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Actualizada: 19 de Julio de 2.009.  

 
 
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 La juventud y el 18 de Julio.


   Por Pituca.


Hace ya mucho tiempo la juventud española escribió, con su arrojo y con su sangre, una página gloriosa en la Historia de nuestra querida Nación. Muchos jóvenes, dejándolo todo, familia, novia, hogar… acudieron a luchar por una Patria que estaba en peligroso trance de desaparición. Y supieron batallar, y supieron morir y supieron vencer…

Durante 1.000 largos días, España se tiñó con la sangre generosa de estos jóvenes que, encuadrados unos en el Ejército y en las Milicias Nacionales, y luchando y sufriendo persecución otros, en la retaguardia, supieron recobrar para nuestra Patria la Dignidad perdida, y la Unidad, Grandeza y verdadera Libertad, sin importarles nada su comodidad y anteponiendo a su egoísmo la heroicidad de su sacrificio en la lucha, día tras día, hora tras hora, minuto tras minuto… eternos minutos de encarnizada lid por un ideal superior. Benditos  minutos… 113.178 Caídos por Dios y por España, según constan con nombres y apellidos en el Santuario de la Gran Promesa de Valladolid, y cientos de miles de heridos y damnificados en esa gloriosa Cruzada, dan fe de la magna empresa que acometieron.

Han pasado ya muchos años desde aquella gesta. Los hijos y los nietos de aquéllos muchachos generosos que lucharon, que se dejaron la piel y que, por fin, vencieron, ya no quieren saber nada de lo que un día hicieron sus padres y sus abuelos. No interesa, no es políticamente rentable recordarlo y es mejor mirar para otro lado y renegar de todo. Desgraciadamente, hoy día ser un cobarde o un traidor es más provechoso que ser consecuente con una idea…

Y no sólo eso. También esos hijos y esos nietos, que ahora tienen una Patria entera, y una Bandera, y una sociedad gracias a aquéllos… esos hijos y esos nietos son los que, además de renegar y apostatar de todo, peor que talibanes destruyen los monumentos de sus abuelos, cambian las calles de sus padres y hacen desaparecer hasta el último vestigio de sus capitanes y de sus héroes, para arrojar a Dios de sus vidas y adorar al becerro de oro del mundialismo atroz.

La juventud ha cambiado la ideología por el materialismo, en este caso capitalista, ha cambiado lo espiritual por lo meramente terrenal, el esfuerzo por lo plácido, lo intelectual por lo chabacano, lo bello por la fealdad, la Universalidad del Imperio por el aldeanismo más paleto, el Sacrificio por la comodidad, la Gloria por el vil dinero, Dios por el diablo deslumbrante chapado en oro, la absoluta Verdad por la mentira teledirigida, y nunca mejor dicho lo de “tele”… Ha cambiado, en fin, todo por lo que lucharon sus antepasados por una mente vacía y una barriga llena de bazofia.

Sólo una pequeña minoría de jóvenes, en diversas trincheras, mantiene encendida la llama que un día prendieron cientos de miles de muchachas y muchachos en el frente, en la retaguardia, en los campamentos juveniles, en las fábricas, en las universidades, en los hogares, en la bendita paz de España, conseguida con mucha sangre y con muchas penalidades por aquella generación gloriosa. Y un día, esa llamita se expandirá vigorosa por toda la geografía nacional para traer, de nuevo, la auténtica España Unida, Grande y Libre que soñaron nuestros mayores. Y se hará Justicia. Y se volverá a izar la Idea Eterna, para que su sombra sepulte a la ignominia…

No tengamos dudas, “siempre ha sido un puñado de soldados el que, en último término, ha salvado la civilización”. Esa es la esperanza que nos mantiene con fuerza para, sin complejos y sin cobardía, poder seguir avivando la llama y gritando con el orgullo y la valentía que otros no tienen: ¡Viva Cristo Rey!  ¡Arriba España!

 


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