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Actualizada: 30 de Marzo de 2.009.  

 
 
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El rédito de la inmigración.


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


¿Qué beneficios nos ha traído la inmigración?


Con más de 7.000.000 de extranjeros, nacionalizados o no, con papeles o sin ellos, legales o ilegales, la crisis en la que estamos inmersos la multiplicaremos por tres, ya que somos el segundo país del mundo, después de la superpotencia de EEUU, con más número de extranjeros. Lo que nos pone en una de las situaciones más graves y preocupantes de nuestra historia.  

Siete millones reclamando los mismos derechos que los españoles, siete millones de hambrientos y sin estructura familiar, siete millones de delincuentes potenciales, es el saldo entre el debe y el haber que nos ha proporcionado la inmigración masiva, descontrolada y sin regular a la que nos hemos visto sometidos ininterrumpidamente desde hace diez años.  

Hemos admitido a todo bicho viviente sin haber hecho un balance de nuestras necesidades y sin haber previsto las consecuencias de una avalancha que ha sorprendido a toda Europa por su despropósito, cuyo efecto llamado lo hemos proporcionado nosotros mismos. Y, sobre todo, sin aprender de lo que ya era una lacra, los invasores extranjeros, en los países de nuestro entorno.      

Hoy España es un país a merced de una extranjería desbordada que sufrirá la crisis económica de una forma especial, lo que sin duda hará que los índices de delincuencia se disparen y que nuestras vidas y nuestras haciendas estén a merced de unos individuos venidos de fuera. Unos individuos con rasgos étnicos, valores culturales y creencias religiosas diferentes a los nuestros, pero que serán los que impongan la ley en nuestras calles y se aprovechen de nuestra hacienda; una hacienda que no sólo hemos creado nosotros, sino nuestros padres y nuestros abuelos. De momento un dato es incontestable, el 60% de la población reclusa, es decir, de los delincuentes, es extranjera. Y ello sin mencionar las mafias del Este o China, perfectamente instaladas en nuestras costas y en nuestras ciudades. Que es lo que vengo en calificar como de invasión callada.

Junto a personas honradas y trabajadoras, nos han entrado muchos asesinos, ladrones y sicarios. Y ya en el paroxismo, hasta un “asesino en serie”, al menos uno que conozcamos desgraciadamente. Un tipo que para más sarcasmo trabajaba en una empresa de seguridad. Un asunto preocupante por cuanto las empresas de seguridad privada han venido contratando masivamente a extranjeros en una cantidad que al día de hoy se puede considerar de superior al número de nacionales, rebajando no sólo la prestación sino el mismo concepto de autoridad que tales profesionales deben imponer. Y tanto es el despropósito, que ya hay hasta negros. Claro que los muchachos de color hoy por hoy ni se meten en líos ni se enfrentan a problemas.

“Yo amo a mi país, y respeto a España”, dicen los extranjeros soldados que forman masivamente en nuestros Ejércitos y nuestra Armada. Incluso los de procedencia musulmana, a los que seguro nadie osara (pues hasta puede ser anticonstitucional) obligar a que defiendan nuestras provincias de Ceuta y Melilla, amenazadas exterior e interiormente por el sátrapa, el moro de Marruecos.  

En un país sin producción como es España y esquilmada nuestra agricultura (la despensa de un país) en beneficio de más carreteras y metros, el extranjero ha incidido en el mercado laboral rebajando la cantidad y la calidad del trabajo del español. Un ciudadano, el español, al que hasta hace unos días no le preocupaba el alto número de extranjeros que soportábamos a costa de las arcas sociales.  

¿Qué beneficios con ha traído la inmigración? Pues, excepto para las feas y los feos que en España son, que han conseguido varones y hembras a precio de saldo, entiendo que ninguno.

Hemos hablado de los beneficios, en otra ocasión hablaremos de prejuicios. De momento se hace imprescindible una política de inmigración seria y contundente que pasa necesariamente por expulsar a todos los ilegales o en situación irregular; a todos los que delincan, por simple que sea el delito, y por la no concesión del reagrupamiento. Y si estas medidas no fueran suficientes, por la expulsión de los llamados legales o regularizados. Así como por la anulación de los nacionalizados por las sospechas que existen en cuanto al cumplimiento efectivo de requisitos en muchas de ellas.

¡España para los españoles, Sudamérica para los sudamericanos, China para los chinos y África para los negros! Así de fácil. Así de sencillo. Así de lógico.    


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