldado elegido fueron trasladados del cementerio de los defensores de Lwów a Varsovia, donde fueron depositados en el mausoleo bajo las arcadas del Palacio Saski.  Alrededor de la lápida, bajo la cual reposan los restos, fueron colocadas catorce urnas con tierra de los restantes lugares. En las columnas fueron dispuestas cuatro lápidas conmemorativas con los nombres y las fechas de las batallas donde había participado el Ejército Polaco. Durante la ocupación nazi, después de la insurrección de Varsovia en 1944, el Palacio Saski fue destruido, quedando de pie solamente las arcadas del monumento. Después de la liberación de Varsovia de la ocupación alemana, el Monumento al Soldado Desconocido fue reconstruido según el proyecto de Henryk Grunwald, cambiando la arquitectura interior y colocando, en lugar de las anteriores, seis nuevas lápidas, que describían los esfuerzos de los Ejércitos polacos vinculados a la izquierda comunista en los años 1936 a 1948. Durante la post-guerra, un tiempo difícil para Polonia, el Monumento al Soldado Desconocido fue el lugar de reunión para los polacos que querían manifestar sus aspiraciones a la verdadera soberanía y a la libertad. En el año 1990, después de la recuperación por parte de Polonia de su plena soberanía, se restableció la arquitectura del interior del mausoleo y sobre los muros reaparecieron las lápidas históricas. En el año 1991, se sumaron a las anteriores, catorce nuevas lápidas, enumerando los lugares de las nuevas batallas más importantes en las que habían participado los Ejércitos polacos en el transcurso de los siglos. El 3 de mayo de 1991, coincidiendo con el bicentenario de la primera Constitución polaca, tuvo lugar el solemne acto de inauguración del mausoleo, después de su renovación y modernización.

En política simétrica, pero esta vez verdadera, a la de la obsesiva y mal llamada ‘Memoria histórica’ que en España impulsan Rodríguez Zapatero y sus nuevos frentepopulistas, en Polonia el Gobierno va depurando a los responsables de casi cincuenta años de tiranía y terror comunista. Sus medidas incluyen a la chusma que en 1936 se arrojó contra España, en apoyo no de la República (que ya había muerto) sino del Frente Popular pro soviético. Todos los grupos parlamentarios del Senado español -incluido el PP que parece no enterarse de qué va la fiesta- han suscrito una moción en la que instan al Gobierno a mostrar su solidaridad con los miembros de las Brigadas Internacionales de polacos que durante nuestra Guerra Civil “vinieron a España a luchar por la libertad y la democracia” (!!!). Así parece ser que para el PP, para el PSOE y para los demás demócratas, la Unión Soviética era también una democracia; la lucha contra España y contra Polonia, cosa de patriotas; y el comunismo, la causa de la libertad. Bueno es saberlo.

Los grupos de la Cámara alta denuncian que el Gobierno actual de Polonia quiere eliminar de la historia de su país el recuerdo de los brigadistas polacos que combatieron en defensa de la República española. El texto justifica la reacción española porque estas personas, en virtud de un vergonzoso e inaudito Real Decreto, el 39/1996 aprobado por el Consejo de Ministros el 19 de enero de 1996, y firmado naturalmente por el Rey don Juan Carlos I, tienen derecho a la nacionalidad española.

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REAL DECRETO 39/1996, de 19 de enero, sobre concesión de la nacionalidad española a los combatientes de las Brigadas Internacionales en la guerra civil española.

«Es de justicia reconocer la labor en pro de la libertad y de la democracia llevada a cabo por los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española de 1936 a 1939. Los supervivientes de la contienda merecen ver de un modo patente la gratitud de la Nación y para ello nada más justo que entender que se dan en ellos las circunstancias excepcionales previstas en el artículo 21 del Código Civil a los efectos de la concesión de la nacionalidad española por carta de naturaleza».

Dado en Madrid a 19 de enero de 1996.

JUAN CARLOS R.

