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Actualizada: 19 de Enero de 2.007.  

 
 
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  Opinión

La vida, la paz y la libertad de hoy.

Por José Luis Ramos.

Viendo todo lo que aconteció en la manifestación del pasado sábado en Madrid uno no sabe si echarse a llorar y tirar la toalla o seguir luchando, con aún más fuerzas si cabe, por una España que hoy vive uno de los momentos más angustiosos de su Historia.

“El ímpetu sagrado con el que se han de nutrir nuestros pueblos que ya tienen valor universal es su corriente histórica, es el camino que Dios les señala y fuera de la vía no hay sino extravíos”. De esta forma tan clarividente hablaba Ramiro de Maeztu en su Defensa de la Hispanidad. Por desgracia, España está demasiado lejos de esa vía, ese recorrido que lograron forjar nuestros  antepasados con su heroísmo y su sacrificio y del que hoy se aprovechan unos y se avergüenzan otros. Y son éstos los que salen a la calle “en defensa de la vida, la paz y la libertad”

Resulta difícil imaginar que ese mensaje no fuera sino un ejemplo más del cinismo e hipocresía que hoy impera en nuestra nación. Banderas republicanas y comunistas ondeaban en el cielo de Madrid, símbolos claramente contrarios a la vida y a la libertad, que nos hacen recordar la etapa más sangrienta y  manipuladora, no ya del siglo XX, sino prácticamente de toda la Historia de España. No faltaron tampoco las banderas multicolores de los homosexuales, a los que se les ha dado voz y voto, no para defender la vida y la libertad, sino para contribuir a la destrucción de los valores y de ese “ideal” del que también hablaba Maeztu que identificaba nuestro ser, el ser de todos los españoles. También podíamos ver emblemas de algunos países extranjeros, cuyos portadores ya tienen micrófonos en la mano para seguir amparando esta España “multicultural”, “plural” y con más delincuencia que nunca, aniquilando por completo esa “raza” de la que nos hablaba Franco.

Y en aquel lugar donde en otro tiempo se leía VIVA LA URSS y donde aparecía majestuosamente el semblante de Stalin, quizás para recordar aquel momento previo a nuestra Santa Cruzada de Liberación y dar muestras de la praxis stalinista que hoy nos acecha, se reunían un numeroso grupo de “intelectuales” muy cómodos, no con la libertad, sino con las subvenciones, y cuyo odio y rencor permanecen vivos en sus palabras y hasta en su rostro. No deja de ser sorprendente que este tipo de celebridades nos den una lección de lo que es la vida y la libertad. Además, entre tanto gentío, pudimos ver a Santiago Carrillo, lo que nos hace preguntarnos qué tipo de paz es la que se reivindicaba en la concentración, ¿la paz del señor Carrillo?

Lo que menos importaba era expresar el rechazo al terrorismo. La manifestación no fue más que un acto plebiscitario a favor del Gobierno, y es que ya queda menos para las elecciones. Mientras siga en pie esta reyerta entre quienes tienen en su mano el devenir de España y no desaparezca ese afán de revanchismo tan perjudicial como absurdo, nos tendremos que habituar a ver actos de este tipo para que los partidos colaboradores directos de la destrucción de España logren sacar, sea como sea, el máximo número de votos posibles para alcanzar el poder y seguir contribuyendo, poco a poco con unos o de manera vertiginosa con otros, al desgarro de nuestra Nación.

Los enemigos de España están en una inmejorable posición. Por ello, debemos abrazar la Cruz y decir con fuerza, hoy más que nunca: ¡Oh, María Inmaculada, amada patrona de España, velad por España, rogad por España!

Es ahora cuando debemos reforzarnos en las esperanzadoras palabras de Don Blas Piñar: 

“No es posible acabar con una nación si se mantiene el espíritu nacional, aunque caigan el estado y el mismo pueblo, pues una minoría, como en Covadonga, puede iniciar la Reconquista”. Mantengamos, pues, ese espíritu nacional y seamos perseverantes “… cuando parece que todo está perdido, cuando Dios permite la victoria momentánea del mal.”


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