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Actualizada: 22 de Septiembre de 2006.  

 
 
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Carta de Santiago Carrillo renegando de su padre.

Por Eduardo Palomar Baró.


Para poder comprender bien el significado y las circunstancias que movieron a Carrillo enviar la ‘famosa’ carta a su padre, renegando de él, procederemos a detallar una serie de episodios producidos al final de la guerra civil española.

Para no arriesgarse a presidir la catástrofe final de la República, el valiente presidente Azaña, huyó de Cataluña el domingo 5 de febrero de 1939 y empezó a vivir en la embajada de París, el miércoles día 8. El lunes 27 de febrero dimitió la Presidencia de la República. La zona roja quedó a las órdenes del duro jefe del gobierno, doctor Juan Negrín, respaldado por su guardia pretoriana de comunistas, con los cuales tramó un golpe de Estado que entregase a los comunistas los resortes del poder militar y político en los primeros días del mes de marzo de 1939.

Pero a ese golpe de Negrín y los ‘mariachis’ comunistas, se opuso y se adelantó, otro golpe de Estado dirigido por el coronel jefe del Ejército del Centro y anticomunista, Segismundo Casado, a quien respaldaba parte del partido socialista, entre ellos Julián Besteiro y Wenceslao Carrillo, el padre de Santiago, que para más escarnio de su hijo fue designado consejero de Orden Público en el Consejo de Defensa, el mismo cargo que tuvo su genocida hijo en la Junta de 1936. También se adhirió el general Miaja.

Los comunistas de Madrid se sublevaron contra Casado y desencadenaron durante varios días una pequeña guerra civil en la capital. Casado y Miaja les dominaron con la ayuda del anarquista Cipriano Mera, el cual tenía muchas cuentas pendientes con los comunistas. Las tropas de Franco no intervinieron en el tremendo conflicto de sus enemigos, aceptando la negociación con los enviados del coronel Casado, a quienes impusieron unas condiciones equivalentes a la rendición total. El 28 de marzo de 1939 se entregó Madrid sin disparar un tiro. A primera hora de la mañana del 1 de abril de 1939 se rendían las fuerzas rojas que habían esperado inútilmente huir en barcos neutrales al extranjero.

Carrillo sufrió un terrible abatimiento por tan sonada derrota, de la que se ve, al cabo de 67 años, aún no se ha repuesto. Él que se había apuntado al PCE para controlar al Frente Popular, ahora el Frente Popular expulsaba al PCE formalmente. La Junta de Madrid derrotaba a los comunistas y les encerraba en las cárceles para que las tropas de Franco se hicieran cargo de ellos.

El ‘intrépido’ Carrillo siguió los últimos combates desde París. Para esta sucesión de desastres tenía que encontrar un chivo expiatorio, eligiendo a su padre, Wenceslao Carrillo.

«El día 7 (de marzo, 1939) por la mañana acudí al local donde solíamos reunirnos en París los camaradas de la dirección del Partido. Allí Gloria me llevó aparte y me comunicó dos noticias terribles: mi madre, a la que cuando salí dejé paralizada y sin habla en la cama, había fallecido semanas antes; y se había producido un golpe de Estado encabezado por Casado y Besteiro -como ya temíamos- pero lo más duro para mí, Wenceslao Carrillo, mi padre, era uno de los componentes del consejo entronizado por el golpe

«Y ¿qué pensarían de mí mis camaradas de la JSU y del partido que a esa hora estarían luchando con la junta en Madrid?...

«¿Cómo hacer saber a mis camaradas el fondo de mi pensamiento?...

«Me encerré en mi cuarto y me puse a escribir la carta abierta a mi padre que se hizo famosa. Yo era en esa época un personaje público en mi país y en el movimiento juvenil internacional de izquierda. No podía dirimir la cuestión en la intimidad familiar, tenía que hacerlo públicamente y con toda rotundidad.

«Si a aquella carta se le quitan frases grandilocuentes propias de la parafernalia terminológica comunista de la época, yo no tacharía hoy ni una coma, considerándola un documento emblemático de la tragedia nacional y de las múltiples tragedias personales de entonces. Cuando se la entregué a mis camaradas de la dirección del partido para que se publicase, a ninguno se le ocurrió hacerme comentarios. Pero a la vez sentí que se les quitaba un peso de encima. En cuanto concernía a mis relaciones con ellos, esa carta hacía que no cambiase nada.»