El Ministro de Justicia e Interior

JUAN ALBERTO BELLOCH JULBE

La moción ha sido redactada y promovida por el presidente de la Comisión de Exteriores del Senado, el socialista valenciano Segundo Bru. El texto está dirigido a la defensa de un grupo de ancianos que tiene derecho a la nacionalidad española, y por tanto, si lo desean, a todas las prestaciones sociales previstas en España. Pero, eludiendo un tono de condena expresa, la moción considera también que “el Gobierno polaco está incumpliendo los compromisos adquiridos como miembro del Consejo de Europa y de la Unión Europea de respetar los derechos humanos y democráticos”. Las peticiones concretas del Senado al Gobierno español son: “mostrar su solidaridad con los miembros de las Brigadas Internacionales polacos” y “manifestar su rechazo ante cualquier medida discriminatoria” contra ellos. El proyecto del Ejecutivo polaco implica “no sólo una violación de los derechos humanos sino, en este flagrante caso, de la simple y noble dignidad humana”.

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Como no podía ser de otra manera, Rusia se ha sumado a las reprobaciones del Senado español por la decisión del Gobierno polaco de adoptar medidas contra los miembros de las Brigadas Internacionales que combatieron en el bando frentepopulista durante la Guerra Civil española. El portavoz del ministerio ruso de Asuntos Exteriores Mijaíl Kaminin manifestó que “compartimos la negativa de los parlamentarios españoles a aceptar los intentos de revisar la historia”. A su vez calificó de “cínicos” y “amorales” los planes de las autoridades polacas de retirarles las pensiones y subsidios a los brigadistas polacos. Kaminin, ex embajador ruso en España, añadió: “La persecución de los veteranos polacos que lucharon contra los fascistas durante la Guerra Civil ha causado una gran indignación en el Parlamento español”. Asimismo respaldó la declaración del Senado español en la que se calificaba de “violación de los derechos humanos” la medida anunciada por el Gobierno polaco.

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El historiador Pawel Machcewicz, en una entrevista publicada por el diario polaco Rzeczpospolita, afirmó que “los brigadistas internacionales polacos que combatieron durante la guerra civil española al lado de la República, fueron soldados de Stalin”.

“La lucha de los republicanos se convirtió en una lucha de toda la izquierda europea, porque en Occidente se produjo una gran movilización a su favor, pero las B.I., desde su nacimiento, fueron un engendro del Komintern, es decir, de Stalin”. “Los integrantes eran militantes o, por lo menos, simpatizantes del Partido Comunista. Parte de ellos llegaron a España desde Polonia, pero la mayoría provenía de la emigración económica polaca en Francia y, aunque muchos no eran conscientes de ello, defendían con su lucha los intereses de Stalin, del Komintern y de la policía secreta soviética”.

Según Machcewicz, “los brigadistas no solamente combatieron en los frentes españoles, sino que también fueron utilizados en las luchas internas que había en el bando republicano, por ejemplo, contra los anarquistas”. “Se trataba de que Stalin pudiese conseguir el control total sobre la izquierda española y de ahí que en las Brigadas imperasen los símbolos soviéticos y que como jefes actuasen oficiales soviéticos, como el polaco Karol Swierczewski, conocido con el pseudónimo de “general Walter”, el cual organizó en París la recluta de voluntarios con destino a las B.I., poniéndose al frente de la brigada 14ª y después de la 35ª, tomando parte en numerosas operaciones bélicas en los frentes de Andalucía, Zaragoza, Madrid, Brunete y Teruel”. “Los brigadistas que manifestaban ideas distintas o no se subordinaban eran tratados de la misma manera que los opositores en la Unión Soviética, es decir, terminaban como víctimas”. (*) “Tras la guerra civil española muchos dombrosiacos  fueron internados en Francia y, tras estallar la II Guerra Mundial, consiguieron llegar hasta Polonia ocupada y engrosar las filas de las organizaciones de resistencia supeditadas a Moscú. Los dombrosiacos eran, junto a los paracaidistas soviéticos, los únicos comunistas que había en Polonia con alguna experiencia militar”. “Después de la II G.M. los dombrosiacos se incorporaron a la construcción del nuevo régimen, tanto al servicio de seguridad como al ejército y, gracias a sus conocimientos de Europa y las lenguas extranjeras que dominaban, se convirtieron en valiosos funcionarios. Eran muy útiles en la labor de espionaje y fueron los que montaron en Europa las primeras redes del espionaje polaco, cuya misión era, ante todo, infiltrar y destruir los círculos de la emigración polaca. Pero por otro lado, parte de los dombrosiacos se convirtieron en víctimas de las persecuciones del régimen, cosa típica en los estados del modelo soviético, porque como personas que habían tenido contacto con el mundo libre, despertaban mucha desconfianza en los gobernantes comunistas”. “A mediados de la década de los 50 los dombrosiacos que estaban en la cárcel fueron puestos en libertad y volvieron a trepar por los peldaños del poder comunista, tanto dentro del Partido como del Servicio de Seguridad”.


