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Actualizada: 08 de Abril de 2.010.  

 
 
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 Ruido de sables en los dormitorios de los ex generales


   Por Pablo Gasco de la Rocha.


Si la historia es cíclica como se nos dice y manifiesta, en España tal aserto se cumple de forma inexorable y puntual, retrotrayéndonos y proyectándonos en un continuo devenir, donde la experiencia acumulada no sirve para mucho, frente a nuestro espíritu cainita, gregario y díscolo, mucho más determinante en nuestro quehacer como pueblo.

Si nuestro siglo XIX fue convulso de vivencias y esquivo en proyectos, en el siglo XX hemos repetido por dos veces consecutivas la misma experiencia suicida: la conculcación de la legalidad vigente por el desorden fabulado. Y así, de la misma forma, modo y manera como cayó el régimen legítimo de la Monarquía parlamentaria encarnada en don Alfonso XIII, cayó también el régimen legítimo del 18 de Julio propiciado igualmente por unos pocos revoltosos, ante la indiferencia de los más y la complicidad de los altos mandos del Ejército que habían jurado defenderlo hasta “derramar si fuera necesario la última gota de sangre”.

Y tal es la similitud de las dos experiencias referidas, que sólo una diferencia se aprecia entre una y otra involución, que en esta segunda el gran patrocinador de aquella estafa manifiesta mediante el engaño de una “reforma” fue el Rey que puso Franco. El hijo del porteador de una corona, que hubiese seguido siendo de papel de no haber sido por el Régimen del 18 de Julio y por su Caudillo.

 Evidenciada la descomposición de España a todos los niveles, y cuando la Nación española camina a marchas forzadas hacia su desmembración, entiendo que no está de más que insistamos, cuantas veces venga al caso, sobre el papel que nuestras FFAA han jugado en todo este acontecer. O para ser más precisos, en la responsabilidad que les cabe en el actual estado de la Patria, si quiera en la defensa de su orden constitucional. De ahí que, como manifiestan los oficiales más jóvenes, es lógico que “la inmensa mayoría de los españoles no les entiendan”. Salvo, naturalmente, toda esa cuadrilla de antimilitaristas, siempre y cuando repartan chupetes en Haití, actúen de parteras en Kosovo o enseñen a jugar al tute a los señores de la guerra en Afganistán.

En este orden de reflexión distingamos tres tiempos en el actuar de nuestras FFAA: 

El primero, marcado por los continuos asesinatos de miembros de las FOP y FFAA, el constante apoyo que el estamento militar ofrecía a la involución y las salidas de “tono” de algunos díscolos que apretaban pero no ahogaban. Que fue la etapa de los “atares”, aquellos mandos militares incapaces de influir para que se rectificara la deriva suicida a la que los políticos del Congreso y del Senado conducían a España, pero que lavaban la conciencia con determinados comportamientos más propios de cadetes díscolos.  

El segundo, marcado por el “suceso” del 23-F y por la posterior sumisión, casi postración, del estamento militar a la clase política de aquel momento, que tiene su traducción más grave al aceptar un doble juicio y una doble condena a los militares que la tarde noche del 23-F habían salido en la foto.

Y el tercero, que es el actual, determinado por la percepción dentro del estamento militar de que en España ya no hay mucho que hacer. De ahí su cada vez más importante contribución al dividendo de paz internacional que marcan e imponen la OTAN, la UE y hasta el FMI.

Llegados hasta aquí, y ya sin ningún reparo, al menos por mi parte, bien se puede decir, que los militares han contribuido, como ningún otro poder del Estado o institución de la Nación, a subvertir los valores que nos constituyen. Una situación que al día de hoy se hace imposible de resistir como consecuencia de la crisis económica que padecemos.  

Por eso resulta dantesco leer en la prensa las reflexiones de la frustración: Soldados: ni miembros de ONG ni bomberos (El Mundo, 7-1-2010), Madrugadora pascua militar(La Razón, 7-1-2010), Las Fuerzas Armadas y la disuasión (ABC, “La Tercera”, 12-2-2010), Héroes (La Razón, 18-2-2010) o De la piratería(ABC, 22-2-2010). Escritos por tres ex altos mandos militares, despotricando ahora contra el Gobierno socialista de Zapatero que les nombró y dio mando. Unos escritos que tengo para mí son igual de inútiles que las arengas sable en ristre, dictadas a un ejército de sombras imaginadas en la soledad de un dormitorio.

-Abuela, ¿por qué vocea el yayo en vuestro dormitorio?

 


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