[N. del A.] La carta no se escribió el 7 de marzo de 1939 sino el 15 de mayo de 1939. Del contenido de la carta se deduce con toda claridad que fue enviada a Wenceslao a Londres, a donde no pudo llegar hasta abril, porque durante todo el mes de marzo estuvo en su puesto de Madrid. El escrito da por terminada totalmente la guerra civil, lo que no sucedió hasta el 1 de abril. Carrillo no escribió la carta a su padre a primeros de marzo; esa fecha encubre una falsedad más de las muchas mantenidas por el criminal genocida.

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París 15 de mayo de 1939

Sr. D. Wenceslao Carrillo

Londres

(No hay encabezamiento)

He recibido la carta que me enviaste desde Londres. No pensaba contestarte. Pero luego he creído útil escribirte para que conozcas las razones por las cuales he decidido romper toda relación contigo. La traición de Casado, Besteiro, Miaja, Mera, Wenceslao Carrillo y Cía ha establecido una separación tan profunda entre, de un lado, la masa del pueblo y las organizaciones y los hombres que le son fieles, y del otro los elementos que, en el transcurso de la guerra, preparaban la entrega a Franco, que ya nunca podrá haber nada de común entre unos y otros.

«Durante treinta y dos meses el pueblo español ha luchado con un heroísmo y coraje ejemplares. Los nombres de Guadarrama, Brunete, Belchite, Teruel, el Ebro, la defensa de Madrid, evocan entre los antifascistas del mundo entero el recuerdo de los grandiosos combates por un pueblo dotado de la voluntad firme de defender la democracia y la independencia nacional.  

Wenceslao Carrillo

«A lo largo de esos treinta y dos meses de resistencia, el pueblo español ha dado al mundo el ejemplo de que es posible hacer cara a los agresores fascistas con las armas en la mano. Cuando los elementos capituladores profascistas pregonaban en todo el mundo “antes la servidumbre que la muerte” el pueblo español ha levantado la bandera de la resistencia armada contra el fascismo y su ejemplo, unido al del admirable pueblo chino, ha puesto en movimiento, por todas partes, a millones de seres dispuestos a hacer frente a la piratería fascista.

«Pero vuestro golpe contrarrevolucionario, vuestra traición por la espalda ha entregado al heroico pueblo español, atado de pies y manos, a Franco y a los destacamentos de la OVRA y de la GESTAPO. (*)

 

(*) [N. del A.] OVRA = Organizzacione di Vigilanza e Repressione dell’Antifascismo. Organismo creado en Italia a finales de 1926 para defender el fascismo. GESTAPO = Geheime Staatspolizei (Gestapo). Policía Secreta del Estado, durante la Alemania nazi. Fue organizada por Hermann Goering y establecida el 23 de abril de 1933. Rudolf Diles fue el primer líder de la organización.

«Y esto ha sucedido precisamente en un momento en que la solidaridad internacional para nuestro pueblo aumentaba, en que la presión de las masas laboriosas apretaba, animada por nuestro ejemplo, y obligaba a los gobiernos reaccionarios de Francia e Inglaterra a inclinarse cada vez más por una política de resistencia a los asesinos fascistas, en que nuestra lucha encorajinaba a los proletarios y demócratas de todos los países y hacía retroceder a los capituladores.

«Vuestro golpe contrarrevolucionario ha sido un gran servicio, no solamente a Franco, sino también a la reacción y al fascismo internacional; gracias a vosotros ha caído en sus manos uno de los principales centros de resistencia de la democracia. Con él en las manos, el fascismo se sintió inmediatamente mucho más fuerte, se dedicó a ocupar la Bohemia, Moravia, Albania, Memel y amenaza provocar una guerra general, de la que España será víctima. Para poder consumar vuestra traición habéis engañado al pueblo prometiéndole la paz; le habéis hecho creer que terminaríais la guerra, que no habría represalias, que quedarían a salvo la independencia nacional y las conquistas populares. Y en vez de esto, ¿qué habéis dado al pueblo?.

«Ha terminado la guerra de trincheras para dar comienzo a una ola de persecuciones que causan en las filas de la clase obrera y del antifascismo, sin distinción de tendencias, muchas más bajas que si se hubiese continuado la resistencia; ha comenzado un período de represión en que falangistas, Guardia civil, la OVRA y la GESTAPO organizan la caza de los antifascistas y asesinan a millares de ellos en todo el país. No hay hogar antifascista donde no se lamente la pérdida o la prisión del hijo, del padre o el hermano, que a estas horas vivirían y serían libres al no haber mediado vuestra infame traición.