(*) [N. del A.] En la población costera catalana de Castelldefels, a pocos kilómetros de Barcelona, convirtieron el Castillo en prisión para los propios brigadistas que no se “adaptaron” al comunismo, llegando a ser fusilados. En octubre de 1936, Stalin mandó al secretario de la Komintern, André Marty como jefe de la base de Albacete y de las B.I., instalando el cuartel general en la iglesia de la Purísima y la jefatura en el colegio de las Dominicas. Pronto empezó a hacer honor de su fama de crueldad y sadismo, llegando a ser llamado por los propios voluntarios como “el carnicero de Albacete”. El 15 de noviembre de 1937 reconoció ante el Partido Comunista de Francia, que había ejecutado a más de quinientos brigadistas. El siniestro André Marty, alternaba las actividades represivas con la preparación urgente de las B.I. Instaló una terrible cheka en la iglesia de la Concepción de Albacete, como centro de represión y de “reeducación” de los brigadistas. Según el escritor Guillermo Cabanellas, “André Marty pasará a la historia de la guerra civil española como un ejemplar sanguinario, cuya manía de fusilar a la gente constituía la revelación no de un genio, sino de un enfermo mental, de un asesino nato que saciaba así sus bajos instintos. Fue un sanguinario verdugo que fríamente exterminó a miles de sus ‘camaradas’ por las causas más baladíes y por los pretextos más infundados”.

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Debido al paso del tiempo, tan sólo existen 25 supervivientes de aquella B.I. de comunistas polacos. ¿No es aún hora de pasar página? Eso es lo que piensan los polacos, sobre los que se ha despertado un gran malestar con nuestro país, reflejados en editoriales publicados en la prensa polaca con ocasión de la decisión del Senado español, el cual, entre otras cosas se compromete a prestar a los brigadistas toda la ayuda jurídica y consular necesaria en su lucha por conservar sus derechos. La moción se basa en aquel bochornoso, indigno, reprobable e inconcebible decreto del Gobierno socialista de 1996, por el que se otorgó el derecho a la nacionalidad española a todos los antiguos brigadistas.

En el periódico polaco Rzeczpospolita, bajo el título “¿Qué saben los españoles de Polonia?” de Igor Janke, publicado el 24 de marzo de 2007, escribe:

“Los colegas de Rodríguez Zapatero salieron en defensa de los veteranos de la guerra civil española que hoy tienen problemas en Polonia. Resultó, pues, que las decenas de personas que lucharon por la libertad de la España republicana posteriormente participaron en la destrucción de la libertad de Polonia y pueden hoy sentir las consecuencias de la ley de verificación de funcionarios del aparato de seguridad comunista. Parece ser que los españoles están convencidos de que quitar privilegios a los antiguos funcionarios de seguridad son represalias del Gobierno polaco por haber luchado contra el general Franco”. “El Gobierno polaco no reprime a nadie por la guerra contra Franco. El Gobierno polaco quiere suprimir los privilegios a quienes formaban parte del aparato de seguridad, quienes reprimían nuestra independencia, quienes perseguían y quebrantaban a nuestros héroes que luchaban por la libertad y democracia en Polonia”. “Sería bueno que nuestros colegas europeos del soleado Mediodía, antes de escribir o aprobar nada, mirasen los manuales de Historia”.

