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Actualizada: 17 de Febrero de 2.006.  

 
 
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Traición III.

Jakim Boar.

Los tristes acontecimientos que llevaron a España a una Guerra Civil en 1936 fueron causa de una República desbocada y no de un conflicto auténtico entre españoles como cuentan algunos historiadores. Los partidos políticos se convirtieron en dueños y señores de nuestro país en aquellos años sin que nadie pudiera evitarlo ni hubiese nadie con la función de frenar el abuso. La izquierda española aliada con la soviética y la francmasonería sacó todo su odio e intentaron llevar a España bajo una máscara democrática a la revolución del proletariado. En sus años de gobierno, la izquierda se permitió desde adueñarse de los bienes de la Iglesia, obligar a tragar con embudo un Estado laico a la población, permitir, fomentar y protagonizar desmanes y crímenes políticos y religiosos, y declarar la guerra civil a las derechas en una revolución armada.

Todos aquellos abusos y tropelías generaron un conflicto entre los españoles que no eran conscientes de que todo estaba preparado para someterles a un régimen comunista opresivo. La República no fue mas que una excusa para permitir a los revolucionarios adueñarse del país sin que nadie pudiera parar su ambición marxista de someter y aniquilar culturalmente a una nación milenaria.

Analizando en profundidad que función daba la República a España, esta no era otra que la de eliminar el papel supervisor de un monarca. Los partidos de izquierdas tenían como máximo enemigo al Rey ya que este si tenía la potestad de parar los abusos y situaciones de alto riesgo de la nación con un ejército bajo su único mando. Por ello, la izquierda para llegar a su revolución necesitaba eliminar la figura del Rey y así controlar en su totalidad el mando del ejército, convirtiendo al poder militar en un simple instrumento político de fuerza armada.

Pero la izquierda de aquel entonces se topó con unos militares expertos en la acción bélica, llenos de heridas de batallas, patriotas capaces de morir por su paria sin ningún temor ya que todos los días derramaban su sangre en África. Era este un ejército cultivado y conocedor de la historia de su pías. En definitiva se encontraron con un ejército lleno de ideales y enamorado de su patria al que no podían hacerles las tragaderas anchas. Los militares se resistieron a la sovietización de España y fue el único instrumento del estado que se rebeló a la máquina aniquiladora.

Esta resistencia hizo despertar la ilusión en los españoles que andaban heridos en el alma viendo como su nación se desintegraba hacia un estado revolucionario, caótico y sanguinario. Los españoles fieles a su patria también se rebelaron y entusiasmados se unieron al ejército. Todos unidos se sublevaron en armas frente a una izquierda antidemocrática que se había adueñado de la República y caminaba a marchas forzadas hacia una revolución sangrienta en la que pagarían todos. Una muestra de a dónde dirigía a España la izquierda se pudo experimentar en los primeros años de la Guerra Civil donde la izquierda sometió a la población a un terror rojo, protagonizado por crímenes brutales y armando a los delincuentes más crueles para cometerlos.

Quizás nada de esto hubiese ocurrido si España hubiera tenido la fuerza de un monarca capaz de frenar el abuso de poder y que sofocase la revolución con un ejército bajo su mando. Sin la necesidad de que los militares se sublevasen por su cuenta contra un poder supuestamente legítimo pero que era ilegal en todas sus prácticas; ya que la izquierda violaba todas las instituciones y legislaciones, fulminando la democracia pero conservando una legitimidad de cara a los desconocedores de la auténtica realidad de España.

Cuarenta años después de nuestra Guerra Civil, los creadores de la Constitución Española de 1978 sabían perfectamente los motivos por los que España había llegado a un conflicto armado años antes. Por ello no podían dejar España en manos absolutas de unos políticos para que desbocaran de nuevo la democracia y volvieran a intentar aniquilar nuestra nación con la ambición del poder absoluto de la izquierda. Y es por este motivo que le dieron el mando supremo de las fuerzas armadas a nuestro actual monarca. Y no solo eso, sino que además nuestra constitución convertía a Juan Carlos I en Jefe del Estado.

Por tanto la figura de nuestro Rey toma un papel de moderador que no debe implicarse en temas exclusivamente políticos, pero sí debe defender la unidad de España por encima de todo y debe vigilar que la justicia se cumpla al pie de la letra y que todas las instituciones cumplan la Constitución sin saltarse una sola coma. Por ello, la Constitución Española de 1978 creaba un poder mixto; para la política los políticos, para la defensa de España y sus instituciones el Rey y su ejército.