«Las conquistas sociales de los obreros han desaparecido bajo las medidas draconianas de las autoridades fascistas, fieles servidoras de la patronal; la tierra, que el Frente Popular había entregado a los campesinos, liberándoles así, ha vuelto a caer en manos de los terratenientes.

«Italianos, alemanes y moros campan por sus respetos sobre nuestro territorio que las potencias fascistas tratan de colonizar.

«Eso es lo que vosotros, el Consejo de la traición, habéis dado al pueblo español; eso es lo que escondía bajo vuestras falsas promesas de paz. Centenares de miles de españoles comprueban ahora con horror cuanta falsedad y doblez se escondía en vuestras promesas y qué razón teníamos nosotros en alentarles contra vosotros.

«Toda vuestra cuadrilla sabía bien que, para realizar la entrega a Franco de un pueblo grande y heroico, como el pueblo español, era ante todo necesario desacreditar y desarmar a los comunistas, porque los comunistas, que siempre hemos dicho la verdad al pueblo, que somos carne de la clase obrera, no íbamos a permitir que se consumara la traición.

«Y todos a una, Casado, Besteiro, Miaja, Mera y tú y la prensa redactada por cobardes capituladores y fascistas, comenzasteis a lanzar cieno sobre mi Partido y sus jefes más queridos, injuriasteis a (la) Pasionaria, la mujer a quien todos los españoles (sic) consideran como símbolo de la lucha por la libertad, la buscasteis como lobos para detenerla y entregarla a Franco; injuriasteis a Pepe Díaz, el jefe querido de los comunistas y de los obreros españoles que los ha dirigido a través de las luchas difíciles de los últimos años, les dirige hoy, bajo la dominación extranjera, y les llevará en definitiva a la victoria: perseguisteis a Jesús Hernández y a Modesto, a Líster que queríais también fusilar.

«Habéis dejado en la cárcel, para que Franco no tenga la molestia de buscarles, a valerosos revolucionarios como Girón, Cazorla y Mesón; habéis asesinado a Conesa y Barceló y a decenas de luchadores y revolucionarios probados.

«Todos los enemigos del pueblo os habéis conjurado para ir contra mi Partido y sus hombres. Oficiales de familia fascista, como Casado, agentes de la reacción internacional, como el profascista Besteiro, militares ambiciosos como Miaja, aventureros de la FAI, caballeristas-trotskistas. Y entre éstos tú, que a pesar de ser un obrero, no has vacilado en traicionar a tu clase de la manera más vil.

«¿Por qué os habéis unido todos vosotros contra mi Partido?  Porque el Partido Comunista lucha por la victoria del pueblo y en todo caso por una paz verdaderamente honorable que evitara el terror y la matanza de millares y millares de antifascistas y revolucionarios, porque el Partido Comunista hacía esfuerzos enormes por aumentar la unidad sin la cual la paz era imposible, como se ha comprobado.

«A través de esta dolorosa experiencia, el pueblo español ha comprendido mejor que nunca, en su propia carne, que tras el lema de la lucha contra los comunistas se esconde la preparación de la dominación brutal del fascismo. El pueblo español ha podido ver quiénes son sus amigos defensores y sus enemigos disfrazados.

«Y  los obreros socialistas que algún día creyeron en la sinceridad del sedicente izquierdismo del grupo Largo Caballero -tu jefe e inspirador principal- han comprendido que el izquierdismo-trotskismo de Largo Caballero, Araquistáin, Baráibar, Zancajo y Cía, agentes del fascismo, lleva al mismo fin que el profascismo de Besteiro. Unos y otros jugáis el mismo papel triste de la traición al servicio de Hitler y de Mussolini. Unos y otros sentís el mismo odio al gran país del Socialismo, la Unión Soviética y al jefe de la clase obrera mundial, el gran Stalin, porque son la salvaguardia y el amigo fiel de todos los pueblos que luchan por la libertad; porque han ayudado constantemente al pueblo español y también porque han sabido barrer con mano de hierro a vuestros hermanos gemelos, los traidores trotskistas, zinovievistas, bujarinianos.

«Unos y otros, los caballeristas-trotskistas y los amigos de Besteiro, los faistas y demás comparsas, son enemigos de la unidad de la clase obrera y del Frente Popular. Durante los treinta y dos meses de lucha habéis hecho todos los esfuerzos posibles para escindir a la UGT y a la JSU, por romper la unidad popular y en el extranjero continuar entregados a la misma tarea y a la obra de descrédito del heroico pueblo español y de sus jefes más firmes.

