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Actualizada: 13 de Julio de 2.006.  

 
 
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Benedicto XVI en España.

José Gabriel.

La visita del Papa Benedicto XVI ha supuesto un punto de inflexión, espero no momentáneo, en la constantemente agredida vida de los españoles. La Providencia, ha querido además, que haya tenido lugar en un momento especialmente duro para la ciudad de Valencia, tras el trágico accidente acaecido en  fechas recientes.

Los de siempre, llevaban meses tratando de enrarecer el ambiente y organizando campañas contra la visita. Hicieron manifestaciones ridículas promoviendo la apostasía, concentraciones a favor de la homosexualidad, en contra de la familia tradicional (como si existiera otro tipo de familia), contra la iglesia y contra todo lo que no son ellos; llegaron incluso, a colgar en las ventanas unas patéticas pancartas en las que se decía: "Jo no t´espere" (yo no te espero), cosa un poco rara, ya que con semejante simpleza, lo que en realidad demostraban es estar esperándole. A la vista del éxito cosechado por su Santidad, tendrían que haber puesto: ¡Jo! yo no me lo esperaba. 

Frente a estos sujetos, la respuesta del valenciano normal ha sido ejemplar: ausencia de incidentes, desprecio a estos peleles del marxismo, presencia absoluta de banderas de España y del Vaticano por toda la ciudad y participación con entusiasmo masivo en todos los actos organizados.

Con la llegada del fin de semana, Valencia recibió la visita de más de un millón y medio de personas. La actitud de las familias peregrinas ha sido realmente emocionante, a pesar algunas deficiencias en la organización de los eventos principales.

Pero lo realmente gratificante ha sido el mensaje. Benedicto XVI, ha llegado a una España no sólo rota en lo político, sino también en lo moral; ha llegado a una España sumida en una marea de materialismo, histerismo e histrionismo sexual sin parangón en la historia de nuestra misionera Patria; ha llegado a una España con unas cifras de aborto y de rupturas matrimoniales, que confirman el fracaso de la cultura amoral propagada por el liberal-socialismo en que se basa nuestro sistema político.

Pero por suerte  la Iglesia no es esclava de las voluntades, lo es de la Verdad; no depende de unos votos ni de unos pactos, aunque algunos dentro de ella se dejen arrastrar por una cómplice y permisiva prudencia. La manera con la que el Papa ha explicado el verdadero significado de la Familia ha sido de una pedagogía a la que por desgracia no estamos acostumbrados; la manera con la que ha acompañado a los familiares de los fallecidos, compartiendo con ellos su incomprensible cruz, ha sido sencillamente emocionante. Benedicto XVI ha hecho de un mensaje duro, justo y complicado, algo comprensible y amable; lo ha hecho además, con caridad pero sin medir las palabras: sin tibieza. Rezo para que la Iglesia española sepa aprovechar los frutos espirituales de estas jornadas, dé un paso al frente y sea verdaderamente libre y valiente.

Los que nunca están ni a la altura de sí mismos, en esta ocasión han quedado directamente anulados y han pasado desapercibidos a pesar de su repugnante actitud. Lo de Zapatero es directamente de cárcel. La falta de respeto y educación mostrada por este resucitador de etarras, no tiene límites y son impropias de alguien que no sea un  enajenado mental. No acudir a los actos ni a despedir al Papa, es propio de mediocres acomplejados, impotentes deicidas o simplemente de tontos con tendencia al infinito. Hay que reconocer que tampoco hay posibilidad de dialogo inteligente entre Benedicto XVI y Zapatero, pero aún así, nos guste o no, esta birria humana nos representa y, ello, le obliga a estar de cuerpo presente en tan grandioso acontecimiento.

También hay que echar de comer a parte a las autoridades pepoides. Resulta impagable ver aplaudir a Marianín, Esperanza Aguirre, Rita y toda la tropa, mientras el Papa hablaba de la indisolubilidad del matrimonio, la defensa de la vida en todas sus etapas y la dignidad de la persona. Podría el Pp haber entregado al Papa un catálogo con las subvenciones realizadas por Esperanza y Gallarcondón a obras y entidades, abiertamente blasfemas y anticristianas. Pero no debemos olvidar que estas criaturas son así:... sin valores, sin principios, sin finales, sin criterio, sin vergüenza, con intereses bastardos, con hipocresía y sobre todo sin valor ni decencia. El ver comulgar a estos seguidores de Judas y Pilatos, mientras destierran a Dios de la vida pública y de las instituciones, resulta sencillamente escandaloso. Incomprensible la actitud de Rita y Camps con Zapatero, aun entendiendo que hay que guardar las formas, no es comprensible tanta sonrisa y distendida conversación cuando el Santo Padre todavía no estaba presente...... ¡bueno! quizá sí es comprensible.

 Del perjuro y su “ejemplar” familia, nada que destacar, estuvo pero sin estar y leyó dos discursos de desigual fortuna: patético y estúpido el de bienvenida; casi decente el de despedida.

Pero estos mamarrachos no han podido ni pueden desvirtuar lo que se ha vivido en España. Se han visto  las Iglesias llenas de peregrinos, largas colas en  los confesionarios, las calles repletas de sacerdotes que no ocultaban su condición, el multitudinario Rosario en la playa y un sin fin de recuerdos que quedarán para siempre en la memoria de los que allí estuvimos.

Destacar también la gran cantidad de voluntarios llegados de todas partes, su paciencia, su generosidad y su impagable amabilidad.

Juan Pablo II hizo una importantísima labor en la defensa de la verdadera libertad frente al Capitalismo y al Comunismo, además de un apostolado heroico con sus mensajes a la juventud; saldó también una deuda pendiente realizando masivas canonizaciones y beatificaciones de los mártires de nuestra Cruzada.

Benedicto XVI ha comenzado su labor con la imprescindible lucha contra el relativismo y la necesaria defensa de la autentica Familia. La Familia, al igual que la Patria, no es un contrato entre unas partes: es una fundación y una unidad de destino.

Con Benedicto XVI puede decirse sin caer en la ingenuidad: ¡La Esperanza todavía!


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