Pero esto no ha sido así desde que Juan Carlos I ocupa el trono de España. Bajo un lema cínico aceptado por todos como “el Rey no puede hacer nada” se ha creado la falsa creencia de que el Rey no puede implicarse en los asuntos nacionales y que queda relegado a recibir honores, representar a España, presidir desfiles y visitar países, cual títere de los políticos. Y no es que los españoles se hayan sacado esta conclusión de la manga, es que al propio monarca le ha interesado evadirse de sus responsabilidades y bajo esa apariencia cede su poder a los políticos. Al rey Juan Carlos le conviene que todos creamos que él no puede hacer nada.

Una comprobación de que el Rey tiene poder en España la tenemos en el 23F, supuestamente el Rey consiguió parar un golpe de estado y los militares le obedecieron a pie juntillas. Otra muestra de su poder la tenemos en la amnistía que dio a los etarras a la muerte de Franco. Bajo el pretexto de reconocer a estos como presos políticos sacó a la calle a auténticos criminales responsables del asesinato de personas tan ilustres como el Almirante Carrero Blanco. Pero aquello fue un engaño, ya que un preso político es aquel que ha sido privado de su libertad exclusivamente por sus ideas, pero los etarras estaban en la cárcel por sus crímenes y no por sus ideales. Al igual que Santiago Carrillo estaba detenido por su implicación en el genocidio de Paracuellos y otros crímenes de guerra. Por lo que el Rey se convirtió en aquel momento en cómplice de los etarras y responsable de las mil muertes que llegaron después a manos de una crecida ETA.

Nuestro Rey, sin embargo, jamás se ha implicado en asuntos que realmente le conciernen a un Jefe de Estado y afectan a la unidad de España. Dejó que libremente nos arrebataran el protectorado del Sahara. Protagonizó los lamentables hechos del 23F. Ha asistido como espectador al derrumbe de la Constitución Española, ya que ha permitido a los separatistas convertirse en amos de sus territorios incumpliendo día tras día la Constitución. Ha consentido que salgan a la calle etarras asesinos que en cualquier país se hubieran podrido en la cárcel. En la Constitución se dice que es deber de todo español conocer el castellano, y este artículo a día de hoy casi es un chiste porque ni en Cataluña, Vascongadas y Galicia se imparte la enseñanza en la lengua de todos los españoles. Este Rey ha firmado leyes inconstitucionales como la de los matrimonios homosexuales. Ha permitido el acoso y derribo del recuerdo del anterior régimen del que él mismo viene de la mano. Como Capitán General del Ejército y mando supremo de las fuerzas armadas ha permitido la humillación de nuestro ejército por parte de los políticos. No ha representado la unidad territorial ignorando a Ceuta y Melilla en sus visitas. Ha asistido inmóvil a la violación de una jornada electoral el día 13 de Marzo de 2004, consecuencia de unos actos terroristas brutales contra la población y con su silencio ha sido cómplice de lo que ha podido ser un golpe de Estado en un día electoral. Y ahora no se inmuta frente a la excarcelación de los máximos asesinos de la ETA o la desmembración de España en un estado plurinacional con capital en Cataluña y Vascongadas como naciones privilegiadas y todopoderosas frente a las demás.

En definitiva Juan Carlos I desde el comienzo de su reinado ha claudicado deliberadamente ante el poder político y les ha entregado las llaves de su poder que le otorgaron la Constitución y todos los españoles. A causa de esta desidia las instituciones se han corrompido, los jueces no tienen independencia, el separatismo se ha apoderado de sus territorios y estamos al borde de la fractura absoluta de España. Pero parece que Su Majestad es feliz conservando sus honores, sus privilegios, su fortuna, sus paseos en el Bribón y no haciendo nada por su país. Mientras la izquierda campa a sus anchas por nuestra nación tal y como hizo en la Segunda República, con el único objetivo resentido de destruirla y descomponerla. La izquierda golpea y el monarca consiente.

En nuestra historia hemos tenido reyes con sobrenombres muy descriptivos como un “Hermoso” Felipe I, o un rey “Hechizado” Carlos II, o un “Animoso” Felipe V, o un “Deseado” Fernando VII, y también un “Pacificador” Alfonso XII. Actualmente tenemos a un “Republicano” Juan Carlos I, como acertadamente le bautizó Zapatero. Por lo que hoy podemos asegurar con mayor rotundidad que nunca que España ha sido traicionada, altamente traicionada por un Republicano.


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OPINIÓN


Jakim Boar:

Traición III.


Juan Fco.:
La nueva ley...




Antonio:
Vaya cruz...



Jorge E.:
Esencia española.

Luis Carlos:
La payasa.

Juan Luis:
Más talante.




© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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