«Pero no conseguiréis vuestros propósitos. A la luz de las últimas experiencias aparece más claro para todos los obreros socialistas, traicionados por vosotros, la necesidad de la unión con el Partido Comunista; todos los jóvenes, todos los obreros comprenden la necesidad de mantener a todo precio la unidad de la UGT y de la JSU.

«Y las masas del pueblo, que han visto que era necesario romper el Frente Popular para realizar la traición, se dan cuenta, ahora mejor que nunca, de que el Frente Popular, libre del lastre de los traidores que le saboteaban, es el arma que nos permitirá hacer una resistencia de masa que impida la consolidación del fascismo en España y que nos llevará a la victoria.

«La unidad popular sin traidores, para la lucha contra Franco y la invasión, es absolutamente necesaria, y el Partido Comunista, como siempre, lucha por ella a la cabeza del pueblo.

«Yo soy un militante del Partido Comunista de España y de la gloriosa Internacional Comunista. Quiero recordarte y decirte que cada día me siento más orgulloso de mi Partido que ha sabido dar el ejemplo de abnegación y de heroísmo en la lucha contra los invasores, el Partido que en las difíciles horas de la ilegalidad no arría su bandera y por el contrario, mantiene la batalla contra el fascismo con decisión y coraje, el Partido sobre el que todos los españoles cuentan, y con razón, para su liberación de las garras fascistas.

«Cada día me siento más orgulloso de ser un soldado en las filas de la gran Internacional Comunista que tú y tus compañeros odiáis tanto y que ha sabido mantener en todo el mundo la bandera de la solidaridad con el pueblo español, mientras que tus amigos del extranjero, los dirigentes de la II Internacional, hacían cuanto podían para acogotarnos, trabajaban y siguen trabajando contra la unidad, contra la URSS, utilizando el mismo lema que Hitler y Mussolini: “La lucha contra el comunismo.”

«Cada día es mayor mi amor a la Unión Soviética y al gran Stalin, a los que vosotros odiáis y calumniáis precisamente porque han ayudado a España de una manera constante a través de toda nuestra lucha.

«El odio de vuestra cuadrilla caballerista-trotskista al Partido Comunista de España, a la Unión Soviética y al gran Stalin es una prueba más del formidable papel jugado por éstos en la lucha del pueblo español por su libertad.

«Cuando pides ponerte en comunicación conmigo olvidas que yo soy un comunista y tú un hombre que ha traicionado a su clase, que ha vendido a su pueblo. Entre un comunista y un traidor no puede haber relaciones de ningún género. Tú has quedado ya del otro lado de las trincheras.

«No, Wenceslao Carrillo, entre tú y yo no puede haber relaciones, porque ya no tenemos nada en común, y yo me esforzaré toda mi vida, con la fidelidad a mi Partido, a mi clase y a la causa del socialismo, en demostrar que entre tú y yo, a pesar de llevar el mismo apellido, no hay nada en común.

«Por vuestra traición la República española ha sido batida, pero la lucha no ha terminado. Por el esfuerzo del pueblo Franco caerá, los obreros y campesinos, unidos a todos los demócratas, con el Partido Comunista a la cabeza, restaurarán de nuevo la República popular, pero jamás ni bajo la dominación fascista ni después de nuestra victoria olvidarán vuestra infame traición.

Santiago Carrillo.

Como observará el lector, además de las muchas repeticiones en que incurre el “demócrata comunista”, la carta contiene innumerables disparates históricos, amén de sus profecías finales de las que no se ha cumplido ni una. Desde luego como profeta, el marqués de Paracuellos, deja mucho que desear.

Este ‘hermoso gesto’ de ‘buen hijo’, lo hizo para presentarse ante la dirección del PCE como militante íntegro, capaz de sacrificar a su familia en beneficio de la causa.

Según Fernando Claudín, cuando Wenceslao leyó la aberrante carta de su hijo, no pudo creer que quien llevaba su sangre fuera el autor de semejante engendro y tuvo la ocurrencia de escribir a quien creía culpable, el “señor Stalin”. El viejo socialista se permitió echar a Stalin una bronca monumental mediante un escrito con fecha 2 de julio de 1939. Santiago Carrillo había salido de la guerra civil como estaliniano perfecto y sus escritos se acomodaban de tal forma al pensamiento de Stalin que podían pasar por emanados del gran criminal soviético.

   

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