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Actualizada: 30 de Diciembre de 2.008.  

 
 
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Franco ... ¡Socorro! (5)


Por Jaime Miguel Tur, antiguo Sargento Legionario.


En esta ocasión -Querido Paco-, te voy a recordar lo que manifesté  en el escrito que le mandé al Jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra de nuestra Nación.

Supongo, que estarás de acuerdo conmigo, en cuanto a la inadecuada presencia de la mujer en nuestra querida Legión Española. Vamos, estoy seguro de que te sumas a mi rechazo.

Por lo que sin más, el susodicho escrito fue el siguiente:

Excelentísimo Señor:

Sin saber el porqué –sólo utilizo la televisión desde las quince  hasta las dieciséis horas de cada día-, me encontré frente al desfile de la Hispanidad,  que nuestras Fuerzas Armadas efectuaron el día 12 de este mes de octubre del año 2008.

Aunque confieso que no vi desfilar al personal; ya que al contemplar las caras de los jerifaltes que se dan cita en tan vistoso e importante acontecimiento, y van llegando a la tribuna que los acoge, no tuve más remedio que apagar el aparato.

El sobresalto que me llevé fue de órdago a la mayor. Si estás viendo el físico del Rey -ya vejete-, cerca del de la Reina que lo atestigua en mayor cuantía –los años no pasan en balde y suelen hacer estragos-; con el rostro indescriptible de la nueva Ministra de Defensa y la cejas mefistofélicas con boca de vieja sin dientes del ZP; junto al birrioso y parlanchín loro Pepiño; así como el rostro del planeta de los simios que luce la Vicepresidenta del Gobierno, pensé, al pronto, que los españoles estamos en manos de la familia Monster. ¡Qué susto!

Señor, expuesto el anterior inciso anecdótico, quiero entender, que si encendí la televisión a una hora desechada de continúo, sería por el tirón de ver desfilar a las mujeres vestidas con el uniforme militar. Algo que me trae a mal traer. ¿Cómo es posible?, se pregunta uno. “Cosas veredes, amigo Sancho”

Lo digo,  porque sin ser machista, no estoy de acuerdo con la decisión de que  la mujer forme parte de los ejércitos. Sobre todo, de ninguna de las maneras  una mujer puede vestir el uniforme legionario. La Legión es un cuerpo de choque; mejor dicho, lo era.

Yo pasé catorce años de mi vida en la Legión; en la que alcancé el grado de sargento -Suboficial- y participé en varios de los combates –soy superviviente de Edchera- que hubo en el conflicto Ifni-Sahara, como fundador de la Gloriosa XIII Bandera.

De ahí, que el respeto por los fundadores de tan Glorioso Cuerpo, con los doce espíritus que conforman el Credo Legionario, como por los 10,836 muertos y desaparecidos, con sus 22 Cruces Laureadas de San Fernando, ganadas en combate; y las 211 Medallas Militares Individuales, más las  37,031 Medallas y Cruces de Guerra, digo, deberían haber tenido las obligadas y firmes voces del hoy mudo generalato,  que obligaran a cerrar la página, dejándolo en un respetuoso y honorable recuerdo; para formar de inmediato un nuevo cuerpo con otro nombre, antes de consentir que la mujer vistiera el uniforme  legionario, si esa era la nueva idea de la progresía cagarruta que  gobierna a nuestro desconocido País.

Por supuesto, acepto que la mujer tenga tanto o más valor que algunos  hombres, faltaba más. Pero el sitio de una mujer no es el de Ministra de Defensa, a más si es antimilitarista -faena que nos ha hecho esa extraña cosa llamada ZP, para desprestigio de la Institución Militar-, como tampoco es de ellas, entrar a la bayoneta en una trinchera enemiga, llegado el caso.

Es mío, Excelentísimo Señor, que el indigente intelectual  que se ha colado de rondón  en la Presidencia del Gobierno de nuestro País, todo lo que haga respecto a nuestros ejércitos, será para desprecio de los mismos, tal como hizo  -quedándose sentado-,  cuando pasaba la Bandera de los Estados Unidos en aquel célebre desfile.

La mujer, Señor, nace mujer para ser femenina –divina cualidad a la que natura obliga-; y es una pena y  un  gran dolor que los estúpidos e innecesarios cambios progresistas, estén convirtiendo a las mujeres españolas en  machos sin rabo. Que eso es lo que parecen las mujeres encuadradas en el ejército.

Que todo ello lo ha traído la influencia de las cuatro felinas que comandan las hilarantes y ridículas asociaciones feministas. Esos objetos no identificados de aspecto y talante varonil, voz aguardentosa, algunas con bigote, que calzan un cuarenta y cinco, escupen, roncan y son feas como demonios.

Y han conseguido que en la actualidad cueste Dios y ayuda contemplar una pantorrilla cuando sales a la calle. La sibilina y estimulante pantorrilla ha desaparecido de nuestra visión como por ensalmo. Una gran mayoría de mujeres sólo visten el pantalón de machote.

Excelentísimo Señor,  le pido tolerancia y comprensión, por si algunos de los conceptos expuestos en este escrito pudieran haber traspasado la línea del respeto debido.

No sé como expresar lo que no siento. Y le aseguro que si no hubiese decidido exponer lo que opino sobre la mujer y el Ejército, hubiera reventado. De todas maneras, Señor, siempre tuve y mantengo anchas  espaldas.

Reciba con todo mi respeto y alta consideración un cálido y afectuoso saludo.               

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¿A qué tengo razón? Y me atrevo a creerlo, por conocer el aprecio que siempre sentiste por la mujer española. Nunca te olvidaras de aquella modesta mujer que se presentó en tu cuartel general con un pequeño cesto en el que traía para la causa, todo el oro –anillos de boda, medallas, cadenas, pulseras, etc.- que pudieron reunir en aquel pueblo de gente pobre. Pequeño pueblo extremeño,  en el que no quedó ni una pizca de oro.

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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.008. - España -

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