En el mismo diario e igual fecha, aparecía el artículo en primera de Malgorzata Tryc-Pstrowska y Piotr Zychowicz, “El Senado español. Polonia repudia a los veteranos”:

“Los senadores españoles opinan que las autoridades polacas ‘repudian’ a los antiguos soldados de las Brigadas Internacionales y quieren exhortar al Gobierno de José Luis Zapatero para que les preste ayuda y que lleve el caso contra Polonia al foro de la UE”. “Están indignados porque se eliminen en nuestro país placas conmemorativas dedicadas a los dombrosiacos y aseveran que nuestro Gobierno les quitará pensiones en el marco de la ley que prevé la eliminación de la vida pública de los antiguos funcionarios de los servicios de seguridad comunistas. Es un malentendido. Si después de regresar a Polonia no formaron parte de la UB (Servicio de Seguridad, policía política del régimen comunista) pueden estar tranquilos, aseguró al diario Rzeczpospolita el diputado de PiS (Ley y Justicia) Arkadiusz Mularczyk. Ahora hay solamente 25 sobrevivientes polacos de la guerra civil española (1936-39) que combatieron por el lado republicano”.

 

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Fue una unidad militar que sirvió en las B.I. durante la Guerra Civil española. Debe su nombre al militar polaco Dombrowski, nacido en Zhitomir en 1838. Revolucionario polaco, que participó en la insurrección polaca de 1863. En el año 1871 tomó parte en el sitio de París al lado de las tropas francesas y fue nombrado miembro del Comité Central de la Comuna. Se encargó de organizar la defensa de la capital gala contra los versalleses. Murió en las barricada en París en 1871.

Tras el comienzo de la guerra civil en España, en Polonia, como en otros países occidentales, se organizó un movimiento de solidaridad con la República española liderado por los sectores más izquierdistas del espectro político y con preponderancia de los comunistas. En ese ambiente, un pequeño número de polacos decidió acudir a España para luchar como voluntarios al servicio de la República a pesar de la hostilidad del gobierno polaco, hasta tal punto que los voluntarios tuvieron que salir clandestinamente del país. Se calcula alrededor de 800 hombres los que llegaron a territorio controlado por los frentepopulistas. El primer grupo llegó en agosto de 1936 a Barcelona, constituyendo la unidad de ametralladoras Dombrowski bajo el mando de Franciszek Palka, integrándose en la centuria Comuna de París que marchó a combatir en el frente de Aragón, hasta que al constituirse las Brigadas Internacionales se establecieron en Albacete donde formaron el ‘Batallón Dombrowski’ el 24 de octubre de 1936. Se trataba de 600 hombres bajo el mando de Stanislaw Ulanowski, que se integraron primero en la XI Brigada Internacional. La XIII Brigada Internacional Dombrowski se organizó en diciembre de 1936, entre los pueblos de Tarazona de la Mancha, Mahora, Villanueva de la Jara y Quintanar del Rey. El 2 de diciembre de 1936 salió de Albacete hacia el frente de Teruel con la intención de aliviar la presión enemiga sobre Madrid con la ocupación de la capital turolense. En la madrugada del 27, junto a los batallones “Louise Muchel”, “Tchapaiew” y “Henri Vuillemin”, se lanzaron al ataque, pero no pudieron alcanzar su objetivo.

En enero de 1937, bajo el mando de Josef Sfrzelezyk, se le añadió al batallón una compañía española, quedando en tres las compañías polacas que se enfrentaron a los Nacionales en la batalla del Jarama, perdiendo un tercio de sus efectivos.

