| Sobre
            coeficientes intelectuales.
              
             Luis
            Carlos.
             Hace unos días un programa de televisión se
            publicitaba publicando los supuestos coeficientes intelectuales de
            tres Presidentes de los Estados Unidos: Kennedy, Reagan y Bush. Al
            primero de ellos le reflejaban cómo un superdotado, al segundo cómo
            alguien del montón y al último en una escala que toca de refilón
            la normalidad, introduciéndose levemente en un nivel casi de
            subnormalidad. No quiero entrar a discutir la veracidad de los datos
            (falsos, naturalmente, fruto de la imaginación de publicistas
            "progres"), ya que no soy un acérrimo partidario de
            George W. Bush cómo tampoco lo fui de su padre, pero puestos a
            elegir entre Ronald Reagan y J.F.Kennedy, escojo al primero y más
            ahora que sé que su coeficiente intelectual era parecido al de la
            media de los mortales. Si Kennedy no hubiese sucumbido ante el
            proyectil asesino de Dallas que acabó con su vida, no hubiese sido
            utilizado por un programa de televisión español cómo muestra de
            coeficiente superdotado, ya que sus logros se limitaron a bellos
            discursos con enormes fracasos operativos. En cambio Ronald Reagan,
            el del coeficiente intelectual normal, fue capaz de devolver la
            ilusión a una Nación, de acabar con el telón de acero y de dar un
            giro trascendental a la Historia Contemporánea, con la colaboración
            necesaria y fundamental de otros grandes hombres y mujeres con los
            que le tocó compartir momento histórico. Es más que probable que,
            puestos a suponer, si este programa hubiese utilizado los supuestos
            coeficientes intelectuales de Walesa, Juan Pablo II o Margaret
            Thatcher (artífices fundamentales junto a Ronald Reagan de la caída
            del telón de acero), estos hubiesen sido más bien normales o
            tirando a bajos. En cambio, sí hubiese sido interesante ver cuáles
            son los coeficientes intelectuales de Zapatero, Bono o Moratinos. ¿Con
            quién o quiénes los compararían?. Me pregunto si, tal y cómo
            sucede con las temperaturas, existen niveles negativos en la medida
            del intelecto, y si es así, hasta qué nivel negativo pueden llegar
            los coeficientes, pues supongo que para los de estos tres payasos
            profesionales no existe medida. Si el Presidente es así por naturaleza, congénitamente,
            o si su nivel es debido a una infancia traumática, un problema
            afectivo o un golpe de porra de los grises no lo sé. Se puede ser
            tonto, o bobo como bien dice Rajoy, pero llegar a estos límites es
            difícil aunque se fuerce, aunque se haga adrede. De Moratinos poco
            hay que hablar, ya que su caso o el de Bono, son más dignos de ser
            tratados en un manual de antropología evolutiva que en un artículo de
            opinión. No quiero finalizar esta reflexión sin
            recordar al pueblo español en su conjunto, pues fuimos todos
            (bueno, todos no), los que hicimos que un conjunto de orates, de
            desequilibrados, de tontos del bote, se sentasen en la mesa del
            Consejo de Ministros a regir los destinos de esta nuestra sufrida
            España. Que la democracia produce también monstruos lo demuestra
            la Historia del pasado inmediato (Hitler) o del presente (Chávez,
            Zapatero y ahora....Evo Morales). INICIO |