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			A tenor de la crisis financiera mundial, que será larga y 
			costosa, y en relación a África, lo primero que habrá que considerar 
			es que el continente negro, a menos que se le preste ayuda, 
			terminará por desaparecer definitivamente del mapa mundial.     
			El último informe de Naciones Unidas sobre África no sólo es muy 
			preocupante, sino determinante respecto a la situación que vive el 
			continente negro, cuyas hambrunas y epidemias podrían verse 
			agravadas y extendidas en los próximos años, debido al estado de 
			subdesarrollo en el que se encuentra todo el continente y al estado 
			de corrupción que por doquier se respira. Y tan mala es la 
			situación, que el informe reconoce, que “ni siquiera Estados Unidos 
			y la Comunidad Europea juntos podrían hacer frente a las hambrunas 
			que se preparan, porque la mayor parte de esos excedentes ni 
			siquiera llegarían a su destino”. Una realidad que viene dándose 
			desde siempre. Una situación que cobra mayor importancia cuando 
			somos muchas las generaciones de europeos que hemos crecido 
			aprendiendo desde niños que había que colaborar para que los 
			“pobrecitos negros pudieran comer”.   
			Una solución, la de dar salida a África, que se agrava desde la 
			consideración de su realidad social, un territorio dividido por 
			fronteras artificiales y constituido por un conjunto de tribus que 
			se odian a muerte y que vienen matándose desde que se les dio la 
			independencia. Un Continente en el que ni siquiera se puede contar 
			con sus FFAA, como ha ocurrido en Sudamérica y Asia, puesto que en 
			realidad son, en la mayoría de los países, bandas armadas de 
			forajidos a las ordenes del sátrapa de turno, que se dedican a 
			matar, violar y saquear a sus propios compatriotas.  
			Cuál es entonces la solución, pues a corto plazo muy difícil, puesto 
			que son muchas las generaciones de negros que han comido y bebido a 
			costa del resto del mundo, fundamentalmente de Europa, y gracias 
			primordialmente a las acciones de la Iglesia Católica que sigue 
			trabajando en todos los frentes, y aunque algunos han propuesto que 
			África entera pase a depender de Europa como una gran Colonia, dicha 
			solución sería una labor que por ambiciosa y necesaria nos llevaría 
			todo este siglo. Aunque de momento no se tenga más remedio que 
			bombardear de alimentos África y según vayan cayendo al suelo que 
			ellos mismos, como mejor sepan, se los repartan.  
			Porque África, no nos engañemos, es un grano negro, y nunca mejor 
			dicho, que apesta al costado del mundo, y más concretamente al 
			costado de Europa. Un continente, el África negra, que hay que 
			volver a redefinir y reconstruir. Un continente, el África negra, de 
			economía de subsistencia, industrialización primitiva y 
			prácticamente nula capacidad de comercialización de sus recursos y 
			manufacturas. Un continente, el África negra, que ni siquiera está 
			en la Edad Media europea. Un continente, el África negra, 
			subdesarrollado y a menos que se le ayude, a punto de desaparecer. 
			Un continente a cuyos albinos se mata por considerar que están 
			imbuidos de poderes mágicos. Que es por lo que hemos tenido que dar 
			asilo por procedimiento de urgencia a uno de ellos.   
			Este es el reto que tenemos planteado ante la incapacidad manifiesta 
			de  África negra para salir ella misma adelante con sus recursos y 
			con su propia gente, con sus capacidades y sus características, con 
			su forma de ser y de entender la vida.  
			Con todo, el caso del negro Etoo no es el ejemplo. Y es que, no 
			podemos traernos a todos los negros de África, educarles y tener 
			paciencia hasta que quieran reeducarse, y después confiar, casi 
			rezar, para que todos triunfen dándole patatas a una pelota. |  |