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Actualizada: 27 de Septiembre de 2.006.  

 
 
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El PSOE quiere borrar el «legado de terror» de la izquierda.

Semanario Alba.

Con la excusa de acabar con el “legado de horror, sangre y violencia” del franquismo, el PSOE en el Ayuntamiento de Madrid quiere cambiar el nombre de 360 calles y plazas de la capital. Pero no todos los rótulos son un tributo a Franco o a sus generales, sino que muchos homenajean a asesinados por el Frente Popular, del que el Partido Socialista fue pieza clave. Parece que el verdadero objetivo no es tanto borrar el franquismo como borrar los crímenes de la izquierda en la Guerra Civil. Sin embargo, no parece muy coherente quitar a los asesinados y mantener el nombre de sus verdugos en las calles de Madrid.

“Una ciudad moderna como Madrid, que aspira a celebrar unos Juegos Olímpicos, no puede seguir teniendo en sus calles y plazas este legado de horror, sangre y violencia”. Con estas palabras, Óscar Iglesias, portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Madrid, exigió por carta al alcalde Alberto Ruiz-Gallardón la retirada de los nombres ‘franquistas’ de 360 calles y plazas de la capital.

La decisión de llevar la propuesta al Pleno del próximo día 28 la hizo pública Iglesias el pasado día 14 durante la colocación de una placa simbólica que denomina Fraternidad a la calle General Yagüe, en el madrileño distrito de Tetuán. Según una nota de prensa emitida por el Grupo Municipal Socialista, “la democracia ya tiene más de 25 años de vida, pero la ciudad de Madrid alberga 360 nombres franquistas como las calles General Moscardó, General Yagüe, Caídos de la División Azul o las plazas de Arriba España o Caudillo”.

Para documentar su propuesta, los socialistas elaboraron un listado con los nombres que borrar; listado que va acompañado de una “breve historia” que explica quién fue el personaje o en qué consistió el hecho histórico que da nombre a la calle o plaza que sea.

“Breve historia”

Y aquí saltan las sorpresas. No todas las calles son homenajes al franquismo, o a sus generales, o a sus gestas. La mayoría de nombres de la lista prueba que el “legado de horror, sangre y violencia” que los socialistas quieren ahora borrar no es herencia del franquismo, sino del Frente Popular, del que el PSOE fue pieza clave.

Es el caso de Calvo Sotelo, líder de la derecha durante la II República, y con calle en el distrito de Moncloa-Aravaca desde 1945. Así recuerda su muerte el documento preparado por los socialistas: “En la madrugada del 14 de julio de 1936 fue sacado de su domicilio (...) por un grupo de Guardias de Asalto, mandados por el capitán de la Guardia Civil Fernando Condés, e introducido en un autobús de la Policía, donde camino del cementerio, sería asesinado con dos tiros en la nuca”. Lo que el PSOE calla es que Condés era instructor de las violentas milicias socialistas, extremo que sí recuerda el periodista Alfredo Semprún en su libro-reportaje El crimen que desató la Guerra Civil.

 
Pero Calvo Sotelo no fue el único político asesinado por el Frente Popular. En el capítulo de “desafectos a la República” la ‘lista de Iglesias’ incluye, entre otros, a estos: Serrano Jover, diputado; Martínez de Velasco, alcalde de Madrid; Rafael Salazar Alonso, ministro de Gobernación en la República; Alfonso Rodríguez Santamaría, subdirector de ABC; Joaquín Montes Jovellar, fundador del Partido Centro Constitucional; Alfredo Aleix, concejal del Ayuntamiento de Carabanchel Bajo; Ramón Azorín, propietario de una fábrica de ladrillos y tejas; Antonio Antoranz, alcalde de Carabanchel; Alfredo Castro Camba y Felipe Álvarez, funcionarios del Ayuntamiento de Vallecas; Emilio Ortuño, ministro de Fomento; María Paz Unciti, jefa de la Falange madrileña; Pedro Justo Dorado Dellamans, empleado del Banco Alemán...

Lorca no fue el único

El Grupo Municipal Socialista también le quiere quitar su calle a los enterrados en Paracuellos del Jarama (8.000, según el historiador Ricardo de la Cierva). En la masacre murió el comediógrafo Pedro Muñoz Seca, con placa en el barrio de Salamanca desde 1941. El Frente Popular nunca perdonó al autor de La venganza de don Mendo su crítica bienhumorada a la República. “Yo soy un hombre sencillo/ al que no gusta el morado/ al lado del amarillo/ debajo del colorado”. Los versos son de Muñoz Seca, recordados hoy por su nieto Alfonso Ussía.

