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Actualizada: 21 de Octubre de 2.006.  

 
 
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Mientras España duerme la siesta.

Por Fernando González de Canales.

Parece ser que España agoniza y que los españoles no se dan cuenta. Todo lo que ocurre en España desde hace 30 años le importa un comino como se dice vulgarmente a los españolitos de a pie. España se hunde y los españoles no dicen nada. España se pierde en el tiempo y la gente calla y duerme, como cuando uno se toma un Lexatin y duerme placidamente en un sueño que parece ser que por ahora no tiene fin. 

El otro día escuchando el programa dominical de Eduardo García Serrano, miembro de una saga de grandes falangistas, escuché de boca del periodista que a los españoles lo que les pasa es que están anestesiados. Adormecidos en el quirófano en el que se despedaza España.

A García Serrano no le falta razón.  España se encuentra adormecida por la medicina del mal llamado “Estado de Bienestar”. ¿Pero qué “Estado de Bienestar” es este en el que solo salen perjudicadas aquí la identidad y la unidad de España, su integridad e independencia? Los españoles están en una nube mientras España agoniza en el quirófano de la clase política. Mientras tengan su casita en la playa, sus catorce pagas, su home cinema a todo color y sus habitaciones con muebles de importación sueca pues todo va estupendamente. Ya puede caer una bomba atómica en la manzana de al lado que mientras no le pase nada a nadie de los míos pues no pasa nada. En definitiva, el bienestar comunitario a sido sustituido por el bienestar individual y egoísta. La conciencia de empresa colectiva ha caído tras 30 años de educación en los “valores democráticos”. A la gente lo que le preocupa ahora no es que en el Congreso de los Diputados, si, ese prostíbulo en el que se despedaza y vende una nación con más de 2000 años de historia por unas miserables 30 monedas, se debata la aprobación del Estatuto catalán. A nadie tampoco le importa, y mucho menos preocupa, que en las provincias Vascongadas si se es español, como ellos, esté acompañado por una constante amenaza de muerte por cortesía de todos sus vecinos. Claro, yo, ciudadano de Madrid, Jaén o Villarejo de Salvanés jamás voy a sufrir tal situación desesperante. A los españoles tampoco les importa que en algunas provincias españolas se queme y ultraje a la bandera de España. Total, es un pedazo de trapo. ¿Qué me va a influir en mi calidad de vida ese hecho? No, no. Nada de eso. Por favor, como podemos exigirles movilizarse por esas causas tan pasadas de moda. Primero yo, luego yo y después yo. A los demás qué les den.

En cambio, lo que sí hace movilizarse a los españolitos de a pie son causas tan grandes como la lucha contra la implantación de los parquímetros en sus barrios. El barrio es por desgracia a lo que se ha reducido la “nación” de los ciudadanos y ciudadanas de a pie en esta cosa que antes se llamaba España. La lucha contra el parquímetro. Un ejemplo: las asociaciones vecinales del distrito de Fuencarral –El Pardo o de Carabanchel, todas ellas respetables, de Madrid ha hecho suya la causa. Todos los jueves toda clase de personas, donde  sobretodo proliferan jubilados  desocupados que no tienen otra cosa que hacer que salir a gritar y a bloquear la avenida de la Ilustración para que el alcalde faraón Gallardón les escuche. Esto en las del distrito de Fuencarral. Que causa más noble. Hasta aquí todo bien. La pena es que la ciudadanía tenga tan poca amplitud de miras. Todo se reduce a mi calle y a dos más. Al barrio y el de al lado. A los ultramarinos y a la droguería.  La empresa común de España no cabe en sus planes. Claro, como el Estatuto catalán no supone a priori un ataque a sus bolsillos de pensionista pues a mi no me mueve nadie de mi casa. El parquímetro sí. Hombre, como no. Eso es un robo. Un afán recaudatorio de Gallardón II sin más. Un asalto a nuestros bolsillos para pagar así las obras de la capital. Por eso si que me muevo. Salgo a la calle y grito. España es demasiado grande para mi amplitud de miras y solo tengo que bajar a la calle paralela a la mía para ocupar mi tiempo.

 
Esto es lo que tenemos en España: una sociedad adormecida en la Sociedad de Consumo y en el acomodamiento. Apreciamos que este ha sido un buen medicamento para mantener a la sociedad adormecida y anestesiada. José Antonio Primo de Rivera ya nos habló de ésta anestesia pero en 1935. Una pena que 71 años después esas mismas palabras sean tan actuales. Aquí os pongo partes de ese discurso de 1935 que se titulaba como este mismo artículo: “Mientras España duerme la siesta”.

“Os acometerá el desaliento de pensar que todo lo que hacemos es inútil contra la sordera pétrea de España.”

“Paz y siesta. Eso es lo que apetecen, como programa máximo, las tres cuartas partes de esta España que ha renunciado a la guerra en la Constitución y que ha perdido, estragada, el regusto antiguo de lo heroico.”

“He aquí, camaradas, cómo ahora más que nunca son necesarias las consignas de nuestra fe. Antes todavía, la incomodidad ahuyentaba el sueño de España; ahora nada cierra el paso al sopor. Todos los gusanos se regodean por adelantado, con la esperanza de encontrar otra vez a España dormida para recorrería, para recubrirla de baba, para devorarla al sol.”


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