Para paliar la derrota del Frente Popular en Málaga, la XIII B.I., salió hacia ese frente, llegando el 12 de febrero de 1937, intentando reconquistar Motril, sin resultado. Con gran desgaste provocado por las bajas temperaturas reinantes en las estribaciones del Mulhacén, la Brigada fue retirada el 29 de marzo de 1937

En el mes de junio de 1937 se creó la Brigada Dombrowski, la 150º Internacional, bajo el mando de Fernando Gerassi (**) formada por el antiguo Batallón Dombrowski, un batallón franco-belga y otro húngaro. Para cubrir las pérdidas sufridas en mayo de 1937 en el frente de Aragón, se integró un nuevo batallón polaco-español-ucraniano-húngaro, el ‘José Palafox’, mandado por el ruso Tkaczow. Su nombre era un homenaje a José de Rebolledo Palafox y Melci, que el 25 de mayo de 1808 (Guerra de la Independencia) fue proclamado por el pueblo como gobernador de Zaragoza y capitán general de Aragón, que pudo levantar el sitio de Zaragoza, ayudado, además de las tropas aragonesas, por un puñado de voluntarios polacos. La nacionalidad de los componentes del ‘José Palafox’ eran principalmente eslavos, polacos y ucranianos.

En febrero de 1938 operó en Extremadura para intentar evitar el refuerzo de los Nacionales del frente de Aragón, pero en marzo de 1938, ante una gran ofensiva del Ejército de Franco, tuvieron que volver a Aragón. Pero ya no podían hacer nada en tierras aragonesas, pues llegaron en plena retirada de los frentepopulistas. No obstante consiguieron llegar a Cataluña, donde se reorganizaron para participar en la batalla del Ebro, pasando en vanguardia el río por Ascó, llegando hasta la Venta de Camposines. En el avance sobre Gandesa sufrió numerosísimas bajas, teniendo que ser retirada a la Venta de Camposines. Fue enviada nuevamente a luchar en el Vértice Gaeta, sobre todo para detener la desbandada en este sector. La defensa de estas posiciones fue encarnizada, hasta el 22 de septiembre, en que llegó la orden de retirada de la XIII B.I.


(**) [N. del A.] Fernando Gerassi, nació en Estambul en 1899 en un familia sefardita. Adoptó la nacionalidad española gracias al decreto de don Miguel Primo de Rivera de 1924, cuando Ataturk complicó la vida de los sefarditas de aquella ciudad turca.  

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La XIII Brigada Internacional Dombrowski actuó en los frentes de Teruel, Motril, batallas de Brunete, Belchite, Sierras Quemadas, en Aragón, Lérida, Ebro y el 23 de enero de 1939, en plena retirada, los internacionales concentrados en La Garriga, provincia de Barcelona, formaron dos batallones, el Dombrowski y el Rakosi para resucitar la XIII B.I. Tomó el mando el polaco Henryk Torunczyk, reemplazado, el día 26, por el húngaro Miklos Szalway “Tchapaiew”. La nueva Brigada intentó presentar resistencia en Cassá de la Selva (Gerona), durante dos días, pero ya fue inútil. La retirada llevó a la XIII B.I. a Gerona y, el 7 de febrero de 1939 sus restos cruzaban la frontera por Le Perthus.

Se estima en 4.000 el número de polacos que combatieron en España. Una gran mayoría estaba constituida por mineros que trabajaban en Francia y Bélgica, otros varios centenares de polacos habitaban en diversos países europeos y el resto, unos 800, procedían de la misma Polonia.

Según cálculos que merecen crédito, el número total de voluntarios de las B.I. se cifró en unos 40.000 hombres. Aproximadamente la tercera parte de los combatientes murió en acción de guerra. Al margen de este contingente de brigadistas, unos 20.000 extranjeros más prestaron servicio a la República en actividades médicas, sanitarias y otras cuestiones auxiliares. Con arreglo a sus respectivas nacionalidades, la distribución de tales voluntarios puede establecerse así:

Franceses: 10.000; Alemanes y austriaco: 5.000; Polacos: 4.000; Italianos: 3.500; Norteamericanos: 2.800; Ingleses: 2.000; Yugoslavos: 1.200; Canadienses: 1.000; Húngaros: 1.000; Escandinavos: 1.000; De otras nacionalidades, incluida la URSS: 8.500.

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