En plena polémica de Pepe Rubianes, autor de Lorca somos todos, el documento elaborado por Iglesias ha servido -a su pesar- para recordar que el poeta de Granada no fue el único escritor fusilado durante la Guerra. Ahí están, además de Pedro Muñoz Seca, Ramiro de Maeztu, autor de Defensa de la Hispanidad, recientemente reeditada por Homo Legens, y Rufino Blanco. Pilar Millán Astray, autora de relatos breves y de obras de teatro, corrió mejor suerte que los anteriores: sobrevivió a la cárcel en Alicante y Murcia. Pero los socialistas también quieren borrar su nombre del callejero.

Con esta propuesta, además, el PSOE madrileño se convierte en una de las correas de transmisión de las corrientes laicistas generadas en el Palacio de la Moncloa, pues en la lista están los siguientes rótulos: Mártires Maristas y Mártires Concepcionistas, religiosos y religiosas asesinados durante la Guerra; Párroco Don Emilio Franco, cura en Cuatro Caminos y Puente de Vallecas, asesinado en 1936; Antonio Rivera, el ‘Ángel del Alcazar’, presidente de la Federación de Estudiantes Católicos, hoy en proceso de beatificación, autor de la frase “tirad, pero tirad sin odio” dirigida a sus compañeros en la defensa del Alcázar, donde murió; Ángel González Tejedor, asesinado por sus principios religiosos y patrióticos; Federico Salmón, uno de los fundadores de la Federación de Estudiantes Católicos, asesinado en Paracuellos...

Los socialistas madrileños también quieren cambiar el nombre a la avenida del Cerro de los Ángeles, que recuerda al santuario y monumento al Sagrado Corazón de Jesús destruido por los milicianos en agosto del 36 a base de dinamita y fusilería. Y a las calles Crucero Veinticinco de Mayo y Torpedero Tucumán: el primero evacuó a 257 huidos de la zona roja durante la Guerra; el segundo, a 1.490.

A pesar de que todos estos datos constan en el informe de los socialistas madrileños, Iglesias insiste en atribuir el legado de “horror, sangre y violencia” al franquismo.


Y Largo Caballero, ¿qué?

Según la nota de prensa del Grupo Municipal Socialista, esta propuesta es una continuación de las políticas iniciadas por el alcalde socialista Enrique Tierno Galván. Pero la política de revisión de la Historia del ‘viejo profesor’ fue otra. Lo recuerda el periodista Joaquín Bardavío, cronista de la Transición: “Tierno no cambió el nombre de ninguna calle: les devolvió el que tenían antes de Franco. Por otra parte, respetó los nombres de las calles de barrios construidos bajo el franquismo. Bueno, hizo una excepción con avenida del Generalísimo. Tierno, que era diplomático, quería dejarla tal cual. ‘Generalísimo puede ser Espartero, ¿no?’, decía. Pero al final cedió a la presión”.

“Una ciudad del siglo XXI no puede tener vestigios de los golpistas”, apuntan desde el Grupo Municipal Socialista. ¿Será que la estatua en Nuevos Ministerios de Francisco Largo Caballero, el ‘Lenin español’, histórico del PSOE, golpista reconocido, tiene sus días contados?

¿Fue franquista el capitán Lozano?

Es el capitán Lozano, abuelo de José Luis Rodríguez Zapatero, el inspirador de la política de revisión de la Historia que tanto obsesiona al presidente del Gobierno. Hasta hacía pocos meses, del capitán Lozano los españoles sabían lo que su nieto había querido que se supiera:_que fue fusilado por los nacionales en León en agosto de 1936 por haber permanecido leal a la República. Lo que no se sabía es que el capitán Lozano participó -¡a las órdenes de Franco!- en la represión de la Revolución de Asturias, instigada por PSOE y UGT en octubre de 1934. Así consta en la hoja de servicios del capitán custodiada en el Archivo Militar de Segovia y que vio la luz gracias a un artículo de José R. Padilla publicado en Libertad Digital el pasado mes de febrero. Si para Óscar Iglesias, portavoz de los socialistas en el Ayuntamiento de Madrid, fue “franquista” Rafael Salazar Alonso, ministro de la Gobernación con Lerroux, ¿que no sería el abuelo de Zapatero? Por cierto, el capitán Lozano tiene calle y monumento en Araya, provincia de León.


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