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Actualizada: 01 de Agosto de 2.006.  

 
 
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Gallardón fariseo.

Antonio Iglesias.

En estos últimos días la prensa ha dado la noticia de que el amancebamiento de dos varones homosexuales va a ser elevado al rango de matrimonio en una parodia que será bendecida por don Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid. La noticia va ilustrada con fotografías de los “contrayentes”.

El Antiguo Testamento, califica de abominación a la homosexualidad masculina , la sodomía. Como es sabido, las ciudades de Sodoma y Gomorra son destruidas por voluntad de Yahvé en señal de castigo por este vicio nefando.

En el Nuevo Testamento se afirma que los sodomitas no entrarán en el Reino de los Cielos, aunque siempre les queda abierta la puerta de la misericordia con la llave del arrepentimiento.

La homosexualidad a lo largo de la Historia ha sido considerada como algo aberrante y vergonzoso, aunque determinados sectores “progres” quieran agarrarse como a un clavo ardiendo a la pretendida homosexualidad de personajes como Julio César o Alejandro Magno para legitimar, para avalar en cierto modo esta práctica, y al mismo tiempo atacar veladamente su condición de militares insignes. No poca literatura de escaso rigor científico se publica y vende a propósito de esta propaganda del poder homosexual. Pero esos sectores se contradicen porque, cuando por desgracia, ha surgido algún caso de homosexualidad en algún pastor de la Iglesia, entonces sí que la han condenado sin paliativos y silencian reacciones ejemplares de algún militar como la que protagonizó en su día el Mariscal Montgomery; a ella nos referiremos de nuevo más adelante.

Permítasenos añadir, salvando todas las distancias y lejos por supuesto de todo ánimo de frivolidad, que incluso entre animales machos alejados de sus hembras por alguna circunstancia, se han  observado casos de sodomía en que ejemplares más fuertes violan a otros más débiles. Pues bien, por parte de los animales sodomizados se deriva una conducta de vergüenza, de bochorno, en ellos mismos y de rechazo en sus congéneres; un signo de que hasta el instinto animal reprueba en cierto modo estos actos. Así lo refleja el prestigioso ganadero de toros bravos don Álvaro Domecq en su libro “El toro bravo”.

No seré yo quien lance la primera piedra contra estos dos hombres homosexuales que van a ser reconocidos como matrimonio por una legislación aberrante y, en consecuencia, unidos en una insultante parodia de matrimonio por el alcalde de Madrid, don Alberto Ruiz-Gallardón celoso cumplidor de la ley.

No se trata de hacer sangre con conductas de pecado cuando éstas se mantienen en el ámbito de lo privado. Digo bien: de pecado, de acuerdo con la moral judeo-cristiana de nuestra religión Católica. El problema de esta sociedad nuestra es que, en su soberbia, no admite el concepto de pecado.

La mujer adúltera del Evangelio, es librada por Jesucristo  de ser lapidada en uno de los pasajes más hermosos de la Sagrada  Escritura por cuanto pone de manifiesto la ternura, humana y divina, de Nuestro Señor y su infinita misericordia. Y se deduce de su lectura, que la mujer se conduce con  un punto de pudor, de  vergüenza en el reconocimiento humilde de su pecado, oculto, pues ha sido “sorprendida” sin que ella hiciera alarde de su acción prohibida y, por supuesto, no reivindica el adulterio cuando el Señor, que la ha librado de la muerte, la perdona: “Anda, vete y no peques más”.

No seré yo quien lance la primera piedra contra quienes, arrastrados por una inclinación homosexual, contraria a la ley natural y a los mandamientos sagrados, son víctimas de su debilidad en privado y sin alardes.

Pero lo que resulta de todo punto intolerable es el escándalo. Así ese mismo  Jesucristo que no ha dudado en perdonar con ternura a la adúltera arrepentida, o cuando menos asustada, lanza una terrible condena para quienes escandalicen a los pequeños, con ese conocido anatema : “más les valiera que les ataran una piedra de molino al cuello y les arrojaran al mar”. Y es ese mismo Jesucristo Quien llama raza de víboras a los fariseos, esa casta para quienes la letra de la ley es la norma a la que debe plegarse cualquier otra consideración.

Aquí y ahora, lo que resulta de todo punto intolerable es que se dé publicidad a estos casos de relación homosexual que deberían permanecer cubiertos por un tupido velo. Podemos y debemos tratar a los homosexuales con el respeto que merece toda persona, y con la delicadeza que requiere su situación peculiar; pero tenemos que afirmar sin ambigüedades que el ejercicio de la homosexualidad no es respetable, no es una opción más: es un vicio, y una inclinación reprobable de la que no se puede tolerar que quienes la padecen nos la quieran exhibir con arrogancia. Dicho más claramente: podemos tolerar a los homosexuales,  pero no las mariconadas públicas. 

No puedo tolerar vivir en un sistema que propicia con sus leyes aberrantes el que los medios de comunicación divulguen la imagen de dos tíos besándose en la boca y que mis nietos puedan preguntarme : “¿ Abuelo, cómo es que esos dos señores son novios?” .Esto no es progreso, es decadencia y corrupción de la sociedad, especialmente de la infancia y de la juventud. Cuando una sociedad no reacciona ante situaciones como ésta, no es que esté madura, es que está podrida y puede tener por seguro que sus días están contados y que será remplazada, a no mucho tardar, por otra constituida por un pueblo con savia nueva que vendrá a repoblar su territorio.

