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Actualizada: 01 de Abril de 2.006.  

 
 
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  1º de Abril de 1939. Día de la Victoria.

«Cautivo y desarmado»

Falangista.

Levantó la mirada del documento que leía, al advertir que el ayudante se acercaba con una carpeta. Dejó la pluma. Se escuchó el taconazo al cuadrarse y una voz seca dejóse oír en el amplio salón del Cuartel General.

- "Señor, los documentos que ha pedido". ¿Ordena alguna cosa más, Excelencia?.

Se escuchó la voz del Caudillo: "Puede retirarse". El taconazo del ayudante volvió a escucharse por todo el salón: "A las órdenes de su Excelencia". El ayudante giró sobre sí mismo, y se alejó con paso rítmico por la amplia estancia del despacho.

El Caudillo, abrió la carpeta. Una amplia serie de documentos, para su estudio se amontonó bajo sus manos. Fué separando cada una de las subcarpetas y empezó a leer con mirada concentrada. Eran documentos de alto interés. La descripción de cada una de las regiones de España, por donde había trascurrido la espantosa Guerra. Cifras, estadísticas, números, datos y más datos. Se dispuso a leer y concentrarse en el amplio expediente que tenía en sus manos. Por su mente empezaron a desfilar momentos y situaciones vividas desde la noche del 17 de Julio. El paso adelante. Los preparativos. La toma del mando. El paso del Estrecho, Sevilla, Badajoz. Subiendo hacia Madrid, Cáceres, Mérida, Salamanca, Burgos. El Alcázar Toledano, etc etc. Todo pasaba por su mente, e iba recordando las zonas desbastadas por la temible epopeya vivida tan reciente. Las Batallas del Ebro, Guadalajara, Brunete, Belchite, todos los momentos de incertidumbre, con la Fé puesta en la Providencia Divina, pidiendo a Dios, y agradeciendo todos los momentos de éxito y victoria. Pues fué dura la lucha, y Dios, no le dejó de lado. Sus oraciones habían sido escuchadas por el Altísimo. El inmenso sacrificio de tantos hombres, mujeres, niños, ancianos, que había costado la gran locura que un mal día iniciaron los politicastros, ávidos de poder, de ambición, y que se les había escapado de las manos, hasta tener que parar aquella sangría de muertos, de desorden, de atropellos, de vejaciones,,escudados tras una República decadente, y que fué el origen de aquella revolución, le hizo recordar tantos momentos de sufrimiento y dolor.....

La España destrozada, a resultas de la gran catarsis, se ofrecía descarnada, en aquella serie de documentos, elaborados recientemente. A su lado, otras muchas carpetas. Documentos de todos los frentes de guerra. Prolífica e inmensa serie de informes que tendría que estudiar y valorar, ocupándole hasta muy altas horas de la madrugada.

El ayudante de turno, muchas noches le había visto salir cerca de las dos de la madrugada. Se admiraba de la capacidad de trabajo del Caudillo. De las ansias de encauzar, dirigir, ordenar el "totus revolutio" que había desorganizado la vida de tantos españoles de bien. De curar a España, de todas sus heridas, y restañar el sufrimiento. Las manos fuertes del Generalísimo, pasaban los documentos, y escribía de vez en cuando, oportunas anotaciones que le servirían más adelante. El trabajo se amontonaba. Miles de expedientes iban entrando a su mesa. Y él, con su gran capacidad de trabajo y sacrificio, estudiaba con detenimiento y atención. Una vez más se escuchó la llamada a la puerta, y apareció el ayudante. La cara de él, era una mezcla de emoción, y adusta seriedad. Se cuadró ante la mesa, con un sonoro taconazo:"Señor, el documento".Y extendió un pliego de papel timbrado con el membrete del Cuartel General del Generalísimo. Estado mayor. Leyó el texto. Corrigió unas frases, con trazo rojo de su lápiz. Volvió a leerlo, lo firmó y lo depositó en la bandeja de plata, que portaba el ayudante.

- "Tramítese y que se dé a conocer"-replicó el Caudillo-, volviendo a su expediente, sin dar más importancia al momento trascendente, que en ese instante estaba sucediendo en el despacho del Cuartel General.

El ayudante miró el pliego emocionado. Con manos temblorosas, portando la bandeja, se cuadró con un sonoro taconazo.

- "A las órdenes de su Excelencia". ¿Ordena alguna cosa más?."

La voz del Caudillo se dejó oír nuevamente:"Puede retirarse".

Y allí se quedó Francisco Franco, sin mover un músculo de la cara, enfrentado a los problemas que se avecinaban. Estudiando con la serenidad, el temple, y la trascendencia de sus actos. Su mano, no temblaría, conduciendo a la Patria.

Trabajando, pera rescatar a España de todos los males que la habían asolado, de la miseria, del dolor, de los odios, velando por los Españoles, y trabajando   en su despacho.

El ayudante, al salir, fijó su vista en el documento. Y fijó la vista en la firma. Escueta: Franco.

Y el encabezamiento."En el día de hoy, cautivo y desarmado......".

Y un estremecimiento sacudió la columna de aquél Teniente Coronel ayudante del Generalísimo.

La Guerra, había terminado..............¿Hasta cuando....?


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© Generalísimo Francisco Franco. Noviembre 2.003 - 2.006. - España -

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