Esta tolerancia enfermiza del exhibicionismo de aberraciones no es libertad, porque con el pretexto de querer respetar conductas que no son respetables, se está pisoteando la libertad y el derecho de la inmensa mayoría de tener asegurada la educación de sus descendientes dentro de unas normas morales sanas. Sepan tantos detractores de Franco, especialmente los que le tiran coces casi a diario desde dentro de la llamada “derecha moderada” y que ahora lamentan estas situaciones, que gracias a su gobierno autoritario gozamos durante su mandato de una defensa a la familia de la que carecemos con el actual sistema de supuesta libertad. Quizá algún día este pueblo tenga ocasión de considerarse víctima del actual sistema y, ¿ por qué no?, reclamar indemnizaciones al mismo por la vejación que hace de sus convicciones y de sus derechos.

El señor Ruiz- Gallardón ha señalado que aunque su partido haya mantenido una discrepancia sobre la ley de matrimonios homosexuales, “en relación a la definición conceptual de matrimonio”, no significa que una vez que esté aprobada por las Cortes Generales pueda no ser aplicada, y ha añadido que una vez que las leyes se aprueban obligan a todos y “esa es la razón por la que el Ayuntamiento de Madrid, con toda normalidad, como la totalidad de los ayuntamientos de España, lo que hace es aplicar la ley cuando dos personas del mismo sexo solicitan al Ayuntamiento que autorice la celebración de su boda”.

Tales declaraciones de Gallardón son contradictorias y retorcidas:  contradictorias pues con ellas menosprecia a priori el recurso de su propio partido aunque fuera aprobado; y retorcidas, porque atropella la razón para dar prioridad a lo legislado por el mero hecho de serlo.

La actitud de Gallardón expuesta en tales declaraciones, que rezuman hipocresía, es típica de un fariseo, dado que con su respeto fetichista a lo legislado, a lo legal, a lo establecido dentro de una supuesta organización- actitud que Ramón y Cajal definía, en otro ámbito, como organofilia - está anteponiendo la aplicación de una ley aberrante por encima de la ley natural, plasmada en la moral de todas las religiones, y a las convicciones de su partido.

Ningún talante pretendidamente democrático nos puede hacer admitir esta actitud del señor Gallardón ni su responsabilidad de gobernante.

Existe la objeción de conciencia, de la que se ha hecho uso abusivo para eludir el servicio militar, y la fidelidad a una ideas y a un electorado. Y existen, cuando se tienen, la dignidad, la decencia y el coraje, como los tuvo el Mariscal Montgomery quien, al promulgarse en el Reino Unido hace unas décadas la ley que atribuía rango de matrimonio a las uniones de homosexuales, no dudó en devolver a la Reina de Inglaterra los títulos que el Estado le había otorgado por sus relevantes méritos militares en defensa de su Patria combatiendo en el norte de África al Mariscal Rommel en la II Guerra Mundial.

Con el retorcimiento alambicado que se evidencia en las declaraciones de Gallardón, se trasluce que, por encima de cualquier otra consideración, al edil madrileño le pierden su afán de protagonismo y de originalidad, aunque le lleven al estrambote surrealista fiel a su papel de “Niño Jaimito” del Partido Popular.

¿ Y qué dicen ahora ante esta nueva contradicción los sufridos votantes del PP? ¿Van a seguir dando sus votos a un partido que no defiende las convicciones morales del la inmensa mayoría de su electorado? ¿Desencadenará este capricho farruco de Gallardón un cisma, que posiblemente está ya latente, en su partido? ¿ Qué valores de sus votantes defiende el Partido Popular?, ese partido en el que sus dirigentes, salvo muy contadas excepciones, en lo único que creen es en una economía de mercado interpretada en calve ultraliberal, “ideal” éste que defienden con mucha más claridad y entusiasmo que, por ejemplo, el de la Unidad de España y el de la defensa de los valores tradicionales de nuestra Nación.

Hace tiempo que llegó el momento de que otras formaciones políticas, que sí son capaces de proclamar sin tapujos ni complejos estos ideales compartidos en el fondo por muchos de esos ciudadanos hoy dormidos, pero que no se atreven a defender en sus círculos porque “no están de moda” y porque la inmensa mayoría de los medios de comunicación los eluden o ridiculizan. Realmente, hoy día sólo son defensores claros de estos ideales, sin ánimo de ser exhaustivo, los distintos grupos de Falange-¿Para cuándo la unidad por encima de matices y protagonismos?- y el partido AE.

Animo desde aquí a todos ellos para reconstruir un FRENTE ESPAÑOL como ya intentaron hace pocos años Blas Piñar y Jesús López, a la sazón Jefe Nacional en La Falange. El problema para estos grupos es el cerco económico y moral que la liberal-intolerancia del sistema (sistema = Banca + medios de comunicación + PSOE + PP) ejerce sobre ellos ante cualquier intento de expresarse.


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OPINIÓN


Jakim Boar:

La historia desmemoriada I.


José Gabriel:
Demencia histórica.

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Gallardón fariseo


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España en peligro.


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Han bastado30 años

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Juan Carlos I.


© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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